Es evidente que no todo el mundo está capacitado profesional e intelectualmente para según qué puestos al frente de empresas públicas. Se necesita no sólo temple, capacidad de liderar equipos, credibilidad, sino también criterio a la hora de tomar decisiones de acuerdo con lo que es exigible al cargo. Por ejemplo, no se puede ser director o directora de Televisión Española en Canarias y andar por ahí contándole a la gente historias que automáticamente producen la carcajada. Un director o directora no debería presumir de que va a hacer “más nuestra” la creación de programas de ficción, tipo teleseries, haciendo remedos horteras. Así, no sería de recibo proponer una serie igualita-igualita que Los Vigilantes de la Playa, pero en Maspalomas, con los todoterrenos por encima de las dunas en plan changa, y silicona, claro. No sólo contravendría la Ley de Espacios Naturales y el mal gusto, sino que además nos podemos imaginar la risotada. Y mucho menos si la cosa viene desde una televisión pública. Por cierto, la destinataria del encargo es la factoría de Lucas Fernández, en Santa Cruz de Tenerife.