Tardaremos muchos años los sufridos contribuyentes canarios en amortizar los efectos de la mala gestión que algunos políticos han dejado sembrada en las instituciones. La de José Manuel Soria en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en el periodo 1995-2003 todavía está teniendo perversos efectos sobre las arcas municipales y sobre el buen funcionamiento de esa Administración. A las cuantiosas deudas nada ocultas originadas por sentencias judiciales producto de un pésimo urbanismo, a la desastrosa organización administrativa de ese Ayuntamiento, con pocos funcionarios con un poder inmenso impidiendo una política de recursos humanos con más profesionales y menos indios, se suman operaciones como la de La Favorita, que este viernes volvió a ser noticia. Un juzgado de lo contencioso-administrativo está a punto de ordenar al nuevo alcalde, Juan José Cardona, el desalojo de los servicios municipales ubicados desde la época de Pepa Luzardo en las viejas naves de la factoría tabaquera comprada por Soria a Santana Cazorla por la módica cantidad de 12 millones de euros. Aquel pelotazo, por el que el empresario sureño se embolsó una plusvalía de siete millones de euros, no ha generado al Ayuntamiento más que contratiempos y gastos. Porque después de ese desorbitado coste de compraventa y los intereses bancarios del préstamo aún vivo, allí se ha enterrado más de un millón de euros sin conseguir corregir los graves defectos que convierten la fábrica tabaquera en un sitio inservible para la función para la que supuestamente se compró. ¿O se compró para otra cosa y Pepa se despistó y metió funcionarios? Cardona se va a tener que meter entre pecho y espalda marrones como La Favorita, el Canódromo, Pavía... criados y ensolerados en su etapa de mano derecha de Pepe el Cañadulce. Y todavía andan buscando trampas del PSOE.