Ya saben ustedes que bastó la aparición del primer buque negrero por el horizonte de Tenerife para que Adán Martín cayera en la cuenta de la gravedad del fenómeno de la inmigración irregular en Canarias. Lanzarote y Fuerteventura, hasta entonces, jugaban al parchís, y por eso no fue hasta ese primer barco que el presidente tomó cartas en el asunto. Visto lo visto, la sensación de presión migratoria debe ser muy fuerte en la capital tinerfeña porque ha sido su alcalde, Miguel Zerolo, el primero en adelantarse a crear una concejalía específica para el asunto, con el objetivo oficial de “estar en permanente contacto con los colectivos que de inmigrantes para facilitarles todo tipo de ayudas y colaboración?. Hemos de suponer que hay más de golpe de efecto que otra cosa porque son las áreas de asuntos sociales las que acostumbran a ocuparse de la cuestión. Bueno, no en todos los Ayuntamientos, porque hay algunos que tienen residenciadas las competencias inmigrantes en Parques y Jardines. A manguerazos, vamos.