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Sin casa, sin ahorros y con 400.000 euros perdidos, la odisea de un empresario estafado en Mauritania y desamparado en Canarias

Bruno Naranjo Montesdeoca, empresario grancanario estafado en Mauritania y desamparado en Canarias.

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

Bruno Naranjo y sus padres, Bruno Naranjo Montesdeoca y Herminia Suárez, sobreviven en Las Palmas de Gran Canaria gracias a la caridad de su familia y amigos. Sin casa, sin ahorros y con el cobro pendiente de más de 400.000 euros por un trabajo desempeñado en Mauritania en 2014, los dueños del negocio familiar de excavaciones Excavan S. A. se han quedado con las manos vacías. Sobre sus hombros, una sucesión de hechos desafortunados que comenzaron en 2010, cuando, en medio de la crisis que sufría el país e impulsados por los incentivos a la internacionalización que promociona el Gobierno de Canarias, decidieron dar el salto al continente vecino para ganarse la vida. Nueve años después, la justicia mauritana dilata en el tiempo la resolución del pago y Naranjo lamenta que las actuaciones del Ejecutivo regional y de la Embajada española se queden “en buenas intenciones”.

Con las expectativas fijadas en reflotar la empresa familiar, los padres de Naranjo se desplazaron a Mauritania, donde el negocio resistió a las adversidades gracias al empeño de la pareja y el hijo de Montesdeoca, ya que el empresario tuvo que ser trasladado de urgencia al Archipiélago por una dolencia cardiaca “tras años de pelea infructuosa”. “Uno de los requisitos que establece el Gobierno regional para iniciar la actividad económica en los países que promociona es la colaboración de un socio nativo”, señala el afectado. Así, en uno de los encuentros que la empresa pública Proexca organiza para entablar relaciones entre empresarios canarios y de distintos países africanos, la familia Naranjo conoció al que sería su socio en los próximos años, Yezid Vetten.

Una vez allí, “mi padre firmó unos papeles que decían que toda la maquinaria era del socio, no suya”, y comenzaron las pérdidas, puesto que la inversión en material había sido de 2,5 millones de euros. La barrera del idioma fue el primer obstáculo con el que chocaron, ya que los papeles oficiales estaban escritos en árabe y en francés y el traductor con el que contaban “les traicionó”. Tras varios intentos fracasados por solventar el problema y después de cuatro años de procedimiento judicial, lograron recuperar su maquinaria, pero no el dinero que el socio les debía.

 

Cuando parecía que el camino se encauzaba, comenzaron a brotar nuevos problemas. El socio mauritano había evadido el pago de tasas aduaneras a espaldas de los empresarios grancanarios, y el cargo cayó sobre ellos, que debían abonar la deuda en el plazo de un mes. Para afrontarla, buscaron un nuevo trabajo, pero la suerte volvió a dejarlos en las manos equivocadas. La familia grancanaria entró en contacto con un poderoso empresario del país, Hamady Boucharaya, que subcontrató a la empresa canaria para que trabajara en el movimiento de tierras para la creación de un nuevo parque eólico en Nuakchot, emprendido por una compañía española de referencia en sectores de infraestructuras, energías renovables y nuevas tecnologías.

La excavadora de Naranjo empezó a trabajar y los pagos comenzaron a fallar. Sin embargo, el empresario mauritano había firmado un acuerdo con un banco del país que les dio un crédito para pagar la deuda aduanera, por lo que la familia “no podía dejar de prestarles su servicios” para evitar que él “dejara de dar la cara por ellos ante la entidad bancaria y que la ruptura del pacto hiciera que les embargaran las máquinas”.

Por tanto, trabajaron hasta el final. A cambio: una deuda que, al cambio, ascendía a los 408.000 euros. Durante dos años, “fueron por las buenas” ya que “tenían miedo a esta persona porque era muy influyente en Mauritania”, pero “siempre nos daban largas”. El abogado de la familia les advirtió de que, si pasaban más de dos años desde que el trabajo concluyera, judicialmente ya no podía reclamarse nada, así que “acudimos a la justicia, a pesar de saber que no teníamos todo de nuestra parte”.

El juez dictó una sentencia favorable para Naranjo, quien recuperaría el dinero por el trabajo realizado, pero sin intereses. “Estábamos de acuerdo, queríamos que nos pagaran la deuda, nada más”, cuenta su hijo. Sin embargo, el empresario recurrió la sentencia en dos ocasiones, hasta que el caso ascendió al Tribunal Supremo. Así, después de que ya la justicia haya dictaminado que la empresa debía pagar a la entidad canaria, “se saca de la manga un peritaje de deuda”. “Si el perito dice que no, no nos dan el dinero que nos deben”, lamenta Bruno Naranjo. Manuel Fajardo, abogado y conocedor del caso, considera que se trata de una estrategia para dilatar la situación en el tiempo. “Quieren debilitarnos física y mentalmente”, afirma el hijo del empresario.

Buenas intenciones

Buenas intenciones Buscar el aval de las administraciones españolas y pedirles su intervención en el caso era la única vía factible a la que Naranjo y su familia se aferraron. Sin embargo, pese a que los contactos comenzaron en 2017, las actuaciones de la Embajada de España en Mauritania y del Gobierno de Canarias se han quedado en “meros formalismos”. Las únicas propuestas, ofrecidas por el consejero económico y comercial de la Embajada de España en Dakar en un intercambio de correos electrónicos con el afectado, son: esperar por un nuevo cambio de cargos (jueces, ministros de Justicia, etc.) tras las próximas elecciones que tendrán lugar en el país el próximo mes de junio, acceder al peritaje con la empresa designada por el juez, o no oponerse al peritaje, pero proponer otra empresa o, al menos, elegirla de acuerdo con el demandado. “El embajador podría reunirse con las autoridades mauritanas, pero estas han sido las únicas soluciones”, critica.

“No tenemos ninguna garantía y no sabemos qué más hacer. El Ejecutivo regional fomenta la internacionalización y todo es muy bueno, pero al empresario que tiene problemas lo abandona”, lamenta Naranjo, quien ha enviado también, sin éxito, correos electrónicos al presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, y al consejero de Economía, Industria, Comercio y Crecimiento, Pedro Ortega, para solicitar reuniones con ambos, con la mediación de  Pablo Martín Carbajal, director general de Asuntos Económicos con África. “Nos dicen que no tienen tiempo, y que encima ahora vienen las elecciones”, asegura Naranjo. Por su parte, el Gobierno de Canarias afirma en declaraciones a este periódico “que han hecho todo lo que está dentro de sus competencias” y, según el empresario, el Ejecutivo señala la inacción de las autoridades del gobierno español.

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