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El camino hacia la descarbonización de las centrales térmicas en Canarias

Central térmica de Caletillas, en Tenerife.

Iván Alejandro Hernández

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El 82,5% de la energía eléctrica destinada al consumo en Canarias proviene de la quema de combustibles fósiles en las centrales térmicas monopolizadas por Endesa. En 2018, un informe de la Comisión Europea situaba a la instalación de Juan Grande (Gran Canaria) y la de Granadilla de Abona (Tenerife) entre las 20 más contaminantes de España. Son las más grandes de las islas y generaron 3,42 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2). Sumando las otras nueve centrales repartidas por todo el Archipiélago, en 2019, el dato aumenta hasta las 5,7 millones de toneladas de CO2 equivalente de gases de efecto invernadero (una medida en la que se incluye también el metano o el óxido nitroso), según el último Anuario Energético de Canarias. En 2050, el 100% de la electricidad en España se debe obtener con fuentes renovables, tal y como fija la Ley de Cambio Climático aprobada el pasado 13 de mayo. Lograr ese objetivo pasa necesariamente por cambiar la manera en que se genera la luz de los hogares.

Para ello, Endesa ha propuesto transformar siete centrales térmicas en las islas para que funcionen como plantas bi-combustible, es decir, pasar de usar el fuel-oil para generar electricidad al gas natural o hidrógeno. La antigua compañía canaria Unelco que ahora pertenece a la italiana Enel, ha presentado el proyecto al Ministerio de Transición Ecológica y lo ha presupuestado en 780 millones de euros. Se trata de una de las más de 200 iniciativas con la que aspira obtener un total de 19.000 millones de euros de los fondos europeos Next Generation si el Gobierno de España los aprueba.

Sin embargo, expertos plantean para las centrales térmicas otras fórmulas que permitan mayor penetración de renovables. El catedrático en Ingeniería Mecánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Roque Calero, ha puesto encima de la mesa en numerosas ocasiones la posibilidad de disminuir el tamaño de los grupos de generación de electricidad en estos recintos para permitir mayor penetración de renovables en el sistema.

Y la propuesta ha sido respaldada por la doctora en Ingeniería y profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Julieta Schallenberg, como “una opción que tiene que acompañar al cambio” de la transición energética. También Rafael Martell, presidente de la Asociación Eólica de Canarias (Aeolican), considera que la iniciativa es “bienvenida” porque aportaría “más flexibilidad” en el sistema canario.

A pesar de que la generación de electricidad con renovables no alcanza ni el 20%, en ocasiones, parte de la producción eólica, sobre todo cuando hay mucho viento, no puede ser introducida en el sistema, en el denominado hueco térmico, al estar copado por la potencia generada por las centrales. La red no puede soportar más energía de la que demanda porque colapsaría. 

Y, cuando esto sucede, se desconectan los molinos, desaprovechando energía limpia. Este supuesto se ha dado en islas con centrales de ciclo combinado: la de Juan Grande y la de Granadilla, que son las únicas que cuentan con este sistema. Consiste en usar como combustible el gas natural y mediante el trabajo conjunto de una turbina de gas y otra de vapor, transformarlo en energía eléctrica.

La central ubicada en San Bartolomé de Tirajana y la de Granadilla cuentan con una potencia de alrededor de 230 MW en cada uno de sus dos grupos de ciclo combinados. Uno opera y el otro se mantiene conectado a la red por si falla el primero. Gran Canaria tiene un pico máximo de demanda de entorno a los 550 MW y Tenerife, alrededor de 500 MW. Mas de esa cantidad no puede entrar en el sistema. Prácticamente la mitad se cubre con el ciclo combinado; el resto se produce por otros grupos de la central (turbinas de gas, grupos de vapor o motores diésel), de menor potencia, y las energías renovables. 

El problema con los grupos de ciclo combinado, según Calero, es que cuando están en funcionamiento necesitan generar una cantidad mínima de megavatios y no se puede reducir para permitir mayor entrada de energía renovable. La propuesta del experto es sustituir los ciclos combinados por unos 15 grupos más pequeños, con 25 MW de potencia, que alcancen la generación necesaria en conjunto en función de la energía renovable disponible. 

Hay quienes, incluso, ven en esta propuesta una alternativa al Salto de Chira, la central hidroeléctrica de Gran Canaria para almacenar energía. Son Francisco Cabrera, ex consejero de Megaturbinas de Arinaga y uno de los denunciantes del caso eólico, Eduardo Martín, exconcejal de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Santa Brígida, y José Luis Porta, consultor de energía de almacenamiento en baterías y ex portavoz de la plataforma Salvar Chira-Soria, colectivo al que dejó de pertenecer por discrepancias con sus participantes. Consideran que la construcción de la obra en el corazón de la isla beneficia a los sistemas de ciclos combinados porque permitiría almacenar energía renovable sobrante y estiman que si se sustituyeran por grupos pequeños, no sería necesario ese almacenamiento.

Julieta Schallenberg explica que todos los sistemas de los grupos térmicos están regulados por Real Decreto y cualquier sistema nuevo que se introduzca en las islas “debe estar sometido a la misma normativa” y no prevé que se produzca a corto plazo. Por ello, considera que aunque “sería ideal tener para mañana grupos más pequeños y flexibles”, eso “no va a evitar tener que recurrir al almacenamiento” ante los objetivos fijados por la Ley del Cambio Climático. 

“Obviamente, si tuviésemos grupos más pequeños no tendríamos vertidos como estamos teniendo con la eólica. Si estuvieran instalados a día de hoy no estaríamos cortando la producción de los parques”, añade. Pero “hay que diseñar la transición y dentro 10 años se necesitará almacenamiento por muchos grupos pequeños que haya”. Además, el Salto de Chira no estará operativo hasta 2027, como mínimo, cuando en 2030 las previsiones son que el 70% de electricidad debe tener origen renovable. En ese escenario “tendremos necesidades brutales de almacenamiento y hay que planificarlo”.

El presidente de Aeolican también apunta que otra de las ventajas de tener grupos pequeños, a pesar de ser menos eficientes y emitir más cantidad de dióxido de carbono, es que en el cómputo global de un año son menos contaminantes y más baratos que los sistemas de ciclo combinado, precisamente porque permiten mayor penetración de renovables. Sin embargo, estima que implantarlos no es incompatible con la central hidroeléctrica. Añade a ambas iniciativa la introducción de baterías distribuidas en parques eólicos y la producción de hidrógeno. “Todo se tiene que hacer porque aportan más flexibilidad, la única discurso es a qué coste”.

Polémicas con las centrales

Solo las islas capitalinas cuentas con centrales con ciclos combinados al tener una mayor demanda de energía eléctrica: la instalación de Juan Grande suma 696,7 MW de potencia bruta total y la de Granadilla, 744,3 MW. El resto son instalaciones convencionales que funcionan principalmente con fuel-oil, con grupos de vapor motores diesel y gas. En Gran Canaria, además de en San Bartolomé de Tirajana, está la central térmica de Jinámar (Telde), que tiene una capacidad para producir 302,4 MW con 13 grupos de generación que oscilan entre los 23,5 y los 60 MW. Esta planta también desaliniza agua del mar y ecologistas han denunciado en reiteradas ocasiones la mala calidad del aire en la zona.

Tenerife es la isla que ha concentrado más ceros energéticos, en concreto, cinco en once años, por daños o fallos en la central de Granadilla (la última ocurrió en septiembre y se saldó con un multa total de 40 millones a Red Eléctrica de España y Endesa). Pero los apagones también han tenido su origen en Las Caletillas (ubicada en Candelaria), una instalación con 208 MW de potencia bruta total que consta de ocho grupos de generación de baja o media potencia y que iba camino del desmantelamiento al incumplir las directivas de emisiones industriales. Sin embargo, ahora funciona al 50% de su capacidad. En 2019, el Gobierno central emitió una orden para permitir que siguiera su uso después de 2020 de forma parcial. La isla del Teide cuenta, además, con otras turbinas de gas ubicadas en Arona y Guía de Isora.

Pero no solo en Tenerife se han producido ceros energéticos. También en La Palma, el Gobierno de Canarias impuso una multa de 6 millones de euros a Endesa por un apagón de tres horas y media, ocurrido en 2013. El origen del incidente fue la caída de un rayo durante un temporal sobre una línea de media tensión y se achacó a la compañía un fallo en el equipo para restablecer la luz, en concreto, errores en la conexión de la turbina de gas al sistema. El Tribunal Supremo confirmó la sanción a la empresa en 2021.

En Fuerteventura, la contaminación generada por la central térmica de Las Salinas ha centrado las críticas de vecinos, ecologistas y partidos políticos El Gobierno de Canarias ha reconocido que urge trasladar la instalación Las Salinas, ubicada en el barrio El Charco de Puerto del Rosario, muy cerca de viviendas habitadas. Se trata de un recinto compuesto por nueve grupos de motores diesel y tres turbinas de gas, con una potencia brutal total de más de 180 MW. El consejero de Transición Ecológica, José Antonio Valbuena, declaró en sede parlamentaria que la ubicación no era la adecuada y vaticinó que el cambio de lugar se efectuará una vez se desarrolle la Ley Canaria de Cambio Climático.

Transporte y procesado de la energía, los más contaminantes

Pero esto es solo una pata más de la lenta transición energética en Canarias. La generación eléctrica en viviendas o infraestructuras destinadas al turismo o al comercio, tan solo supone el 19,5% de toda la demanda. La mayoría se destina al transporte o al procesado de productos petrolíferos. Y solo un 3% de toda la energía primaria en el Archipiélago se produce con renovables. La emisión total de dióxido de carbono equivalente a gases de efecto invernadero en 2019 en Canarias ascendió a 13,3 millones de toneladas, el 3% de todo el Estado. La industria del sector energético (quema de combustibles fósiles) emitió el 43,6% de CO2 equivalente y el transporte, principalmente terrestre, el 40,1%.

Para dar respuesta a este escenario y avanzar en la transición energética, el Gobierno de Canarias encargó en noviembre del año pasado al Instituto Tecnológico de Canarias un estudio para contar con un plan estratégico que debe ver la luz en noviembre de este año. Hasta ahora, se ha desarrollado el fomento del autoconsumo, el almacenamiento, el vehículo eléctrico, una hoja de ruta para la geotermica y la eólica marina. También está contemplado un apartado dedicado en exclusiva a la generación fósil como una de las ocho patas del plan que contribuirá a la elaboración de la Ley canaria de Cambio Climático y a la descarbonización de las islas.

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