Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

SONG OF THE SEA. Season Film Festival. Helsinki 31 de marzo-3 de abril (3)

Moore, responsable de la no menos notable The Secret of Kells (2009), recurre a los mitos y leyendas celtas para contarnos el viaje iniciático de Ben, un niño que deberá adentrase en un mundo creado a partir de los miedos, los sueños, las esperanzas y los deseos de los seres humanos. Su viaje estará relacionado con la desaparición de Saoirse, su hermana pequeña, y sobre quien el niño vuelca buena parte de su frustración, dado que, cuando ella nació, la madre de ambos desapareció.

Lo que Ben ignora es que Saoirce es la última de las selkies, una raza de seres mitad humanos y mitad focas -hecho éste que explica la desaparición de su madre, tras el nacimiento de su hermana- y que, en última instancia, provocará que el niño decida emprender una búsqueda que le hará crecer, en todos los sentidos.

Durante el viaje, el cual mezcla el mundo real con los personajes y los parajes propios de la cultura y la mitología celta, Ben descubrirá no sólo el secreto que le privó del contacto y el cariño de su madre siendo aún muy pequeño, sino la verdadera personalidad de los personajes que pululan por las canciones infantiles y los relatos que, durante años, no se ha cansado de escuchar y cantar. En esto, como en tantas muchas cosas, Song of the Sea, guarda un enorme paralelismo con otro de los grandes títulos del cine de animación contemporáneo, Mi vecino Totoro, del gran Hayao Miyazaki.

F.K. (Film Kino): Lo primero que me gustaría decirle es que su película me ha recordado mucho a Mi vecino Totoro. Ambas tienen una sensibilidad y un gusto por los detalles realmente hermoso, y ambas son un canto a la niñez y a la inocencia.

T.M. (Tomm Moore): Muchas gracias por sus palabras. La verdad es que siempre he sido un gran admirador del trabajo de Hayao Miyazaki y Mi vecino Totoro es una de mis películas preferidas. Sí que es cierto que durante el tiempo que pasé escribiendo el guión, junto a will Collins -dos años- el recuerdo de Totoro estuvo muy presente, aunque la idea que motivó la película fueron las leyendas de mi país y el viaje de Ben. No obstante, cuando viajé hasta Japón para asistir al festival de cine de animación de Tokio (certamen en donde la película obtuvo dos galardones) fueron muchas las personas que me dijeron que mi película les recordaba el espíritu y el trabajo de Miyazaki y, sobre todo, Totoro. Para mí, escucharlo fue el mayor de los elogios, casi más que ser nominado al Oscar el pasado año…

F.K.: Song of the Sea posee la misma cualidad que la película de Miyazaki; es decir, los personajes son niños de verdad, viviendo en un mundo real hasta que, llegado el momento, se ven inmersos en un mundo de sueños, mitos y leyendas…

T.M.: Es verdad. Tanto Saoirce como Ben son niños normales, que viven rodeados de las mismas cosas que rodean a cualquier niño de hoy en día…

F.K.: Y que dejan la ropa tirada en el baño, los juguetes por el suelo, o los platos sucios en la cocina…

T.M.: Sí (risas) Quería que el espectador viera que ambos son unos niños normales, aunque luego Saoirce descubra que es una selkie como su madre y, a causa de ello, Ben deba superar sus miedos y emprender la búsqueda de su hermana. Incluir detalles como los que comenta le daban esa credibilidad necesaria para poder lograrlo.

F.K.: ¿Qué fue lo más difícil a la hora de escribir el guión?

T.M.: Lo más difícil es siempre escoger los personajes principales y qué situaciones vivirán. Lo bueno de la animación es que uno no se debe preocupar de encontrar un actor que guarde un parecido con alguno de los personajes y eso te da mucha libertad. En este caso, un elemento que ayudó mucho a definir el escenario y los personajes fue la música compuesta e interpretada por el grupo irlandés Kila. Durante las conversaciones que fuimos manteniendo, mientras terminábamos de escribir el guión, fueron surgiendo ideas que, al final, ayudaron a definir el aspecto final de la película.

F.K.: La música y las canciones son realmente hermosas, como ya ocurriera en su anterior película, The Secret of kells, y sin ella es difícil entender ambas películas.

T.M.: Dentro de los mitos y leyendas celtas, mitos con los que yo crecí, la música y las canciones son una herramienta fundamental para poder entender cada una de las historias. Sin la música los niños no podrían aprender las canciones de pequeños, canciones que son el primer escalón para conocer la mitología de mí país.

F.K.: Una vez que se terminó el guión, ¿cuánto tiempo duro el trabajo de animación y postproducción?

T.M.: En total fueron cerca de dos años más, aunque, una vez que terminamos el guíon, nos pasamos casi un año buscando financiación para el proyecto, siempre la parte más difícil de todo el proceso. Song of the sea es una coproducción entre los siguientes cinco países: Irlanda, Dinamarca, Bélgica, Luxemburgo y Francia, y poner de acuerdo a tanta gente es mucho más difícil que hacer no una, sino muchas películas de animación (risas). Al final, logramos que el proyecto lograra el dinero necesario y, tras otros dos años, la película estaba terminada

F.K.: ¿Y cómo fue la sensación de estar nominado al Oscar junto a Cómo entrenar a tú dragón 2, El cuento de la princesa Kaguya, o Big Hero 6 película de la factoría Disney se llevó el galardón?

T.M.: Pues fue una sorpresa y un honor, dado que, de todos los títulos que nombras, mi película era la más pequeña, en cuestión de presupuesto y la más independiente. No formaba parte de ningún estudio de animación importante, cosa que sí sucede con todas las demás. No obstante, Song of the sea ha estado nominada en muchos festivales importantes y se ha llevado una docena de premios por todo el mundo, algo que siempre que lo pienso, me sorprende.

F.K.: Antes comentó que una de las ventajas de hacer cine de animación es el hecho de no tener que depender de un casting físico, ni de todas las herramientas que rodean un rodaje con personas. ¿Es ese elemento lo que más le gusta del mundo de la animación?

T.M.: Ése es un elemento muy importante, pero lo que más me gusta de la animación es la libertad que te da a la hora de abordar un proyecto. Song of the Sea parte de una base mitológica y sus personajes, sus escenarios, todo forma parte de un imaginario que, según sea la fuente, cambia de una forma u otra. Con la animación, uno puede coger un elemento de un sitio, otro de otro, una estrofa de una canción, un verso de un poema de William Butler Yeats, una imagen de El Mago de Oz, una estatua situada en una ciudad (en este caso, es la estatua de Molly Malone, la cual sirve situarnos en un escenario concreto, la ciudad de Dublín) o un recuerdo de la infancia y mezclarlo todo para, luego, contar una historia. Detalles como la lluvia, los versos de Butler Yeats o el año en el que se desarrolla la película, 1987, tienen que ver con mis recuerdos de niñez. En el cine de acción se real se pueden combinar muchas de esas cosas, pero luego, si se intercalan elementos de fantasía, hay que crearlos, ya sea con animación o mediante efectos especiales y yo prefiero la animación.

F.K.: Yo también soy partidario de recurrir a la animación para contar una historia como ésta. Resulta más cercana y mucho más cotidiana…

T.M.: La animación te permite conectar de una forma más natural con la historia que estás viendo en la pantalla, tal y como sucede en las películas de Miyazaki. Por eso siempre he preferido hacer este tipo de películas, a pesar del trabajo que suponen. Además, el dibujo es una de las primeras herramientas que usan los niños para comunicarse y, en la película, los dibujos de Ben son los que ayudan al niño a superar la pérdida. Al final, aquellos dibujos cobrarán vida y gracias a los mitos y las leyendas que escuchaba y dibujaba desde pequeño logrará entender qué le pasó a su madre, el secreto que se esconde tras Saoirce y todo esto le ayudará a crecer y madurar como persona.

F.K.: No solamente Ben sino también su padre, Conor, crecerá durante toda la narración.

T.M.: Sí, el viaje de Ben afectará no sólo a él, sino a su padre, a su hermana y a su madre. Cuando todo termina, cada uno ha encontrado algo que pensó que había perdido y recupera las ganas de vivir, tal y como sucede con la película de Miyazaki.

Song of the Sea es de esas películas que te ayudan a valorar tu propia realidad, sin importar el ruido medioambiental al que la sociedad somete a los seres humanos. Sus personajes son reales, tridimensionales y los mitos y las leyendas que pululan delante de tus ojos son sólo una excusa para que Ben, el niño inseguro que descubrirá buena parte de su potencial, afronte el reto de vivir su vida sin temor al futuro.

Ojalá propuestas como éstas lograran convencer al público de la validez de la animación como medio de expresión, lejos de los tópicos al uso cuando se habla de una película de “dibujos animados” en nuestras latitudes. Si lo hicieran, películas como Song of the Sea dejarían de ser el patito feo de la programación cinematográfica nacional y se convertirán en lo que de verdad son, pequeñas joyas del séptimo arte, capaces de conmover a quienes aceptan el reto de sentarse en una sala para disfrutar de una historia como ésta.

Si tienen tiempo y ganas, no duden en hacerlo, aunque, a estas alturas, la única opción que les queda es buscar el DVD y verlo en el salón de casa. No es lo mismo, pero la experiencia bien merece el gasto y el tiempo que luego se invertirá en verla.

© Eduardo Serradilla Sanchis

© 2016 Big Farm, Cartoon Saloon, Digital Graphics, Mélusine Productions, Studio 352, Super Productions & Magellan Films

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Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

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