La OTAN dejó morir a 61 inmigrantes en el Mediterráneo
Al menos 61 inmigrantes africanos murieron de hambre y sed el pasado marzo en el mar Mediterráneo tras quedar a la deriva el barco en el que trataban de llegar a la isla italiana de Lampedusa y no ser socorridos por los barcos que la OTAN tiene desplegados en la zona en el marco de la operación en Libia, según informa el diario británico The Guardian.
Un barco con 72 personas, incluidos mujeres, niños y refugiados políticos, quedó a la deriva a finales de marzo tras partir desde Trípoli y pese a que pidió ayuda a los Guardacostas italianos y contacto con un helicóptero militar y un buque de guerra de la OTAN, no se llevó a cabo ninguna operación de rescate, precisa el rotativo.
Finalmente, solo once de las personas a bordo consiguieron sobrevivir, mientras que el resto murió de hambre y sed después de pasar 16 días en el mar. Según ha relatado uno de los supervivientes, Abu Kurke, “cada mañana nos despertábamos y había más cuerpos, que dejábamos 24 horas y luego los lanzábamos por la borda”.
Desde el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se ha pedido una mayor cooperación entre los barcos comerciales y militares en el Mediterráneo para salvar vidas, puesto que el derecho internacional del mar obliga a cualquier embarcación a responder ante llamadas de socorro de otros barcos cercanos.
“El Mediterráneo no puede convertirse en el lejano oeste”, ha subrayado la portavoz de ACNUR, Laura Boldrini, subrayando que “aquellos que no socorren a personas en el mar no pueden permanecer sin castigo”.
Por su parte, el padre Moses Zerai, un religioso eritreo en Roma que dirige la organización que defiende los derechos de los inmigrantes Habeshia, ha denunciado que “hubo una negación de responsabilidad que llevó a la muerte de más de 60 personas, entre ellas niños”.
El religioso, que fue una de las últimas personas en comunicarse con los inmigrantes antes de que su teléfono vía satélite se quedara sin batería, ha incidido en que “esto constituye un delito y ese delito no puede quedar impune porque las víctimas eran inmigrantes africanos y no turistas en un crucero”.
20 mujeres y dos niños
La investigación realizada por el diario británico le ha permitido averiguar que el barco partió con 72 inmigrantes a bordo -47 etíopes, siete nigerianos, siete eritreos, seis ghaneses y cinco sudaneses- de la capital de Libia el 25 de marzo. De ellos, 20 eran mujeres y dos niños, uno de ellos de solo un año.
El destino final de la embarcación era Lampedusa, pero tan solo 18 horas después de salir el bote comenzó a sufrir problemas y a perder combustible. Entonces, los inmigrantes utilizaron el teléfono vía satélite para llamar a Zerai a Roma, quien a su vez contactó con los Guardacostas italianos.
Estos aseguraron al religioso que se había dado la alarma a las autoridades competentes y se había determinado que el barco estaba a unas 60 millas de Trípoli. A continuación un helicóptero militar sobrevoló el barco e hizo llegar botellas de agua y paquetes de galletas a los pasajeros, a los que se pidió que permanecieran a la espera de que otro barco viniera a rescatarles.
Sin embargo, según lo relatado por los supervivientes y por las personas que hablaron con los inmigrantes mientras estuvieron en el mar, ningún barco vino en su ayuda.
Según The Guardian, ningún país ha reconocido haber enviado el helicóptero. Un portavoz de los Guardacostas italianos ha indicado que se avisó a Malta de que “el barco se dirigía a su zona de búsqueda y rescate y emitimos una alerta para que los barcos buscaran el bote, obligándoles a intentar un rescate”. Desde Malta se niega ninguna implicación en el caso.
Como la ayuda no llegaba y apenas quedaba combustible, el capitán del barco, un ghanés, intentó llegar hasta Lampedusa, pero el 27 de marzo la embarcación había perdido el rumbo, se había quedado sin combustible y estaba a la deriva.
En un momento dado, hacia el 29 o el 30 de marzo, el barco fue llevado a las proximidades de una embarcación de la OTAN. Según los supervivientes, dos cazas despegaron del buque y sobrevolaron el barco mientras los inmigrantes les mostraban a los dos niños. Tampoco entonces recibieron ayuda. A partir de ese momento, sin alimentos ni agua, los inmigrantes comenzaron a morir uno a uno.
Buque francés
El diario británico ha llegado a la conclusión, en base a la investigación que ha realizado, de que el buque de la OTAN era el barco francés Charles de Gaulle. Inicialmente las autoridades navales galas negaron que el portaaviones se encontrara en la zona en esas fechas y luego se negaron a comentar las noticias publicadas que indicaban que eso no era cierto.
Por su parte, un portavoz de la OTAN ha indicado que no se recibió ninguna petición de ayuda y no hay registros del incidente. “Las unidades de la OTAN son plenamente conscientes de sus responsabilidades en lo que respecta al derecho internacional marítimo y el salvamento de vidas en el mar”, ha asegurado un responsable de la Alianza.
Según el relato de Kurke, que sobrevivió gracias a beberse su propia orina y comerse dos botes de pasta de dientes, se trató de salvar a los dos niños, incluso después de que murieran sus padres, pero estos fallecieron porque “eran muy pequeños”.
Finalmente, el 10 de abril, el barco llegó a una playa cerca de la localidad libia de Zlitan, cerca de Misrata, en el oeste del país. Sólo once de los 72 inmigrantes que viajaban a bordo seguían con vida, pero uno de ellos falleció casi inmediatamente después de llegar a tierra y otro murió poco después en prisión, ya que las fuerzas gubernamentales detuvieron a los inmigrantes durante cuatro días.
Actualmente los supervivientes se encuentran escondidos en la casa de un etíope en Trípoli y pese a lo vivido están dispuestos a volver a arriesgar su vida para llegar hasta Europa. “Debemos hacer justicia por ellos, por lo que murieron junto a ellos y por las familias que han perdido a sus seres queridos”, ha reclamado Zerai.