¿Qué hacemos con tanta gente ‘lista’ en este mundo?

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Como bien digo, gente lista que no inteligente o sabia. Lo que me ha llamado la atención en esta ocasión y me ha incitado a reaccionar, escribiendo este artículo, es el hecho de tener que soportar en una clase de baile a un sujeto  listo y que no lleva bozal.

Voy a aclarar conceptos. Llamo listo o lista a las personas que no tienen ninguna relación con la humildad. Lo que me resulta curioso es que exista tanta gente que no sepa mostrar algo de esa virtud, que es la humildad, siendo que nuestra cultura se ve impregnada de los valores de la educación judeocristiana, en la cual se considera a la humildad como una virtud.

Según la Real Academia Española de la Lengua, la humildad se define como: virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento. Algunos sinónimos que propone dicha institución son: modestia, sencillez, llaneza o moderación.

Las personas humildes toman responsabilidad por sus acciones, corrigen sus errores, escuchan las ideas de los demás y no sobrestiman sus capacidades.

En el caso concreto de esta persona, es que es evidente que no domina la técnica del baile, que se defiende difícilmente realizando los pasos básicos que propone el profesor y a pesar de ello se dedica a ofrecer lecciones y opiniones sobre el resto de nuestros compañeros, y en ellos me incluyo, sin que nadie le haya pedido su opinión, o su juicio sobre la ejecución que cada uno de nosotros realiza.

¿Qué pasa con él? El resto de alumnos no le juzga ni le critica, asumiendo el grupo que, en general, tiene un nivel mucho más elevado que él, que esta persona está en las primeras fases de un proceso de aprendizaje. Sencillamente el grupo le acepta y le respeta.

Puedo entender el mecanismo cognitivo y emocional que posiblemente le lleve a actuar de esa manera. Lo fácil es deducir que es conocedor de sus dificultades y que sus propios complejos le incitan a utilizar como mecanismo de defensa el ataque preventivo. Ese razonamiento es válido, si analizo la situación desde el ‘buenismo’ pero, ¿y si simplemente es que esa persona está beoda de soberbia y ciega ante sus dificultades para seguir un ritmo musical? En ese caso, la soberbia sería la que se escaparía por los poros de su piel y necesitaría rebajarnos a todos, con tal de mantener su autoestima en un nivel aceptable.

Todavía no se ha dado una conversación grupal en la cual cada uno de nosotros exprese su opinión respecto de las verbalizaciones de este sujeto, y es muy posible que no se dé, porque, sencillamente, tratamos de evitar un conflicto con él, y como grupo somos respetuosos ya que todos en algún momento hemos empezado desde cero en nuestro aprendizaje. Por otro lado, tener un enfrentamiento o afrontamiento verbal con esa persona no es rentable, dado que no hablamos de una situación que vaya a afectar a nuestra vida de manera importante, salvo que enturbiaría un poco el ambiente lúdico de la clase de los lunes.

Reflexionar sobre la reacción tanto individual como grupal ante alguien que luce su soberbia sin filtro, es lo que me ha provocado ampliar mi campo de visión y comprobar la cantidad de gente que va de lista por la vida, aprovechándose que muchos de nosotros no los colocamos en su sitio para no parecer bordes, o por pura comodidad. Y así nos va.

Tenemos políticos electos que nos han mentido en nuestra cara, que han cambiado mil y una vez su versión de la justificación de sus decisiones, y no nos rebelamos como sociedad, ni pedimos su dimisión.

Seguro que todos conocemos a listos que nos tratan como a tontos y ante los cuales no les ponemos un espejo virtual delante para que se reconozcan en su justa medida.

El luchar contra listos implica un desgaste de energía vital que habitualmente preferimos ahorrar, porque de lo contrario, podríamos discutir varias veces al día. Esto me lleva a una contradicción personal. Por un lado, no tengo ganas de desgastarme en una lucha verbal que posiblemente no gane si él o la que tengo enfrente es un soberbio con rasgo narcisista, y por otro, estoy harta de tener que oírlos, aunque intente no escucharlos, con lo que se perpetúan en su actitud.

Así que, cada uno que tome la decisión que considere más oportuna cuando tropiece con un listo o lista en su vida, en función de las ganas que tenga de discutir o de perder tiempo.

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