Espacio de opinión de La Palma Ahora
Mentalidad viejuna
El verdadero, el único, el vergonzoso problema de La Palma es su mentalidad viejuna, el típico provincianismo “ehjpañó”. Las características de este provincianismo retrógrado se describieron con pluma fina por la literatura ilustrada en castellano de todos los tiempos. Desde la metropolitana península hasta Tierra del Fuego. No hicimos caso.
Los provincianos tienen complejo de atrasados y lo disimulan imitando a los de la capital. En realidad, no les sale sino una mueca esperpéntica que antes daba risa, pero ahora da más miedo que 'La Noche De Los Muertos Vivientes', 'Las Brujas de Blear' y 'Rec' juntas. Porque ese provincianismo, cerrando un círculo fatal de decadencia, se instaló a lo fanfarrón en las instituciones públicas para reinstaurar el feudalismo nacional católico que tanto les inspira. La autoridad no la da el saber, sino el cargo. Y se ejerce a imagen y semejanza de nuestro subconsciente jerarquizado por la santa tradición, con gritos, amenazas y chantajes, con violencia institucional. Aquí, hasta la gente más “ilustrada y socialista” se inclina ante la tradición.
La Tradición es un concepto romántico que apelando al sentimentalismo y la olvidadiza nostalgia, servía de ideario a la necesidad de inmovilismo de los poderes antiguos -donde la soberanía emanaba de la crueldad engalanada con gracia divina-, frente a las revoluciones sociales que la Ilustración inspiró en el S. XVIII, XIX y XX. La tradición es fundamentalmente reaccionaria, retrógrada, anticientífica y apela al miedo, la superstición y la obediencia, en lugar de a la libertad, la voluntad y la conciencia. Miente deliberadamente (demagogia, populismo, chulería mafiosa,?) para, simple y brutalmente, amasar un botín.
En estas Islas Canarias, en esta isla de La Palma, ese tradicionalismo subyace a la institucionalización del caciquismo antiguo y el costumbrismo católico que hoy nos lleva a la quiebra social. Consecuencia, entre otras causas, de la impunidad con la que siempre quedaron los sucesivos genocidios de los “ultras”. No es la crisis económica, no es la corrupción?, es la inconsciencia, la superstición y el servilismo aceptado de facto por todo el mundo, porque “siempre ha sido así y punto”.
Los empresarios feudales del plátano, el turismo, las medianías, la construcción, los santuarios y las mercancías, llevan arengando espumarajes de patriotismo insularista, o el que hiciera falta, desde hace mucho más que treinta y cinco años con la misma monserga. Sus proles, que fueron a estudiar “fuera”, aprendieron a decir lo mismo pero con palabras camufladas por academicismos. Ocuparon las instituciones públicas con el consentimiento de la mayor parte de la servidumbre, que alberga en sus corazones las mismas ambiciones. (Para tener estatus de ciudadanía, primero hay que tener igual libertad y derecho. Eso aquí nunca llegó). Y nos arrastran hacia la agonía fatal, como Fausto arrastró a Margarita.
El provincianismo institucionalizado, imitando a sus cabecillas metropolitanos, pretende meter a este territorio en una competición perdida de antemano. En Canarias, ningún modelo industrialista llegará nunca a ser competitivo. Simplemente será depredador. Las características geográficas de las islas las ponen en inferioridad de condiciones respecto a los continentes, en lo que a industria y economía de mercado se refiere. El valor de este territorio es su diferencia, es su particularidad. La homogeneización mercantilista nos debilita y nos expone a los depredadores capitalistas.
(Nótese la aparente contradicción: por una parte ideario conservadurista y por la otra política industrialista, neoliberal, capitalista ?, depredadora de lo que se pretende conservar. Pero no hay contradicción. Es? que convence, que da poder. Quien persigue los beneficios del poder, pone cualquier recurso al servicio de su objetivo: Las emociones para crear estado de ánimo en la población embrutecida; la técnica para la ingeniería social embrutecedora, y para arrasar los recursos e invertirlos en la guerra capitalista. Es lo que Adorno y Horkheimer llamaron la instrumentalización de la Ilustración con la que el capitalismo se hace pasar por progreso? El progreso, sólo puede ser social y humano. La economía y la industria tienen que estar al servicio de lo humano y no al revés, lo cual es el retroceso en el que estamos profundizando las cuatro patas cada día más?)
Aquí no se aprovechan las características de este territorio y las posibilidades que dan las tecnologías a favor de las personas, sino de los poderes fácticos. Si en lugar de vernos como siervos del jefe y el alcalde, de los hijos y el marido, de la guataca y el mandil, nos viésemos como un jardín de la democracia, el conocimiento y la cultura, dejaríamos de permitir la gerontocrática arenga que impone el atropello cotidiano de exclusión social y de explotación laboral que padece nuestro colectivo social, de infraestructuras y sobreexplotaciones que padece nuestro medio ambiente. En lugar de refugiarnos en espirutalismos “new age” u “old age”, defenderíamos nuestra ciudadanía y la naturaleza que nos aloja como nuestros principales valores. Buscaríamos ser un laboratorio de progreso y excelencia humana, individual y social, en lugar de estarnos prostituyendo a la baja. Política social, democracia participativa directa, formación, investigación, difusión y producción científica, intelectual y artística no industrializada? Ilustración, desde aquí en diálogo con todo el mundo. Sin paternalismos clientelares, demagogias, ni proxenetismos políticos como los del Roque de los Muchachos, la marca La Palma, la Transvulcania, La Fuente Santa o el Parque Tecnológico? Proyectos esquizofrénicos que, como no se deciden de bando, son del bando viejo. Llevan a la autodestrucción.
En definitiva, en los valores y las aspiraciones que cultive una sociedad está su pervivencia o su destrucción. ¿“Pan para hoy y hambre para mañana”, o libertad, sociedad, justicia, voluntad,?, dignidad y conciencia de ser humanos, para hoy y para mañana?.
(Firmo, a pesar de la confusa mezcla entre aprensión y vehemencia. Sabiendo que lo único que percibirán de este ingenuo texto los poderes fácticos, también instalados a base de terror en el subconsciente colectivo, es, no ya una amenaza, sino un imprudente cuestionamiento de su status. Temiendo hundirme todavía más en la exclusión social, en el ostracismo que tan sutil como aplastantemente habita y ordena en nuestra comunidad. Pero también extenuado de tanta prudencia: como dice el corrido mexicano: “..si me han de matar mañana, que me maten de una vez?”).
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