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Miedos

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El miedo ha propugnado en demasía, un grave y constante daño a la humanidad, no solo el imprevisto y fornido miedo padecido por la influencia interna y propia del carácter y la personalidad de cada individuo, sino el miedo como arma mortífera y amedrentadora, en la medida que erradica y desahucia las actitudes de libertad, y además, en mayor constancia y como objetivo prioritario y absoluto, para manejar masas, cantidades ingentes de seres humanos, y en ello, magnificar o endiosar al poder político, religioso o económico.

Las misceláneas y complejas maneras en que a lo largo y ancho de la historia de la humanidad, el miedo ha sido inducido al ser humano con certera y estratégica influencia, ha abarcado desde el autoritarismo físico y contundente, y la muerte y los horrores corporales y mentales de las torturas, hasta las dulces y embaucadoras palabras, y como sofistas griegos o serpientes en el paraíso de Adán y Eva, han encantado, hechizado y forjado conceptos, creencias, santuarios, campos de salvación oníricos, realidades paralelas con hechos no constatados.

El miedo secunda y advierte del dolor o de la incertidumbre a lo desconocido, convoca a la desazón y a la ceguera reflexiva, y da un paso atrás ante la aguda sinrazón a padecer y percibir dolor.

En el proyecto indispensable y estratégico que constata o configura cualquier orden social, el miedo parece ser un ineludible utensilio, aunque no debiera, pero la inefable herencia e historia es lo que ello indica, no por ignorancia y riesgo para acometer o fecundar otra posibilidad, sino que por desgracia, es la más recurrida y agasajada, porque es la más efectiva. Y en esta España actual, en esta Europa actual, nos atosigan y castigan con él.

La cercanía y el colapso de la muerte es miedo, la fatigada y desconsolada hambre es miedo, el irresistible y tenebroso dolor es miedo, la pérdida constante y desalentadora de trabajo es miedo, el mísero y vergonzoso desahucio de los bancos es miedo, la agonía por la educación de los hijos es miedo, el futuro inaccesible e incierto es miedo, el desplome de las ilusiones y los sueños debido a la crisis económica es miedo. El miedo aletea actualmente con una voracidad y aplomo aplastante, arrolla y atrapa todo a su paso, se muestra inverosímil, e incrusta sus inapreciables raíces en el más recóndito espacio, para luego, crecer y fortalecer su estructura. Enraíza la idea y no se queda ahí, roe y desgarra cualquier sugerenciaque produzca un sendero decente y digno, toda probabilidad humana y acertada, y desbarata y desmonta la torre de lego, forjada y trasteada paso a paso en este corto y fugaz tiempo que se nos ha prestado para experimentar en alguna manera la posibilidad de la vida.

El miedo es eterno mientras la vida guarde y otorgue algún resquicio o sombra, aparecerá y rondará en busca de su propio protagonismo, pero por desgracia, también, mientras desde el poder político, religioso o económico, vociferen como un estruendo los tambores estridentes, y nos atemoricen: ¡que viene el lobo!, ¡que viene el lobo!...

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