Aunque el Telescopio Extremadamente Grande siga en penduras aquejado ahora de acciones legales extremadamente ecologistas, en La Palma no faltan cuestiones extremas. El precio de la gasolina extremadamente abusivo, el incendio de El Paso extremadamente incomprensible, el recibo de la luz extremadamente electrizante, senderistas extremadamente descacharrados rescatados por helicópteros extremadamente àgiles, alquileres extremadamente altos, un agosto extremadamente hot, unos bancos con servicios extremadamente peores, una paciencia extremadamente grande de muchos conductores detrás de ciclistas extremadamente lentos y una pandemia que a pesar de comunicados extremadamente optimistas sigue siendo extremadamente persistente. Y es que los ciudadanos no somos tan extremadamente tontos como algunos creen, pero sí que estamos extremadamente mosqueados.