¿Sinceridad o sincericidio?
Cada vez más nos han hecho creer que la autenticidad es lo que vale. Seguro que muchas veces has escuchado “Yo siempre digo todo lo que siento y pienso”, “yo digo todo lo que me pasa por la cabeza”, siendo algo de lo que muchas personas presumen. Se te tacha de ser una persona con poca credibilidad cuando decides ser empático con la otra persona y no decir todo de la manera en la que lo piensas en un determinado momento. ¿De qué sirve ser sincero si la empatía queda atrás?
La asertividad se define como la capacidad de expresar sentimientos, deseos, actitudes… de una forma que no afecte, hiera o perjudique a la otra persona con la que estés manteniendo un diálogo. En otras palabras, no es lo mismo el término sinceridad que sincericidio, donde la sinceridad aspira a tratar a las personas con honestidad, pero filtrando la información según la utilidad que vaya a tener para las personas que la vayan a recibir. Mientras que el sincericidio es la idea errónea de que decir las cosas a la cara es algo por lo que una persona debe sentirse orgulloso.
Sin embargo, no todas las personas utilizan la comunicación asertiva. Muchas de ellas usan el estilo agresivo, el cual se presenta en personas que generalmente no tienen en cuenta los sentimientos de los demás y dicen todo como le viene a la mente. Por ejemplo, si te ven en la calle y ven que has engordado, te lo dirán sin tener en cuenta cómo puede afectarte ese comentario. O si ven que has cambiado de estilo de pelo, te darán su opinión de él sin habérsela pedido.
Una vez leí una frase que decía: “Las palabras tienen tanto poder, que con ellas puedes destruir o construir a una persona” y es totalmente cierto. ¿En qué momento nos han hecho creer que decir todo lo que pasa por tu cabeza es lo correcto? ¿Te gusta a ti que te digan todo lo que otra persona piensa sin pensar en cómo te va a afectar?
Pensar antes de hablar hace que te conviertas en una persona mucho más consciente de la importancia del buen uso de las palabras. Es cierto que es muy complicado controlar cómo le va a afectar a otra persona un mensaje recibido por nosotros, pero sí es nuestra responsabilidad usar la empatía y reflexionar si el mensaje que se le va a enviar es una crítica constructiva o solamente es nuestro ego manifestándose. Una persona se convertirá en alguien asertivo cuando haya trabajado en su crecimiento interior, dándose cuenta de que es mucho más que su propio ego, entendiendo así que lo único importante no es lo que piensa y siente, sino cómo a las otras personas les va a afectar sus pensamientos y opiniones.
En definitiva, quizás es el momento de cambiar determinados hábitos que tenemos instaurados dentro de nosotros, ya que la sinceridad sin empatía es solamente nuestro ego empoderándose, además de la necesidad de querer tener siempre la razón.
* Natalia Ramos García es alumna de 4º curso del Grado de Turismo Facultad de Economía, Empresa y Turismo de la Universidad de La Laguna.
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