Los antiguos caminos de La Palma: vías para la subsistencia
Una constante que marcó el escaso desarrollo del viario palmero hasta la aparición de las carreteras fue “su pésimo estado para permitir unas comunicaciones más fluidas”. Los antiguos caminos de La Palma. Vías de comunicación para la subsistencia es el título de un cuaderno de divulgación científica elaborado por los investigadores Jorge Pais, Néstor Pellitero y Carlos Asterio Abreu, y editado conjuntamente por el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (CICOP) y la Consejería de Cultura del Cabildo de La Palma. “Los benahoaritas fueron unos magníficos conocedores del medio natural en el que se desarrollaba su vida, puesto que en ello le iba la supervivencia, tanto para conseguir alimentos como materias primas con los que elaborar buena parte de los objetos necesarios en su quehacer cotidiano. El aprovisionamiento y acceso a estos lugares debía estar perfectamente organizado y controlado para evitar disputas y enfrentamiento con los vecinos”, explican.
Este control, añaden, “solo sería posible gracias a una densa red de caminos, senderos y veredas que cruzaban la Isla en todas las direcciones y que abarcaría desde la orilla del mar a las cumbres más elevadas. Estos lugares de paso establecidos, y perfectamente conocidos por todos, permitían una explotación estacional y racional de los diferentes pisos vegetales que cubren la orografía insular, máxime si tenemos en cuenta que su economía era esencialmente pastoril. Además, toda esa red estaba enfocada a hacer que los trayectos fuesen lo más rápidos y descansados posibles, tanto para las personas como para los animales”.
El entramado de vías de comunicación, detallan, “sería tanto más denso cuanto mayor fuese la población que estuviese asentada en esos parajes, de tal forma que constituirían una auténtica maraña en los lugares de habitación permanentes de costas y medianías. Los senderos se marcaban en todas direcciones y en sentido horizontal, transversal o vertical, en función de los hábitos cotidianos de las gentes. Incluso es muy posible que fuesen los propios animales domésticos los que marcasen las pautas de su trazado, puesto que sus pezuñas eran capaces de abrirse camino por cualquier zona por muy accidentada o cubierta de vegetación que estuviese”.
Las vías de comunicación de la época histórica
El desarrollo del viario palmero, antes de la aparición de las vías rodadas, señalan los citados investigadores, “se puede dividir en dos etapas: una primera coincidente con la prehistoria de la Isla, y una segunda concerniente al periodo comprendido entre la llegada de los europeos hasta finales del siglo XIX, momento en el cual la carretera de circunvalación comenzaba a ser una realidad en sus primeros kilómetros. Aquellas vías presentes en la época perteneciente a la prehistoria de La Palma, los colonizadores las ampliaron y las interconectaron para un mejor desarrollo de su economía”.
“Una constante que marcó el escaso desarrollo del viario palmero hasta la aparición de las carreteras fue su pésimo estado para permitir unas comunicaciones más fluidas”, dicen. “La impresión del viajero que visitaba la Isla fue el mejor exponente para la calificación de los caminos. La mayor parte de ellos hablaban de la agreste orografía de La Palma, con profundos desniveles y un terreno salvaje al cual el poblador apenas había podido domesticar. Su tránsito por ellos resultaba arduo, costoso y peligroso”, relatan.
Entre los diferentes tipos de caminos, citan el Camino Real, que “constituye la principal vía ante de la llegada de las carreteras, recorriendo el perímetro insular en una franja comprendida entre los 100 y los 400 metros de altura durante la mayor parte del territorio”. Otros caminos eran la traviesa (vía que cruza distintas partes de la Isla, describiendo una trayectoria horizontal con la finalidad de acortar dos puntos, o aquella vía corta que cruza una ladera, indistintamente de manera pendiente u horizontal), el camino de tira (usado para el transporte de madera y otros materiales forestales empujados por reses vacunas), la vereda (camino cuyo aspecto presenta unas mínimas condiciones para su reconocimiento, facilitando el paso entre dos lugares), caminos de herradura (vía usada por animales herrados, principalmente los de carga), trillo (vía de carácter privado que discurre por el interior de una propiedad o entre dos), atajo (surge como solución a una distancia más corta entre dos puntos presentes en dos vías de mayor importancia), camino vecinal (cada núcleo poblacional contaba con los suyos), camino de prois o puertos (enlace de una población con un prois o puerto), pasada (camino de construcción muy pobre, tránsito casual, uso pastoril y una ubicación en laderas muy acentuadas, con un trazado, en la mayoría de las ocasiones, en sentido vertical. Normalmente este camino se localiza en las estribaciones interiores de La Caldera de Taburiente) y serventía, sermentía o serpentía (vía de carácter privado que se desgaja de un camino principal y se adentra en las propiedades particulares, concluyendo mayoritariamente en una vivienda).