Espacio de opinión de Canarias Ahora
La necesaria, obligada y reparadora retirada de la cruz franquista de la plaza de la Iglesia
El traslado de la ubicación del templo de san Ginés a su segunda y actual ubicación a principios del siglo XVIII, creó el espacio que hoy denominamos plaza de Las Palmas o de la Iglesia. Desde sus inicios ha tenido un uso colectivo variado: de índole religioso, castrense, cultural o para agasajar visitas, como la de Alfonso XIII en abril de 1906.
La cercanía ideológica y política de la iglesia católica con el franquismo benefició que, a poco de finalizar la guerra civil, en la fachada principal de la iglesia de san Ginés se conmemorara, exclusivamente a las personas fallecidas del bando franquista, con una gran cruz pintada de negro y una lápida con el listado de quienes murieron en el bando nacional.
Algo después, en 1950, la apertura de una nueva puerta en la parte central de la fachada, hizo desaparecer esa simbología franquista de la lápida y del trazado en el paramento. Por ese entonces, el Ayuntamiento de Arrecife encarga a César Manrique Cabrera la que fuera su primera obra arquitectónica, y el artista y activista, inspirándose en trabajos de Néstor de la Torre, perimetra la plaza tal y como se conservaba hasta hace escasas semanas. En septiembre del mismo año de 1950, el delegado del Gobierno en la isla solicita al Ayuntamiento de Arrecife permiso para instalar una cruz esculpida en piedra que sustituya a la desaparecida y le pide que se comprometa a finalizar las obras de la plaza, incluido su ornato antes del 29 de octubre, fecha de la visita de Francisco Franco a Lanzarote; y el Ayuntamiento cumple.
La Historia -así, en mayúscula- enseña demasiado, y tener conocimiento no sesgado de lo ocurrido, al menos de donde vivimos, nos permite avanzar en convivencia pacífica, en sociedad y en democracia, y ello requiere conocer las oscuridades del pasado reciente y ser consciente de que la finalidad del franquismo no solo fue apoderarse del Estado legalmente constituido, sino exterminar la cultura creada: la guerra la hizo el ejército sublevado contra las personas trabajadoras urbanas y rurales beneficiadas por las reformas de la República, contra pueblo que mostró su desacuerdo, las alcaldías, intelectuales y profesorado, entre otros colectivos.
Compensar, después de casi 90 años, a quienes padecieron las consecuencias de la sublevación, la guerra, la dictadura y la represión franquista conlleva la retirada de todos los símbolos, nombres de calles, monumentos y menciones franquistas como la cruz que nos ocupa. Para su alejamiento del espacio público, la de otros 9 símbolos más y la anulación de honores, el Ayuntamiento de Arrecife no precisa de una ley, pero observamos que no le basta con los más de cinco cuerpos legales y más de tres decretos, entre otras normas, que se han tramitado para reconocer y ampliar derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, o de creencia religiosa, durante la Guerra Civil y la Dictadura. Está costando que el gobierno de CC y PP del Ayuntamiento de Arrecife inicie la promoción y adopción de medidas que contribuyan a recomponer y sanar las heridas causadas, la reparación moral y la recuperación de la memoria personal y familiar. El Ayuntamiento aparenta estar más enredado en asuntos festivos y de solares, que en política democrática.
Todo el repertorio de reconocimiento y compensación a quienes sufrieron no nace de la magia, sino, y entre otros, del Informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa firmado en París el 17 de marzo de 2006 en el que se denuncian las graves violaciones de derechos Humanos cometidas en España entre 1939 y 1975.
Honrar a quienes perdieron la vida y a sus familias, a quienes perdieron la libertad al padecer prisión, deportación, confiscación de sus bienes, trabajos forzosos o internamientos en campos de concentración, a quienes perdieron su patria al ser empujadas al exilio, nos ayuda a ser más respetuosas y libres.
Leyendo el texto publicado por quienes ostentan representación por el partido político Vox en el Ayuntamiento, que es además el responsable de continuar exhibiendo en la vía pública la cantidad más alta de vestigios franquista de la isla, entendemos que urge el desarrollo de políticas públicas dirigidas al conocimiento de la historia local y al fomento de la memoria democrática, de cuyo desarrollo deben beneficiase quienes tienen la responsabilidad de gestionar competencias públicas, porque la ignorancia en las administraciones resulta extremadamente cara.
El que el Ayuntamiento de Arrecife siga distinguiendo a Severiano Martínez Anido hijo adoptivo y alcalde honorario del municipio, lo dice todo. Dice todo el que miembros del cuerpo diplomático de la Alemania nazi consideraron que los métodos que usaba Martínez Anido durante la guerra civil resultaban excesivos. Dicho queda todo con las palabras textuales del diplomático y espía nazi Eberhard Von Stohrer: “El terror que practica actualmente Martínez Anido en la zona nacionalista resulta inadmisible, aun a ojos de la propia Falange” (Thomas Hugh, 1976:892).
Nona Perera, responsable de Patrimonio Cultural de Podemos Canarias