Un museo donde se hace política

El Parlamento de Canarias, sede de la voluntad democrática ciudadana, órgano que crea leyes y controla al poder del Ejecutivo, tiene otra cara desconocida no sólo para el gran público sino para la mayor parte de los diputados: es una sede museística que alberga “más de 800 piezas” catalogadas como bien de interés cultural y cuyo valor “es incalculable”.

Así lo ha asegurado este jueves el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna Alberto Darias, encargado de realizar el inventario de bienes patrimoniales y de interés cultural del Parlamento y cuyo estudio histórico, científico, riguroso y detallado del patrimonio de la Cámara y sus distintas sedes (Diputado del Común, Audiencia de Cuentas y Consejo Consultivo) ha cuantificado 536 fichas de bienes, si bien algunas de ellas hay que subdividirlas en muchas más piezas.

“Podemos estar hablando de entre 600 y 700 piezas”, aseguró Díaz, si bien Castro ha afirmado que “creo que hay más de 800”, pues aunque todas ellas no están 'fichadas', sí “están controladas”.

“En arte todo está en función de la oferta y la demanda, y un cuadro que ahora no vale nada puede costar muchísimo dentro de unos años porque es el único que queda de su autor, o una obra que ahora vale mucho puede valer mucho más, pero lo cierto es que lo que hay en el Parlamento es incalculable”.

Los escaños, micrófonos y ordenadores que sirven para el debate político conviven en el mismo espacio con tesoros como alfombras persas, lienzos de gran valor pictórico, barandas de escaleras del siglo XIX, grabados o pomos de puertas que “responden a una época y una cultura”. Sin embargo, todo ello es desconocido para los canarios.

“Hay un trabajo muy bonito y muy importante que hacer en el futuro, y serán otros quienes lo hagan, pero creo necesario que exista un espacio para que los ciudadanos puedan contemplar los objetos de valor que tiene el Parlamento”, ha asegurado Castro.

El inventario no solamente incluye las obras pictóricas y las esculturas, sino todos aquellos bienes susceptibles de ser catalogados, tales como muebles, objetos conmemorativos, pliegos, pergaminos, mapas, y monedas.

“Recomiendo al Parlamento, como pasa en las Iglesias y los Palacios, que contemple la posibilidad de tener un conservador, pues todas estas piezas requieren un cuidado constante y asesoramiento adecuado”, ha afirmado Darias.

Es más, el autor del inventario cree que “no es bueno que se ponga en conocimiento del público, se cuelgue en la red, todo el catálogo para evitar que algunas obras sean sustraídas por ladrones de arte y capricho de coleccionistas”.

Una sustracción de la que, como buen museo que se precie, tampoco se ha librado la Cámara regional pues varias obras que pertenecen al Parlamento pueden ser contempladas en otras instituciones.

“Sería bueno, y me preocupa bastante, que el Parlamento recupere obras que tiene desperdigadas y que incluso empiezan a aparecer en otros inventarios como pertenecientes a otras instituciones”, dijo el catedrático.

Es el caso, según ha desvelado Darias, de varias efigies de Carlos III y Carlos IV del siglo XVIII, un retrato de Fernando VII u otro de Isabel II, de la Escuela de Madrazo, que están en la sede de la subdelegación del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife.

El expolio se completa con un retrato de Alfonso XIII o el cuadro La ribera del Manzanares de Valentín Sanz que están en el Museo de Santa Cruz de Tenerife. Además, es posible que detrás de la Mesa del Parlamento se esconda bajo capas de cal y pintura “un lienzo de González Méndes del antiguo escudo de Canarias” previo al del Estatuto de Autonomía.

Todo museo tiene su particular joya. Es el caso de La Gioconda en El Louvre, Las Meninas de El Prado, el Gernica en el Reina Sofía o la Máscara de Tutankamon en El Cairo. En el caso del Parlamento, el catedrático Alberto Darias no tiene dudas: las pinturas de González Méndez que presiden el salón de plenos y enmarcan a la Mesa de la Cámara.

Unas pinturas que, por cierto, en una pasada sesión plenaria el diputado de CC Manuel Fajardo pidió que se retiraran porque representaban la colonización de Canarias y el sometimiento de los guanches a España. Sin embargo, Darias afirma que “el espíritu del pintor era todo lo contrario”.

“Ese cuadro es un intento de reconciliación histórica, en la línea de la teoría de Viana de la fusión de las razas. La princesa guanche, pues no hay que olvidar que era una sociedad matriarcal, no representa una sumisión ni una entrega al conquistador, sino un pacto una fusión de las sangres”, ha asegurado.

Todo un símbolo, sin duda, de lo que tendría que ser la actividad política basada en el consenso y los pactos que debería albergar el Parlamento.

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