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Brisa Marina, la casa de Juan el Majorero

Javier Suárez

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Decir Brisa Marina en Lanzarote es tener en mente a Juan el Majorero y a todo su equipo. Cuando te acercas y observas que la gente espera pacientemente el tiempo que haga falta para tener su mesa a pesar de tener otras opciones a mano, sabes que en esta casa todo tiene un sabor especial, para el de la isla porque lo ve como su refugio de disfrute, para el de otra isla porque significa volver a la que ama y al extranjero porque empieza a saborearla con sus elaboraciones tradicionales.

Hablar del Brisa es sumergirse en lo que a simple vista puede parecer un “chiringuito de playa” por ubicación, capacidad e incluso por propuesta, pero tras esa fachada hay mucho más en el interior. La constante apuesta de Juan Cabrera (pocos conocen su apellido) por tener el mejor producto hace de cada visita a la casa una sorpresa para el paladar. Hace unos meses cuando aún estábamos en nivel 3 de restricciones sanitarias y llegaban las primeras piezas de atún rojo estuve por el local degustando un pequeño menú con sus clásicos tartar y descargamento, refrescante la ensalada en frio con el lomo y muy interesante el taco usando como relleno la casquería en forma de morrillo, cocinada en un guiso profundo que le aportaba mucho punch. Me resultó sorprendente este bocado por la inteligencia a la hora de usar partes que el comensal no suele querer por prejuicios previos y que sin embargo pueden dar mucho de sí.

Pero llega el principio del verano justo uno de los días más largos del año y aterrizar en el Brisa Marina significa mucho más que disfrutar de una simple comida veraniega. Estos almuerzos tienen el significado de recordar quienes somos, lo que hemos comido y también hacia donde vamos. En el día de hoy había mucho para elegir, pero yo decidí jugar con el mar de Lanzarote, con sus lapas, sus pescados y un tesoro en forma de carabinero de La Santa, que hablaba por sí solo. Todo ello sería imposible sin la magia en el servicio del equipo de sala que dirige Abel, el brazo derecho de Juan y quien como director de orquesta maneja a todo el personal para que toquen la misma sinfonía.

Vamos por el menú que comienza con un surtido premium de Sales de Janubio, Vinagres de Malvasía volcánica de la isla apadrinados por Martin Berasategui y Aceite de Fuerteventura, manjares a combinar a gusto por el propio comensal que además puede elegir en comprar esa caja de vinagres que les recomiendo encarecidamente que lo hagan. A su lado, lapas de tamaño XXL con su sal y un salmorejo de melón conejero con peto ahumado de La Gomera y Crunch de millo, que era pura gula.

En esta casa si los niños no comen bien es porque los padres no quieren, porque el combinado con mero, batatas del jable fritas y huevos de corral que le prepararon a la peque de la casa me lo comía yo mismo. Divertido el ceviche con helado de millo y crujiente de batata, puro el tataki de atún rojo y motivo más que suficiente para viajar a Lanzarote el degustar uno de los carabineros que se están cogiendo en la zona norteña de La Santa. “Son piezas de unos 200 gramos cada una, no vienen más que 4-5 unidades los días en que aparecen”, me espetaba Juan, orgulloso cuando los traía a la mesa sobre una cama tibia de millo y su crujiente. Este año le ha dado a Sebastián (el jefe de cocina) por incluir el millo en distintas texturas y la verdad es que sale muy airoso del reto.

La parte final en forma de cola de merluza de pintxo (de La Graciosa) a la plancha y un combinado de fritura entre briota (la merluza local) y cabrilla (entera, con su cabeza y cola). Cocina marinera de siempre, la de toda la vida y la que me llevará una y mil veces a repetir en Brisa Marina, Juan El Majorero. Sin que pueda faltar, por supuesto, el gofio escaldao con el caldo del propio pescado y sus cebollas como cucharas comestibles.

De postre, un polvito majorero usando el aloe en sus ingredientes, un barraquito de los de verdad, con su licor incluido y todo ello regado por un apasionante espumoso de la isla, Bermejo Brut Rosé.

Y a todo eso, la vista en el horizonte se funde con la Isla de Lobos, Fuerteventura y uno piensa: “Esto es normalidad y lo demás son cuentos chinos”. Por eso y por muchas cosas más, Lanzarote es una isla especial, que se te clava y agarra al corazón cuando la conoces y sientes que no puedes vivir sin sus encantos gastronómicos.

De ahí que las próximas semanas la isla y sus restaurantes serán protagonistas principales en estas líneas por lo que les invitamos a seguirnos en Facebook, Twitter e Instagram bajo los nicks de @porfogones y @javiers_gastro.es y @javiers_gastro.

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