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“Agentes imputados por violencia de género trabajan recogiendo las denuncias de otras víctimas”

Sonia Vivas, policía local de Palma de Mallorca.

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

“Desde el momento en el que un compañero te llama niña cuando vas con una pistola y dos cargadores en el cinturón, ya sientes el paternalismo”. Sonia Vivas es policía local, la única mujer de su promoción, compuesta por 90 agentes. Trabaja en Palma de Mallorca, pero sus artículos y publicaciones en Twitter han permitido que personas de todo el país conozcan las rutinas “más oscuras” de un sector de los cuerpos de seguridad. “La Policía es la muestra del machismo más rancio que hay en España”, sentencia. El motivo, según la agente, es la construcción mental que se ha erigido sobre esta profesión, vinculada al uso de la “coerción y la fuerza”, características asignadas socialmente al hombre, cuando “realmente solo se utilizan en el 10% de las actuaciones”.

Su trabajo consiste en hacer diligencias judiciales, que en muchas ocasiones están relacionadas con los delitos contra la mujer. “Delitos de la unidad de Violencia de Género, que hoy algunos quieren hacerlos pasar por doméstica”, critica. En su día a día convive con la falta de formación y la ausencia de sensibilización, dos factores que confluyen y condicionan la atención a mujeres que acuden a la comisaría para denunciar agresiones de violencia machista.

Vivas afirma que cualquier agente sin formación específica en género puede recoger denuncias. Incluso, revela que compañeros con imputaciones por haber maltratado presuntamente a sus parejas, no pueden estar de servicio en la calle porque se les retira el arma de fuego, entonces se quedan recogiendo denuncias, entre ellas, las de víctimas de violencia de género. “Hay una ausencia total de protocolos y de mirada de género”, lamenta.

Efectos de una denuncia mal recogida

Efectos de una denuncia mal recogidaLa denuncia es el primer elemento judicial que se abre cuando se da una situación de maltrato. Recogerla de forma eficiente es un paso determinante que puede condicionar la resolución final de la sentencia. “El agente tiene que hacer muchas preguntas a la víctima y debe explicar la violencia que ha sufrido desde la primera vez que fue agredida”, explica Vivas. Además, añade que “si el compañero o compañera no tiene visión de género y narra en el cuerpo de la denuncia solo lo que ha pasado esa noche y omite la prolongación en el tiempo del delito, puede no tenerse en consideración y no dictarse órdenes de protección”.

Así, tal y como narra la agente, cuando la víctima cuenta en el juicio que el agresor le lleva pegando durante mucho tiempo, los abogados de la defensa argumentan que “se lo está inventando porque esos datos no figuran en la denuncia”. “Que la Policía recoja una denuncia nefasta de solo un folio puede dejar a la víctima desprotegida”, asevera.

Según datos recabados por la propia agente, en su municipio se recoge una media de dos denuncias y media al día, y se sufre una violación cada cinco horas y media. “Es un despropósito que con estas cifras cualquier agente pueda asistir a la víctima cuando está en una situación de crisis”, señala. Para solventar esta falta de especialización, se ofrecen cursos de formación a los cuerpos de seguridad, a los que varios profesionales “no se apuntan” por “no considerarlos importantes”.

Una labor compleja e importante en la atención a las víctimas aparece cuando estas no quieren continuar con el procedimiento, en muchas ocasiones, por miedo. “En lugar de insistirles y culpabilizarlas hay que decirles que pueden volver a llamarnos cuantas veces quieran. Deben saber que vamos a estar ahí, aunque la retire 20 veces”, recomienda Sonia. Desde su punto de vista, hay muchas cosas que cambiar en el sector, y esta lucha la pone en práctica cada día en su trabajo y en su vida. “La Policía no es intocable, es un servicio público y también está para eso: para la crítica y para el cambio”, concluye.

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