Que ver en Bogotá en dos o tres días: una pequeña gran escala en la capital colombiana
Bogotá es una de las grandes ciudades americanas. Y lo es en todos los sentidos. Primero porque con sus más de 20 barrios y más de siete millones de personas es una de las megápolis más extensas del continente. Segundo porque es un activo centro comercial y económico pese a las enormes diferencias sociales que se manifiestan en la misma traza urbana. Y tercero es por todo lo que ofrece: grandes centros culturales y museísticos de primer nivel internacional y una lista patrimonial amplísima con su precioso casco colonial a la cabeza. Un ejemplo de lo que decimos es el fantástico Museo del Oro, para nosotros uno de los diez o quince museos arqueológicos más importantes y bonitos de ver del mundo.
Bogotá es la tradicional puerta de entrada a Colombia. Algo así como una escala obligada antes de sumergirse de lleno en la amplísima oferta viajera del país (el Eje Cafetero, la costa Atlántica, Cartagena de Indias, las islas, la cada vez más popular costa pacífica, las inmensas selvas amazónicas…). Pero también es un destino urbano en sí. La distancia y los costes del billete son los hándicaps más importantes de las capitales sudamericanas para consagrarse como destinos de ciudad (apenas Río de Janeiro y Buenos Aires lo han logrado) pero Bogotá tiene los atractivos suficientes para dedicarle, al menos, dos o tres días en un viaje más largo por el país. Será una muy grata sorpresa (como nos pasó, también, con Quito). Con tres días puedes ver lo más importante.
LA BOGOTÁ COLONIAL.- La Plaza de Bolívar ejerce de centro urbano y corazón de la Bogotá histórica. La ciudad fue fundada en 1538 en los alrededores de lo que hoy es la Plazoleta del Chorro de Quevedo (uno de los espacios más genuinos y bonitos de la capital), pero cuando la zona fue, finalmente asegurada por las tropas españolas, la ciudad dejó de ser un destacamento militar de fortuna para empezar a convertirse en una de las urbes más importantes del Nuevo Mundo y cabeza de Nueva Granada. La Plaza Mayor pasó a convertirse en el espacio central de la recién nacida Santafé de Bogotá muy poco tiempo después de la conquista. Aquí se estableció el mercado, la audiencia (poder judicial), el Cabildo (institución del gobierno civil) y se iniciaron las obras de la Catedral. Este espacio cambió muchísimo a lo largo de los siglos. Después de la independencia del país (1819) lo primero que cambió fue el nombre: primero recibió el de Plaza de la Constitución y, unos años después, el de Plaza Simón Bolívar.
También cambiaron los edificios coloniales y palacetes de la ‘nobleza’ criolla que fueron dando paso a los grandes edificios que debían dar lustre en piedra y ladrillo a las nuevas instituciones políticas de la recién nacida república. El Capitolio, un soberbio edificio de corte clasicista, sustituyó a la antigua Real Audiencia; el Palacio de Justicia se hizo sobre los escombros de viejas casonas coloniales y el Palacio Liévano, sede de la Alcaldía de la capital, se levantó donde estuvieron el antiguo Cabildo, la cárcel y las oficinas del Virrey. De España no quedó ni rastro. De la antigua Plaza Mayor colonial sólo queda en pie el frente de Levante, donde aún puede verse la fábrica robusta y neoclásica de la Catedral, que se empezó a construir en España y se terminó en Colombia (las obras se iniciaron en 1807 y se terminaron en 1823, ya tras la independencia). Más añejos son la Capilla del Sagrario (siglo XVII) y la Casa del Cabildo Catedralicio (siglo XVII). Afortunadamente, el Palacio Episcopal se hizo respetando el conjunto en un sobrio estilo clacisista.
Para encontrarse con la ciudad colonial hay que alejarse un poquito de la Plaza de Bolívar. Camina desde la plaza por la Carrera 8. Ahí mismo te encontrarás con esas casitas de dos pisos con techos a dos aguas cubiertos de tejas y grandes ventanas y balconadas de madera. Como en Cuzco, Cartagena de Indias, Ciudad de México, Cuba, Canarias, Andalucía, buena parte de las dos Castillas… En poco más de dos cuadras te vas a encontrar con verdaderas joyas: el Museo de Santa Clara (Carrera 8, 8), por ejemplo, ocupa una de las iglesias más añejas y bonitas de la antigua Santafé de Bogotá y un poco más allá puedes visitar el Claustro de San Agustín (Carrera 8, 21). La Calle 10 ejerce de frontera entre la vieja Santafé y la moderna Bogotá. Desde esta amplia avenida hasta las faldas de las primeras aturas que conducen a Monserrate y al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se extiende la Bogotá colonial (actual La Candelaria). Un casco histórico muy bien conservado en el que muchas casonas se han convertido en museos y centros culturales.
Lugares de interés en esta zona de la ciudad son el Chorro de Quevedo, germen de la capital, el Callejón del Embudo y la zona que conecta La Candelaria, con sus casitas coloniales que conviven con un impresionante arte urbano, y el Barrio de Egipto. Hasta hace bien poco, la calle 3 Este era una especie de frontera. La iglesia de Nuestra Señora de Egipto fue remodelada a finales del siglo XIX, pero aún conserva parte de su traza colonial. Más allá, antes era tierra de nadie. Hoy hay tours que se adentran en ‘Egipto’ para mostrar esa cara diferente que tienen la mayoría de ciudades latinoamericanas: una realidad que el turismo ha logrado cambiar para bien. Si no te atreves, al menos acércate a la iglesia y mira la Bogotá española desde las alturas. ¿Qué museos hay que ver en esta zona? Por lo menos dos: el Museo Botero (Calle 11, 41; Tel: (+57) 1343 1316), que custodia una fantástica colección del genial artista colombiano y el Museo del Oro (Carrera 6, 88; Tel: (+57) 1343 2222) que en nuestra modesta opinión es uno de los mejores museos arqueológicos del mundo (puedes ver otros museos y centros culturales en el mapa). En el entorno de este último tienes otros lugares de interés. Dos son edificios religiosos de tiempos de España: la fantástica San Francisco (Jiménez De Quesada, 10) y la Parroquia de Nuestra Señora de las Aguas (Carrera 2, 68; Tel: (+57) 1341 2985). El tercero es la emblemática Plaza de los Periodistas (hoy dedicada a Gabriel García Márquez). Y el otro tiene mucho que ver con la historia reciente del país; la Quinta de Bolívar (Calle 21, 30; Tel: (+57) 1336 6410), una antigua hacienda colonial que fue confiscada y regalada al militar tras la independencia.
SUBIR A MONSERRATE.- El Cerro de Monserrate es uno de los lugares paradigmáticos de la capital colombiana. Esta montaña prodigiosa se alza a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar (más de 400 metros sobre la ciudad) y no sólo es un mirador privilegiado. También es una parte importante de la historia citadina. Lo que empezó siendo una pequeña ermita edificada a inicios del siglo XVII hoy es un monasterio de importancia y uno de los monumentos coloniales más importantes de la ciudad (el edificio original data de mediados del XVIII) pese a las ampliaciones y reformas de tiempos posteriores. Desde aquí parte un camino que recorre el entorno y conecta viejas estaciones de penitencia y adoratorios que se construyeron a imagen y semejanza de otros cenobios de altura españoles. Para subir a Monserrate sin dejar los pulmones puedes tomar el teleférico que sale desde las inmediaciones de la Quinta de Bolívar.
LA BOGOTÁ MODERNA.- Desde la Torre Colpatria (Carrera 7, 89; Tel: (+57) 1745 6300) el paisaje urbano de la capital colombiana es una malgama de rascacielos de mayor o menor fortuna estética que se mezclan con zonas bajas y barrios populares en una hoya rodeada de montañas. La ciudad, fuera de su casco histórico, no tiene demasiado interés arquitectónico aunque los centros culturales y los museos se desparraman por buena parte del gigantesco entramado urbano. A los pies de la propia Torre Colpatria tienes algunos lugares de interés como la Avenida de El Dorado, un eje de comunicaciones que sirvió para ordenar el centro financiero y atraer nueva y buena arquitectura contemporánea, o el Parque Independencia. Si tienes tiempo y ganas puedes hacer una visita al Museo Nacional de Colombia (Carrera 7, 66 N; Tel: (+57) 1381 6470) con interesantes colecciones arqueológicas, históricas y artísticas.
Precisamente la Carrera 7 sirve de nudo de conexión entre el centro y Bogotá Norte, el lugar de moda de la ciudad. Ente jardines, algunos parques bonitos como el del Virrey, casoplones y sedes diplomáticas se encuentran la zona donde se ‘rumbea’ en Bogotá. La Zona T y la Zona Rosa (entre las calles 80 y 87) son una malgama de locales de moda, restaurantes, tiendas internacionales y hoteles que concentran una buena parte de la atención de las clases medias y altas de la capital. Aquí vas a encontrar tiendas de las marcas internacionales, buenos restaurantes y marcha nocturna. Es el lugar dónde se suelen alojar los turistas extranjeros.
UN PASEO POR USAQUÉN.- Usaquén es el típico pueblo que es engullido por el crecimiento desmesurado de la ciudad. El resultado de esta ‘fagocitación’ es una pequeña isla de viejos edificios coloniales y callejuelas con encanto alrededor de su particular Plaza Mayor (en este caso el Parque Usaquén). La Iglesia de Santa Bárbara es el edificio principal de la zona, que también cuenta con viejas haciendas campestres (una de ellas reconvertida en centro comercial) que hoy están completamente integradas en la trama bogotana. Este lugar es una de las zonas más exclusivas de la ciudad y cuenta con una muy buena oferta de restaurantes. Todos los domingos se celebra un bonito mercado de pulgas y artesanía.
Fotos bajo licencia cc: Pedro Szekely; Marc Smith; David Berkowitz; Natalia Rivera
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