Jaca y San Juan de La Peña: El Santo Grial y la cuna del reino de Aragón

Dicen que el Santo Grial llegó a la Península Ibérica a mediados del siglo III desde Roma en un viaje rocambolesco que incluye persecuciones, huidas y milagros. Los artífices primigenios de esta epopeya digna de una novela fueron el Papa Sixto II y su archidiácono Lorenzo en un contexto de persecuciones contra los cristianos impuestas por el emperador Decio (249-251). El cáliz había llegado a Roma dos siglos antes de la mano del mismísimo Pedro y salió hacia Osca (Huesca) bajo la custodia de este Lorenzo que poco después sería martirizado (con la famosa parrilla) y convertido en santo (es el patrón de estas tierras de Huesca). El ‘grial’ estuvo oculto en varias casas cristianas e iglesias de la zona hasta que fue depositado en el Monasterio de San Juan de la Peña (en el año 1080), que lo custodiaría hasta 1499 cuando la ‘santa copa’ pasa a la Catedral de Valencia.

Lo más curioso de esta historia es que de todos los ‘griales’ que han podido ser o han sido éste es el más verosímil. Es una pieza ágata de los siglos II o I antes de Cristo, procede de la antigua Judea y bien podría ser parte del ajuar doméstico de una persona acomodada de la época (como era el caso de José de Arimatea). Y, para colmo, la mística de este pequeño paraíso situado a pocos kilómetros de la ciudad de Jaca acentúa la leyenda. No es de extrañar que este humilde monasterio mitad joya románica mitad cueva fuera elegido como eje espiritual de un pequeño reino recién nacido tras el colapso del Imperio de Carlo Magno. Aquí se hicieron enterrar Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I, primeros reyes de Aragón. Aquí nació Aragón. Aquí, también, empezó a nacer España.

Jaca, capital del Reino de Aragón.- Pero vayamos por partes. Empezamos este paseo por la historia en Jaca. La ciudad ejerció como capital del reino en sus modestos inicios. Enclaustrado entre montañas y con la frontera con el Islam a unos kilómetros más al sur (Huesca es conquistada en 1096) el reino se funda en torno a Jaca, plaza fuerte del acceso a Iberia desde Francia y parada del Camino de Santiago. Muchas cosas han cambiado pero aún pueden verse algunas huellas de aquella primera capital. La más importante es la Catedral de San Pedro (Plaza de la Catedral, sn) una de las construcciones románicas más antiguas de todo el país y una verdadera joya. Un edificio que empezó a levantarse en el año 1077 y que marcó época influenciando a la práctica totalidad de los templos del norte de España (hasta la propia Catedral de Santiago). Piedras humildes de tiempos humildes que se dejan ver en otros rincones de la ciudad: la Ermita de Sarsa (Av. de Oroel, 34) y los lienzos de la Muralla Medieval (siglo XI) que pueden verse desde la Avenida de Oroel.

Con el paso de los siglos, la vieja capital fue cambiando. Como cambia todo. El viejo castro fortificado que fue sede de las primeras cortes aragonesas se fueron convirtiendo en la Ciudadela de Jaca (Av. del Primer Viernes de Mayo, sn) un alarde de la arquitectura militar del renacimiento, esa época en la que los castillos del medievo se quedaron obsoletos por la irrupción de la artillería a pólvora. Ya murallas adentro (una lástima que hayan tirado los muros a principios del XX) tenemos de esos tiempos lejanos la Torre del Reloj (Plaza de la Cadena, 1), una antigua casa fuerte del XV que sirvió de cárcel, un puñado de casas nobles concentradas en la Calle Mayor (como el Ayuntamiento -Mayor, 24-, la Casa de las Heras -Mayor, 23- el Viejo Hospital de Peregrinos (Hospital, 2) o el Real Monasterio de los Benedictinos (Mayor, 52).

El Modernismo en Jaca.- El derribo de los muros medievales a principios del siglo XX desbordó la ciudad hacia la zona de la ciudadela creando un pequeño centro urbanístico modernista de gran belleza. La mayor parte de este patrimonio arquitectónico está situado en la Avenida del Primer Viernes de Mayo donde te vas a encontrar la Casa Borau (Número 5), la Casa Valero (Número 12) y la Casa La Rubia (Número 7). En el casco histórico tenemos como exponentes destacados la Casa de los Abad (Mayor, 34) y la sede del Casino de Jaca (Echegaray, 13).

Un museo diocesano que sí merece la pena (Plaza de la catedral, sn).- Adosado a la Catedral de San Pedro tenemos el Museo Diocesano que lejos de ser la típica acumulación de arte sacro sin interés es uno de los centros de interés más importantes de la provincia. No sólo por poder ver el claustro, sino por poseer una de las más completas colecciones de arte románico de la Península (con una muestra alucinante de pintura mural).

San Juan de La Peña.- Ya sólo por hacer el camino que nos lleva a este valle perdido entre los montes de Oroel el viaje merece la pena. Y cuando te topas con este lugar mágico suspendido del tiempo y de las alturas ya la cosa se completa. Estamos ante uno de los rincones más icónicos del arte medieval español. La historia de este santuario mágico hunde sus raíces más allá del siglo X que predican las crónicas y datos más antiguos. Según algunos estudiosos, este lugar está vinculado a fuentes de agua y manantiales que podrían ser sagrados desde muchos siglos antes de la llegada del cristianismo. Lo que podemos ver hoy se remonta al lejano 900 de nuestra era y cubre un amplio arco temporal que culmina en el XVIII, fecha en la que culmina el Monasterio Nuevo.

Un moderno centro de interpretación (instalado en las antiguas ruinas del Monasterio Nuevo) nos ayuda a comprender la historia del lugar y su vinculación con el nacimiento del Reino de Aragón. De esa época datan los elementos más antiguos conservados: el panteón real, la zona rupestre, esas puertas mozárabes y el claustro románico bajo la enorme peña que da nombre al lugar. Uno de los más bonitos del país sin duda alguna. A siete kilómetros del monasterio se encuentra otra pequeña joya vinculada al parto político del reino aragonés: la aldea de Serós. Aquí puedes ver la Iglesia de Santa María de Serós (Plaza Mayor, 24), un precioso templo románico de finales del siglo XI.

El Castillo de Larrés (Callejón de la Iglesia, 16).- Ya que estamos… Larrés es un pequeño pueblo de montaña situado a poco más de 16 kilómetros de Jaca muy bonito de ver. Entre sus muchos atractivos destaca el Castillo de Larrés, una fortificación que tiene orígenes comunes con el resto de los grandes monumentos que sirvieron de base a la construcción del nuevo reino. El castillo (sucesivamente ampliado hasta el XIV) es uno de los mejor conservados de la zona y en la actualidad alberga la sede de un bonito Museo de Dibujo. Una delicia que merece la pena verse más allá de su importancia patrimonial e histórica.

Fotos bajo Licencia CC: Gunnar Wrobel; Fernando; Javier Valero; Carlos Octavio; albTotxo; Brian Adamson; Alexandro Lacadena