De las 55 reservas de la Biosfera que hasta el momento se han declarado en territorio español un total de siete están concentradas en la provincia de León. Las tierras leonesas están enclavadas en uno de los trozos más espectaculares de la Península Ibérica y resumen a la perfección la diversidad de paisajes que muestra la transición entre la Meseta Castellana y las alturas de la Cordillera Cantábrica y del Macizo Galaico Leonés. En este contexto se encuentran las Reservas de la Biosfera de los Argüellos y Alto Bernesga, un rincón relativamente desconocido del antiguo reino leonés eclipsado por la espectacularidad de Los Ancares, el entorno ‘alpino’ de Valdeón o ese universo divino que supone el tándem Bierzo-Maragato. Si en el resto de espacios culturales y naturales hay que mirar hacia arriba, aquí también hay que mirar hacia abajo: porque entramos en un mundo de grutas y simas excavada por las aguas con la paciente labor de los milenios. Aquí reina el Karst.
Los ríos Torio, Curueño y Bernesga bajan desde las alturas de la Cordillera Cantábrica y se encuentran con un conjunto de diques de Caliza que conducen las aguas entre hoces y torrentes subterráneos. Es esta una comarca de monte, bosque, pequeños pueblos de piedra y cuevas alucinantes. Un lugar a tiro de piedra de las grandes maravillas naturales de la cornisa cantábrica, lo que se deja sentir en su fisonomía, en su flora y en su fauna. Un lugar donde podemos encontrar a los dos grandes emblemas vivos de estas tierras: el lobo y el oso pardo. Estos dos vecinos ilustres no opacan un vecindario donde es fácil ver rebecos, ciervos, nutrias, desmanes, águilas reales, buitres leonados…
Y una buena manera de acercarse a este ecosistema único es el pequeño pueblo de Canseco (a apenas 60 kilómetros del centro de León). Esta aldea situada a un rato andando de la cabecera del Torio es un ejemplo paradigmático de los atractivos naturales de esta zona de la montaña leonesa. Nos da la bienvenida el Hayedo de Canseco (acceso por LE-315) un bosque encantado que se sitúa junto a una de las vías históricas que transitaban entre las dos vertientes de la Cordillera (de esos tiempos podemos ver los restos de un torreón que servía para vigilar el paso y cobrar los peajes correspondientes y un precioso puente medieval). Aquí mandan el robledal y el hayedo. Una ruta circular de 10 kilómetros permite adentrarse en el bosque y, al mismo tiempo, buscar el cauce alto del Torio con hitos muy lindos de ver como la Poza de Canseco y la Cascada de Los Eros.
Un paisaje kárstico: la Cueva de Valporquero.- El Karst es un paisaje peculiar donde se pone de manifiesto el poder del agua. Las rocas solubles (calizas) son horadadas por el fluir parsimonioso creando un ecosistema donde abundan las simas, las dolinas, los desfiladeros estrechos y las cuevas que actúan como sumideros subterráneos. El sistema kárstico por antonomasia de esta comarca es el que se encuentra junto a la aldea de Felmín (LE-315), donde puedes ver las características casas de piedra de la zona y una bonita iglesia del siglo XVII. Las aguas del Torio se encuentran aquí con uno de los pliegues de roca caliza que forman el flanco sur de la Cordillera Cantábrica. Pero el agua no se detiene. Trabaja sin descanso. Y aquí nos muestra en un lapso de pocos kilómetros dos de sus obras maestras en Argüellos.
A cielo abierto están las Hoces de Vegacervera, un estrecho desfiladero de seis kilómetros de longitud excavado por el Torio en la roca grisácea desnuda que puedes recorrer de arriba abajo gracias a una estrecha carretera que serpentea siguiendo el cauce del río y saltando de orilla a orilla gracias a pequeños puentes. La otra joya es la propia Cueva de Valporquero (Carretera de Valporquero de Torio, sn). Aquí te vas a encontrar un sistema de siete grandes salas y galerías excavadas por el agua y que presentan espectaculares formaciones de estalactitas y estalagmitas. El agua es el protagonista de un curioso ecosistema que se mantiene durante todo el año a siete grados centígrados de temperatura. En el entorno de la cueva también puedes visitar un pequeño hayedo.
Orzonaga y su ‘Faedo’ milenario.- Uno de los hayedos más bonitos de España. Este bosque se encuentra a pocos kilómetros del centro de León y permite adentrarse en un bosque muy bien conservado a través de una ruta fácil de poco más de ocho kilómetros (se trata de una ruta circular que recibe el nombre de ‘La mata de Té’) desde el mismo pueblo de Orzonaga.
El mítico Puerto de Pajares.- Este paso de montaña es uno de los puntos de comunicación más antiguos entre la Meseta y las costas del Cantábrico. Para los amantes de la historia (y que se puedan permitir el rodeo hasta la aldea de Pendilla de Arbas) queda el antiguo Camino de La Carisa, senda antigua donde puedes ver un tramo bastante bien conservado de la calzada romana que unía las tierras de la Astúrica leonesa (Astorga) con los puertos del norte aunque su origen es militar y data de los tiempos de las Guerras Cántabras (en las inmediaciones hay varios restos que corresponden a fortificaciones romanas). En este camino, muy antiguo, también puedes ver petroglifos prehistóricos. En la vertiente asturiana (en el pueblo de Aller) hay un centro de interpretación sobre la vía y sus infraestructuras militares.
Mucho más fácil es llegar hasta Pajares. Basta con seguir la N-630, una carretera que fue vital para las comunicaciones entre León y Asturias hasta la construcción de los Túneles del Huerma, que permiten comunicar las dos vertientes de la Cordillera mediante una autopista. Nosotros nos subimos hasta Pajares para ver una de las joyas del románico leonés. La Colegiata de Santa María de Arbás (N-630) se construyó en el siglo XII gracias a las aportaciones del Conde Fruela Díaz, cuñado del Cid. La colegiata estaba en un lugar estratégico en las rutas de peregrinación para los que tomaban el camino de Oviedo en su periplo hasta Santiago. La colegiata muestra las últimas etapas del románico leonés y las primeras pinceladas del gótico. Es una joya poco conocida con un exterior sencillo y austero que no tiene nada que ver con su interior lleno de capiteles esculpidos y detalles arquitectónicos muy bonitos. Ya que estás aquí aprovecha para ir hasta la Estación Invernal de Pajares Valgrande para acercarte a sus miradores.
Fotos bajo Licencia CC: José Antonio Gil Martínez; European Roads; Emilio del Prado; Juan José Sánchez; Javier Díaz Barrera