La portada de mañana
Acceder
Trump eleva su amenaza contra las agendas digital y verde de la UE
El grupo neonazi que pretendía instalarse y 'pasar a la acción' en España
OPINIÓN | 'Felipe VI', por Esther Palomera

Un viaje a Lübeck: los encantos de la capital de la Liga Hanseática

Lübeck es una pequeña ciudad enclaustrada en la red de canales y brazos de los ríos que desaguan junto al este del Istmo de la Península de Jutlandia (la que forma Dinamarca, para que nos situemos). Lübeck es al Báltico lo que Hamburgo es al Mar del Norte. Esto es, un puerto natural estratégicamente situado para controlar las rutas marítimas de la zona. Para entender esta zona de Europa (una gran extensión de litoral que va desde Bélgica a los países nórdicos) hay que irse muy atrás en el tiempo y situarse en torno al siglo XII cuando estas dos ciudades alemanas firmaron los primeros tratados comerciales con otros puertos situados en los Países Bajos. Los gremios se dieron cuenta de que sus intereses de clase (asentados sobre la idea del comercio) estaban por encima de los intereses territoriales de nobles y reyes. Y eso, en la lejana Edad Media, fue revolucionario.

Lübeck fue la primera y gran impulsora de la Liga Hanseática, esa coalición de ciudades comerciales que llegó a reunir a un total de 225 puertos desde la costa este de Inglaterra a las puertas de Rusia hasta bien entrado el siglo XVII (desde Londres a Novgorod). El libre comercio y la seguridad de las rutas comerciales fue el eje de esta red de intereses que provocaron una revolución económica: el renacimiento del mercantilismo. Ciudades ricas. Riquísimas. Y eso tuvo un reflejo en sus casas y monumentos; en el mezenazgo de las artes y de las ciencias. Esta fue la primera fisura en las estructuras de la Edad Media. Y Lübeck fue la ciudad que lideró el proceso ejerciendo de capital oficiosa de la Hansa.

El Burgkloster -a medio camino de convento y castillo defensivo (Burgtorbrücke 1) sirvió de muro defensivo de la ciudad justo en el lugar en el que las confluencias de los ríos que abrazan la ciudad ya encara su tramo final hacia el mar. Es un lugar interesante. Primero fue castillo y después se le adosó el Monasterio de la Magdalena dándole un aspecto curioso en el claustro gótico con la torre cilíndrica típica del castillo medieval o la puerta fortificada (la Burgtor). También ha sido casa de la moneda, escuela, hospital, sede del poder judicial y cárcel. Hoy alberga las instalaciones del Museo Hanseático Europeo (An d. Untertrave 1), uno de los mejores museos históricos que hemos visto jamás. Esta zona de la ciudad era la primera que visitaban los comerciantes que llegaban a Lübeck. Junto al Burgkloster aún puede verse la anitigua Zöllnerhaus -Casa de la Aduana- (Burgtorbrücke, 5), una pieza clave de esa Hansa que se deja ver por todos los rincones de la ciudad.

Qué ver en Lübeck; un paseo por el casco histórico

La ‘reina de la Hansa’ forma parte del prestigioso club del Patrimonio Mundial de la Unesco. Hay mucho y bueno que ver. Sucumbir a la tentación de entrar de lleno en el casco histórico desde el Burgkloster es difícil pero te recomendamos hacer el recorrido de las antiguas murallas (Calle Undertraver) hasta el puente de  Willy-Brandt-Allee para completar esa primera aproximación al patrimonio de la cuidad a través de su vinculación con la red comercial medieval. Aquí puedes visitar el Museo del Puerto (Willy-Brandt-Allee, 35) y una reproducción muy bien lograda de uno de aquellos barcos que cubrían las rutas entre las ciudades hanseáticas. El ‘Lisa von Lübeck’ (Willy-Brandt-Allee) es la mejor reproducción de una coca medieval de todo el mundo y te da una muy buena idea de cómo eran los barcos en aquel lejano siglo XV, durante la edad de oro de la Hansa.

Volvemos a las calles de la Lübeck medieval atravesando la Puerta de Holsten (Holstentorplatz), la puerta medieval más famosa y bonita de toda Alemania. Esta verdadera maravilla de ladrillo formaba parte del sistema de defensa de la ciudad y aunque hoy ha quedado exenta por el derribo de las murallas sigue siendo una construcción soberbia. Inclinada como la Torre de Pisa, esta monumental puerta fortificada se ha convertido en un museo donde se exploran los puntos más importantes de la historia de la ciudad; el comercio y la navegación. Junto a la puerta está el Salzspeicher (Wallstraße, 1), un almacén de sal del XVI. Desde aquí se accede a la trama urbana de la ciudad medieval buscando dos iconos de primer nivel: la Plaza del Mercado -Markt- y el Ayuntamiento Histórico -Rathaus- (Markttwiete 3). Este espectacular edificio del siglo XIII fue testigo y protagonista de los mejores años de la ciudad. Su sala de plenos es maravillosa y pone de manifiesto la riqueza que fluyó por Lübeck en los buenos tiempos de la Hansa (una parte del Rathaus servía de administración de la Hansa).

A dos pasos de la Plaza del Mercado se encuentra la Iglesia de Santa María (Marienkirchhof, 1), la tercera más grande de Alemania y otra de esas maravillas de ladrillo íntimamente vinculadas a la riqueza de la Hansa. El edificio es gótico del siglo XIII fue patrocinado por los comerciantes de la ciudad y es uno de los mejores ejemplos del gótico báltico. Sus naves son impresionantes y su torre de 125 metros (desde donde hay unas vistas brutales) es el punto más alto de la ciudad. Dos curiosidades de Santa María.- En el interior puedes ver un bonito reloj astronómico del siglo XVI donde hay un ratoncito escondido (buscarlo da suerte, dicen) y en el exterior hay muna curiosa escultura que representa a un diabluelo que espera que la iglesia sea convertida en bar.

La Casa Buddenbrook (Mengstraße, 4).- Esta casa junto a la Iglesia de Santa María está íntimamente relacionada con la historia de Lübeck desde el siglo XVI hasta los inicios del XX. Es una casona típicamente hanseática que fue sucesivamente ocupada por ilustres comerciantes, abogados y burgueses que la fueron ampliando y modificando hasta el XVIII. El listado de apellidos ilustres vinculados a la casa es enorme pero el que hizo fortuna es un apellido de ficción creada por un habitante real de la casa. Un tal Thomas Mann. ¿Les suena? La casa del Nóbel es un lugar litúrgico para los habitantes de Lübeck que veneran a su escritor. Si eres un mitómano de las letras también puedes visitar la Casa Museo Günter Grass (Glockengießerstraße, 21) que también nació en esta ciudad o la Willy-Brandt-House (Königstraße, 21). Tres premios Nóben de literatura en una sola ciudad.

Siguiendo el entorno de la Plaza del Mercado y Santa María te recomendamos otros tres lugares que se arremolinan en torno a la Geibelplatz: el Hospital del Espíritu Santo (Koberg, 11), asilo de pobres construido en ladrillo en el siglo XIII en un precioso gótico civil; la Iglesia de Santiago (Jakobikirchhof, 1), también del siglo XIII, y, sobre todo, la Cofradía de los Marineros (Engelsgrube 1-17), otro de esos edificios históricos íntimamente relacionados con la Hansa. Esta asociación de ayuda mutua se fundó en el siglo XV para dar asistencia a las familias de los marineros que desaparecían o morían durante su trabajo. El edificio sigue conservando escudos y elementos arquitectónicos que recuerdan su pasado vinculado a uno de los gremios más importantes de la ciudad, aunque hoy funciona con bar y restaurante donde merece la pena entrar.

Los Gänges de Lübeck.- Los Gänges son otro de los elementos definitorios del urbanismo medieval de Lübeck. Estos ‘patios de vecinos’ son el contrapunto humilde a las grandes casas comerciales de las calles que bajan hasta el puerto desde el centro de la ciudad (como Mengstraße, Fischergrube, Mengstraße…) Los Gänge ocupaban la parte trasera de estas calles nobles y se construían para alojar a los trabajadores vinculados a las grandes casas comerciales o nobiliarias. Estos callejones se reparten por toda la ciudad, pero los mejor conservados y más bonitos de ver son el de Füchtingshof (Glockengießerstraße, 23), habilitado en el siglo XVII para viudas de marineros; el Glandorps Gang (acceso desde Glockengießerstraße), habilitado en el siglo XVII sobre unos antiguos huertos urbanos para dar cobijo a los trabajadores de un comerciante alemán o la Corte de los Dorne (Schlumacherstrasse 15–23), uno de los Gänges más antiguos de la ciudad (siglo XV).

El Museo de Santa Ana (St.-Annen-Straße, 15).- El barrio de los Museos es un complejo de antiguos patios y claustros vinculados al viejo Monasterio de Santa Ana, un edificio tardo gótico del siglo XVI que atesora las colecciones históricas y artísticas más importantes de la ciudad. El eje de la exposición de este centro es el arte medieval (fundamentalmente de tipo religioso) con algunas obras maestras del arte flamenco como ‘Escenas de la Pasión’ de Hans Memling, uno de los precursores de la explosión de la escuela artística de los Países Bajos. EL museo está bueno y cuenta con muchísimos recursos digitales muy bien hechos.

La Catedral de Lübeck (Mühlendamm 2-6,).- La ubicación de la Catedral de Lübeck es inusual viendo la configuración de la trama urbana medieval de la ciudad. La vieja sede catedralicia se encuentra en el extremo sur del casco histórico, como queriéndose esconder del puerto y la apertura al mar de la pujante ciudad comercial. El ‘Dom’ -catedral en alemán- hunde sus raíces en los tiempos de Enrique ‘El León’, duque de Sajonia e impulsor original de la Hansa. El templo es, por lo tanto, uno de los edificios más antiguos de Lübeck y aún conserva algunos tramos románicos.

El mazapán de Lübeck.- El Café Niederegger (Breite Str. 89) es uno de los emblemas gastronómicos de la ciudad desde principios del siglo XIX cuando empezó a elaborar el mazapán más famoso de toda Alemania. En este lugar se elabora un mazapán riquísimo que concentra más de un 90% de almendra. Una delicia que hay que probar. En la sede histórica de la marca también hay un pequeño museo dedicado a esta delicia de la repostería alemana.

Fotos bajo Licencia CC: Pedro; Rob Oo; Jorge Franganillo; Arne List; x70tjw; Aleksandr Zykov; Marmontel; Torsten Maue; Johannes Münter