Tres días en Oporto: explorando los rincones de Ribeira

Junto al Mercado de Bolhao (Formosa, 322) hay un pequeño café donde se sirven esas riquísimas natas portuguesas que tan bien maridan con un tazón gigante de café con leche. Empezamos el primer día de esta ruta por la ciudad de Oporto en la Confitería del Bolhao (Formosa, 339) una institución en una ciudad que cuida su patrimonio como un tesoro. Esta cafetería de 1896 es un monumento en sí mismo. Hablábamos de las natas, pero otra sugerencia dignísima es la bola trasmontana, una especie de empanadilla de carne y queso muy fina que es ideal para empezar el día. El Mercado de Bolhao abre a las siete de la mañana y es un microcosmos de actividad que acompaña a la ciudad mientras se despierta. Los mercados son una buena manera de empezar a conocer una ciudad. Y por eso iniciamos este primer día (señalado con iconos azules en el mapa) en el mercado.

El barrio de Ribeira aglutina el centro histórico de Oporto. El que estaba cercado por las viejas murallas que hoy apenas se dejan ver en las riberas del Douro (Murallas Fernandinas -Escadas do Caminho Novo, 17-) y cuyo rastro se adivina en el trazado de calles como dos Clérigos o Sao Filipo do Neri, que abrazan la antigua villa separando lo medieval de lo nuevo. Pero antes de adentrarse en el laberinto de callejas de Ribeira haremos una segunda parada en la Estación de San Bento (Praça de Almeida Garrett, sn) para ver uno de los atrios ferroviarios más bonitos del mundo. Unos 20.000 azulejos diseñados por el artista Jorge Colaço entre 1905 y 1906 cuentan la historia del país desde su fundación hasta ese albor del XX en el que el tren y la industria se erigían como los nuevos dioses. Esto era lo primero que veían los viajeros que llegaban a Oporto. Y por eso empezamos por aquí.

Ver Ribeira desde las alturas en la Torre de los Clérigos (Rua de São Filipe de Nery).- Más allá de su famoso campanario, la Iglesia de los Clérigos es uno de los monumentos clave que ver en Oporto. Este templo barroco del siglo XVIII obra de Nicolau Nasoni es uno de los edificios más bonitos de la ciudad con un exterior precioso y un interior que es alucinante. Y la puntilla es ese campanario que con sus más de 70 metros de altura es la cima de las construcciones religiosas del país. Subir los casi 250 escalones que te ponen sobre los tejados de Ribeira en una de las vistas paradigmáticas de Oporto.

Los Clérigos ocupa un lugar elevado en lo que fue el límite de la ciudad. Lo que en un momento fue algo así como la colina de los ahorcados (porque aquí se ejecutaban las sentencias de muerte, hoy se ha convertido en la Plaza de Lisboa, una especie de nexo entre la vieja Oporto y la nueva Oporto. Antes de internarte por las callejas de Ribeira hay tres hitos alrededor de la antigua colina de los ahorcados que hay que tener en cuenta: la Librería Lello (Rua das Carmelitas 144), una verdadera maravilla que merece la pena ir a ver pese a las colas y al bono que hay que pagar (que se puede canjear por libros); la Plaza Gomes Teixeira, con su Fonte dos Leoes -Fuente de los Leones- y la bonita Iglesia del Carmen -otra joya barroca digna de verse- y el Museo de la Historia Natural y de la Ciencia (Campo dos Mártires da Pátria, 81).

Los secretos de Ribeira.- La ciudad a intramuros es un caos de callejuelas roto por el tajo de la Avenida do Mouzinho do Riveira que van y vienen para ir confluyendo en la Plaza del Terreiro da Se, donde se asienta la imponente Catedral de Oporto (un edificio a medio camino entre los estertores del románico y los inicios del gótico -siglos XII-XIII- con un claustro espectacular), el Palacio Episcopal (hoy sede del Museo del Tesoro de la Catedral) y el Convento dos Grilos, un edificio renacentista del siglo XVI que cierra la plaza. El eje de este espacio patrimonial es un elemento recurrente en todas las ciudades y pueblos del país: el Pelourinho. Esta picota (que representaba el poder del rey la justicia) en este caso es de pega, porque data del siglo XX. El viejo se perdió.

Más allá de esta concentración de patrimonio en torno a la Catedral, Ribeira se abigarra en ese laberinto de callejuelas y cuestas que huyen del terraplén que conduce a las orillas del Duero (barrio de Do Barrero). Antes de ir hacia el río, que se ve de maravilla con el famoso Puente de Luis I desde el Mirador de la Victoria (Rua de São Bento da Vitória, 11), uno de los hitos de la ciudad. Aquí a dos pasos tienes que ir a ver el Monasterio de San Benito de la Victoria (Rua de São Bento da Vitória, 45) antes de bajar hacia el río por la Rua Ferreira Borges. Aquí te vas a encontrar con dos lugares de interés para ver: el Mercado Ferreira Borges (Rua da Bolsa, 19) y el espectacular Palacio de la Bolsa de Oporto (Rua de Ferreira Borges ,11).

Un vistazo a la historia de Oporto en la Casa del Infante (Rua da Alfândega, 10).- Este pequeño palacio a dos pasos del río fue el escenario del nacimiento del famoso Infante Don Henrique, el que recibiría el sobrenombre de ‘El Navegante’ por su contribución a la expansión marítima de Portugal. La casa es del siglo XV y es una de las pocas que se ha mantenido relativamente intacta desde los finales de la Edad Media. Y para colmo, durante unas obras de restauración, se descubrieron los restos de una domus romana con su mosaico y todo que se ha integrado en el discurso de un museo que a través de la historia de la casa hace un repaso a la biografía de la ciudad.

Y, al final, la ribeira y el laberinto de Barredo.- Los ‘Cais’ de Oporto son el punto culminante de este primer día de paseo por la ciudad. Estamos ya a orillas del Duero justo en el lugar donde se encontraban los antiguos amarraderos fluviales del puerto que da nombre a la ciudad y a todo Portugal (ese Portus Cale que de modesto castro céltico a orillas del río Duero pasaría a darle nombre a todo un país). El puerto es el símbolo del emporio comercial de una ciudad que sirvió de puerto de salida para los famosos vinos de la ribera del Duero que desde aquí partían hacia medio mundo. Hoy los Cais da Estiva y da Ribera forman un frente fluvial muy bonito con algunos hitos de interés como la Porta do Carvao -Puerta del Carbón- o el Muro dos Bacalhoeiros, restos de la vieja muralla medieval que se han integrado totalmente en el frente de casas abalconadas que miran hacia el río.

Justo en una de estas casas se instaló el Museo del Vino de Oporto (Cais da Estiva, 146) que nos adelanta lo que veremos al día siguiente en la otra orilla del río. El paseo propuesto sigue por la Ribeira hasta los pilares del Puente Luis I para hacer una de las fotos icónicas de la ciudad antes de dar marcha atrás en nuestros pasos para ir hasta el Elevador da Lada (Rua da Lada, sn) y volver al entorno del Terreiro da Sé para ver toda la zona de Ribeira y Barredo desde las alturas en el Mirador de Jano (Rua da Barredo, 24), un balcón privilegiado con las mejores vistas de la ciudad. Aquí puedes ver uno de los restos más bonitos del viejo burgo medieval: la Torre da Rua (Escadas do Barredo, 12), un viejo torreón medieval del siglo XIII que es una de las casas más antiguas de toda la ciudad.

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