El jefe del operativo de la Guardia Civil en Castellgalí (Barcelona) el 1-O relata insultos, patadas y amenazas de los votantes: “Los concentrados no querían que nos fuéramos, nos seguían, cantaban, insultaban y provocaban”. Al estar los agentes “impasibles” ante los insultos en catalán, explica, “nos llamaron fascistas, hijos de puta e hijos de la gran puta”. Lo cuenta Oriol Solé.
“La masa imponía el ritmo, el repliegue fue lo peor y me intimidó bastante”, añade, para a renglón seguido criticar que no recibieron ayuda de los Mossos. En otro pueblo cercano, Fonollosa, su unidad fue recibida “por barricada de alpacas y un tractor”.