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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Ni olvidaremos a Suerte ni dejaremos de defender a los gatos comunitarios

María Tello

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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Ocurrió el pasado 21 de enero, domingo, sobre las 8.45 de la mañana. Margarita oyó los chillidos desgarradores de un animal. Asomándose a la terraza de su vivienda pudo ver cómo cinco perros rodeaban a una de las gatas que alimenta cada día, Suerte. Fue consciente en ese momento de que no podría llegar a ayudarla, por lo que hizo fotografías para documentar el suceso y un video de los últimos segundos de vida de la gata, que ya agonizaba. Cuando Suerte dejó de moverse, los perros se marcharon.

Los hechos se produjeron en Alovera, municipio de la provincia de Guadalajara, en Castilla-La Mancha.

La gata había aparecido en la zona donde vive Margarita tres años antes, “con tres cachorros que la seguían detrás”. Se acomodó tras un muro que le dio tranquilidad para sacar adelante a sus hijos. Sin embargo, de los tres sólo dos de ellos lograron sobrevivir. La familia se instaló en aquel lugar donde una mano compasiva comenzó a alimentarles. Cada día. Cuidando de que sus necesidades estuvieran cubiertas. Una vez sus cachorros maduraron, Suerte abrió su territorio y atravesó la seguridad que el muro le proporcionaba, comenzó a dormir bajo el coche de su alimentadora, y se mantuvo siempre cerca para no pasar hambre nunca más en su vida. Las manos que la alimentaban también le dieron un sitio donde dormir. Se hizo, en silencio, un lugar en las calles, los vecinos la reconocían. Se había adaptado al lugar y los vecinos también. En perfecta armonía, sin molestarse. Suerte se mantuvo siempre muy cerca de Margarita. Y en ese momento emprendió una nueva vida, se dotó de un pasado.