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Los curas que no fueron mártires

Juan García Luján / Juan García Luján

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El cardenal Isidro Gomá protestó ante Franco por la ejecución de los religiosos vascos. Franco le respondió en una carta: “Tenga Su Eminencia la seguridad de que esto queda cortado inmediatamente”. Oficialmente se pararon los asesinatos, pero durante los 40 años siguientes se siguió encarcelando y torturando a todos los curas que apoyasen luchas sociales, que defendiesen la cultura vasca o catalana y que cuestionasen el régimen franquista. Los “curas rojos” no estaban aceptados por un régimen que gozaba del apoyo de la jerarquía católica.

Estoy contando historias que tienen que ver con curas y obispos de la iglesia católica que fueron asesinados o perseguidos por los milicianos o civiles del bando franquista desde los primeros días de la sublevación contra la República. Son datos históricos, perfectamente contrastables. Estoy hablando de personas que creían en Dios, que se definían como católicos pero que cometieron la equivocación de defender su cultura, la cultura vasca, o simplemente denunciaron los abusos de los fascistas. Resulta curioso que ni la cadena COPE, su radio y su televisión, ni la página web de la Conferencia Episcopal que han dedicado decenas de horas a informar en las últimas semanas sobre los “mártires del siglo XX”, en todo ese tiempo no han podido dedicar ni un minuto a otros hijos de Dios, otros predicadores de la palabra de Cristo, que también fueron perseguidos y asesinados durante la guerra civil.

No voy a entrar en las muchas mentiras que han dicho en las emisoras de los obispos sobre las vidas y milagros de los 498 mártires que fueron beatificados el pasado domingo en el Vaticano. Cualquier foto de la guerra española o de dictadura franquista, con los obispos y curas llevando bajo palio o bendiciendo a los principales criminales de guerra, podría servir para cuestionar que esos casi 500 mártires fueron neutrales políticamente, que no se dedicaron a amparar y proteger a los milicianos del bando fascista. A lo mejor algunos de ellos simplemente se dedicaban a rezar en sus monasterios o dar clases en los colegios religiosos, puede ser verdad. Pero estos días también se han publicado en otros medios que no controla la iglesia católica los datos de algunos “mártires” que respaldaron y protegieron a muchos falangistas.

Si alguien tiene alguna duda de qué lado estuvo la iglesia desde el principio de la sublevación, que estudie las palabras de Franco cuando sus tropas avanzaban hacia Madrid. Despues de fuertes combates en los alrededores de la capital española, Franco anunció el 7 de noviembre que “mañana escucharé misa en la catedral de Madrid”. El general fascista sabía que podía ganarse la bendición de los obispos días después de los bombardeos masivos sobre la población civil de Madrid, unos bombardeos, como los de Guernica, que para la iglesia no produjeron mártires.

Durante la ceremonia de beatificación del pasado domingo el cardenal portugués José Saraiva Martins aprovechó el sermón para criticar los cambios aprobados por el Congreso de los Diputados en España que han servido para reconocer el derecho de los homosexuales a casarse, también criticó la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Setenta años después les sigue doliendo la democracia. El ministro Miguel Ángel Moratinos escuchaba atónito las críticas políticas del cardenal en la plaza donde ondeaban algunas banderas franquistas y carlistas. Si la neutralidad política de los 498 mártires era igual que la del cardenal portugués o la de los que portaban las banderas del aguilucho, podemos hacernos una idea de la cantidad de mentiras que nos han contando estos predicadores de la reconciliación durante las últimas semanas.

Ya que nos han mentido tanto sobre lo ocurrido aquí abajo en la tierra, imaginemos que es verdad lo que dicen del cielo, y que allá arriba están los que fueron buenos, creían en Dios y fueron asesinados injustamente. Entonces me imagino que allá arriba estarán los curas vascos asesinados por los fascistas, y, si han visto todo lo ocurrido las últimas semanas, deben de estar vomitando de asco sobre la lista oficial de mártires aprobada por el Vaticano.

Juan García Luján

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