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Gürtel caldeó la semana judicial

Ignacio González, Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre.

José A. Alemán

Las Palmas de Gran Canaria —

El arqueólogo e historiador Paul Veyne, especializado en la Roma Antigua, escribió que “la voluntad de poder de la clase gobernante romana era tan fuerte que se apoderaba de los valores ajenos como si fueran un botín”. Me recordó la cita Rafael Hernando, portavoz parlamentario del PP, que no echa sino leches contra quienes, dice, han traicionado el espíritu del PP y sus valores; a más del 3%, claro, que por menos no merece la pena con la cantidad de gente a atender.

Habló Hernando, todavía estupefacto por la osadía de los jueces que llamaron a declarar en la vista del saqueo Gürtel (periodo 1999-2005, que todavía queda tela que cortar) al divino Rajoy. Ni tiempo tuvo de reponerse de la impresión pues, apenas 48 horas después, la Guardia Civil detuvo a Ignacio González, ex presidente de la Comunidad de Madrid, a título de Gran Batracio de la charca de Esperanza Aguirre. Y qué mejor sitio para el ranón y su cohorte de ranas que el Canal de Isabel II de donde no se han robado el agua; milagrosamente.

Otros dirán, con razón, que un 3% no es nada, que contentarse con ese porcentaje es hacer el canelo y de ahí que nada dijera Hernando de valores ajenos pues no lo son pues para eso ganó González unas elecciones con el plácet entusiasta de Esperanza Aguirre que calificó su trayectoria política de “impecable”, palabro que para los laicos significa “exento de tacha”, que en este caso resultaron alcayatas; y para los religiosos “incapaz de pecar”, o sea, inútil, negado, inepto sin que se sepa qué pretendía significar la señora marquesa, que igual es la que merece el calificativo por su evidente incapacidad para percatarse de que a su protegido González le hacían tilín valores tan ajenos como los dineros del Canal de Isabel II.

No repetiré el relato de este nuevo episodio de la inacabable historia de la corrupción pepera. Como buena parte de los relacionados con ella, por acción o por omisión, el asunto ha adquirido unas proporciones considerables. Las evidencias han hecho saltar todo por los aires. Por más que se esforzaran en convencernos de que esas cosas ocurrieron en el pasado más lejano, en un mundo ya inexistente. Da ni sé qué ver los apuros de militantes honestos del PP que ya no saben donde meterse.

La semana, pues, adquirió temperatura con la llamada de los jueces del caso Gürtel a Mariano Rajoy para que comparezca como testigo. Enseguida el PP dio la nota. En ella, afirma al principio y al final su respeto a la Justicia y su absoluta disposición para ayudarla… lo que no le impidió hablar de “abuso de derecho”, descalificar a la Asociación de Abogados Demócratas de Europa (ADADE), sostenedora de la acusación particular, acusándola de “intencionalidades políticas” y de cercanía al PSOE, muy en sintonía con la doctrina Rajoy de que el Gürtel y todo lo demás no eran cosa del PP sino contra el PP. En definitiva: el PP llamó totorotas a los jueces que se han dejado manipular.

Creo que si Rafael Hernando no fue el autor de la nota, quien la redactó tuvo muy en cuenta su pensamiento. Porque le pega al portavoz olvidar lo que le interesa. Así, acentúa su gesto estupefacto ante el voto favorable a la testificación de Rajoy de jueces que en dos ocasiones anteriores se opusieron a someterlo a semejante “humillación”. Olvida que desde esas dos ocasiones hasta hoy median nuevas circunstancias, o sea, nuevos testimonios de los que no resulta el menos relevante el de Francisco Correa, principal encartado de la Gürtel, quien declaró haberse entendido con el entorno de Rajoy para repartirse los cuartos. La necesidad de aclarar ese extremo obliga a llamar a Rajoy no como presidente del Gobierno sino en su anterior condición de coordinador en aquella etapa de la Gürtel, una tarea que implica el conocimiento detallado de las actividades a coordinar. Hubo quien observó que no llamarlo a testificar sería “ubicarle en una situación de ignorancia rayana en la estulticia”. Pues eso. Lo llamativo no es, pues, que dos de los tres jueces se pronunciaran por la comparecencia a la que se habían opuesto anteriormente; lo chocante es que tanto el tercer juez como la Fiscalía Anticorrupción sigan afirmando que la comparecencia de Rajoy es “inútil e innecesaria”.

Me da que la verdadera preocupación de los actuales mandarines del PP radica en que ahora está Rajoy expresamente obligado por ley a decir verdad. No podrá recurrir a los tópicos “no me acuerdo”, “no me consta eso de que usted me habla” o simplemente “no lo sé” que si ya resultaban poco creíbles menos le servirán ahora que la ley lo obliga expresamente a decir verdad, con lo que se arriesga a sufrir las consecuencias de mentir. Aunque tal y como anda el patio puede salir de la Audiencia un burro volando.

El PP no ha dado jamás una explicación satisfactoria de cómo se instaló semejante lacra en el partido. Tampoco ha demostrado su proclamada disposición a colaborar con la Justicia. Más bien ha procurado entorpecer los procedimientos, dilatarlos en el tiempo todo con una impunidad tal que se atrevió a hacer el ruido que supone cargarse a martillazos archivos de ordenador con el propósito de destruir pruebas. El caso es que en lugar de silenciar sus asuntos nos convenció a muchos de que había montado un sistema ilegal, incluso delictivo, para obtener fondos con que financiar al partido; y ya puestos para que quienes estuvieran en cargos de poder a propósito se enriquecieran malamente. La proliferación de casos de corrupción parecía apuntar a la existencia de unos digamos protocolos que han impedido al PP no ya superar la corrupción sino que la gente se olvide de ella porque no paran de surgir nuevos casos similares ni de descubrirse nuevas implicaciones en los viejos. Quienes aconsejaron a Rajoy hacerse el gallego en plan intensivo, despreciando los sentimientos y la memoria de la gente han sido los que impidieron por último levantar cabeza a los peperos que nada tienen que ver con la corrupción. La que se ha comido a los nuevos dirigentes (Maillo, Casado, etcétera) con los que se quiso transmitir la sensación de hasta aquí hemos llegado. Inútilmente, a lo que se ve.

La última torpeza pepera, añadida a la larga serie acumulada, fue oponerse a la investigación parlamentaria de sus asuntos, de su corrupción en definitiva. No midió sus fuerzas y tuvo que tragarse la tal comisión. Y volvió a equivocarse al proponer que la investigación no se limitara al PP sino que se extendiera a todas las fuerzas políticas. Imagino que no se referiría a la financiación alemana del PSOE y de AP en la Transición para cerrarle el paso al PCE. Es decir, pensaba en Podemos y los dineros venezolanos e iraníes, financiación que estaría muy fea de confirmarse; pero una cosa es una cosa y dos cosas el demostrado saqueo del país por parte de sujetos encumbrados del PP. Hacer de España una República bolivariana o incorporarla al Islam no deja de ser un proyecto absurdo que sólo adquiere visos de realidad en la imaginación de la derechona, que está como gallina sin nidal buscando sustituto al peligro comunista; con las peores intenciones, presumo. Pero me da que esa visión del mundo ya no furula.

Vértigo electoral en la UE

Vértigo electoral en la UE

La UE se la juega o comienza jugársela este domingo, 23 de abril, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Hasta no hace tanto a Bruselas le tenían sin cuidado las aspiraciones del día a día de sus pueblos y la actitud de los respectivos gobiernos. Estaban los tecnócratas de la UE seguros de tener cogidos por el bebe a los gobiernos nacionales con la espesa red de tratados suscritos en su seno, a los que consideraban suficientes para abortar cualquier intento de salirse de la ortodoxia impuesta. Pero el brexit y la victoria de Trump han encendido las alarmas y es de ver la aprensiva atención con que sigue el funcionariado bruselense las citas electorales de las que tienen este mismo año un buen puñado.

El brexit, sin duda, ha animado a quienes no están conformes con la UE. Unos porque llevan esa oposición en sus genes, los que condujeron a las dos guerras mundiales libradas en la primera mitad del siglo pasado. Ha pasado el tiempo suficiente para que los recuerdos no sean tan acuciantes y vuelven a levantar cabeza esos nacionalismos populistas que fueron factor importante, no el único, de las tensiones y conflictos origen de las conflagraciones. Para otros, sin embargo, la UE es sobre todo eso, un conjunto de instituciones escasamente democráticas, rendidas a los dogmas neoliberales, que ha puesto la contabilidad por encima de la felicidad de los pueblos, como se decía en lo antiguo. Se llega a la paradoja de que quienes critican a Donald Trump y piensan que puede darnos graves disgustos, celebran que se liara a patadas con los acuerdos de libre comercio adoptados de espaldas a la población, que le pegue duro a la UE junto a la larga serie de animaladas que permite calificarlo directamente de fascista. Y considerarlo un magnífico regalo para la ultraderecha europea a la que no le salieron bien las cosas en Austria y Holanda, pero que puede comenzar a resarcirse este domingo, 21 de abril, en las elecciones presidenciales francesas que tendrán entre sus principales protagonistas a Marine Le Pen, líder de Fuerza Nacional (FN), partido considerado de ultraderecha, cosa que ella niega porque no está, asegura, contra el pluralismo político, ni es antiparlamentario ni practica la violencia.

Un hecho significativo respecto a esta jornada electoral es que ya no se especula sobre si pasará Le Pen la primera vuelta: dan por seguro que estará en la segunda sin descartar la posibilidad de que gane la presidencia. Algo improbable porque el resto de los candidatos van a por ella y posiblemente se produzca la concentración de votos a la candidatura de quien sea el rival de Le Pen en la segunda vuelta. En 2012 FN obtuvo el 17,9% de los votos y no pasó a la segunda; esta vez lo conseguirá pues cuenta con un 27% de intención de voto a su programa contrario a la UE, al mundialismo y a los musulmanes. Entre sus afirmaciones, muy compartida, figura que la UE nada ha aportado a los europeos y encima les impide protegerse.

Marine Le Pen asegura que FN es el primer partido de Francia, “el más votado por los obreros”. Desde luego, parece que algunas zonas del país donde se votaba tradicionalmente comunista se han virado al FN. El origen de ese supuesto desencanto suele atribuirse a los coletazos de la llamada “tercera vía”, la de Clinton, Blair y Schröder, que fue en términos generales la adopción del progresismo neoliberal que ha dejado al partido demócrata USA y a los socialdemócratas europeos más muertos que vivos. La incapacidad del PSOE para promover una política que saque a España del hoyo tiene que ver con el panorama general.

Volviendo a las elecciones francesas, son 11 los candidatos (9 hombres y dos mujeres) que pasaran por las urnas. Y cinco los que aspiran a disputar la segunda vuelta el 5 de mayo. La batalla central la librarán los cinco que aspiran a disputar el balotaje: Marine Le Pen (48 años), Enmanuel Macron (39), François Fillon (63), Benoit Hamon (49) y Jean-Luc Mélenchon (65). Es Le Pen la que aparece mejor colocada sobre el papel. Seguida inmediatamente en intención de voto por Macron, al frente del movimiento En marche! con un programa que no es, dice, “ni de izquierdas ni de derechas” y sí profundamente europeísta para ocupar el centro político.

El conservador Fillon se impuso en las primarias de los republicanos a Sarkozy y Juppé aunque sufrió luego un abandono masivo de sus partidarios al ser imputado por malversación y apropiación indebida. Su estimación de voto es del 17,5%, lo que lo sitúa lejos de la victoria.

Benoît Hamon demostró el hartazgo de las bases socialistas al imponerse con un programa de izquierdas a sus rivales en las primarias, incluido el primer ministro Manuel Valls y otros destacados dirigentes, sin duda en la línea de la “tercera vía” y nada o están dispuestos a apoyar su candidatura que ofrece un salario universal de al menos 600 euros.

Por último, Jean-Luc Mélenchon es el candidato más a la izquierda de la izquierda. Le apoya el Partido Comunista y es el principal rival del socialista Hamon. Se declara admirador de Hugo Chávez, Bernie Sanders y Podemos y se presenta como un antisistema dispuesto a fundar la VI República Francesa.

La propuesta de Melénchon tiene su trasfondo pues se considera que la V República, concebida en el entorno del general De Gaulle, está ya agotada. Fue planeada para eliminar el régimen de partidos y la ha gobernado siempre la derecha y los socialistas que la han hecho derivar hacia el presidencialismo exorbitante que dio paso a un proceso de descomposición institucional. Así, Hollande fracasó y quedará como el presidente más impopular tras haber concentrado el máximo de poderes: las presidencias de la República y del Gobierno; la Asamblea Nacional y el Senado; el control de 21 de las 22 regiones metropolitanas, de 56 de los 96 departamentos y de 27 de las 39 ciudades con más de 100.000 habitantes. No le perdonan que involucrara al país en conflictos exteriores, se le acusa de ordenar asesinatos de sospechosos mediante drones, modificó el Código Laboral, etcétera.

Mayo electoral británico y alemania tras el verano

Theresa May hizo, por fin, lo que era de esperar: convocar elecciones anticipadas en el Reino Unido. Lo anunció sin anestesia en una comparecencia en Downing Street y sometió su iniciativa al Parlamento de Westminster donde obtuvo 522 votos a favor por 23 en contra. Pretendía aniquilar cualquier atisbo de oposición parlamentaria y concentrar en ella la máxima autoridad para llevar adelante las negociaciones. Habrá, pues, elecciones el 8 de junio ante las que los sondeos señalan que la primera ministra le saca nada menos que 21 puntos de ventaja a los laboristas de Jeremy Corbyn, que nos ha salido algo cenizo; al menos lo suficiente para recibir bien la iniciativa de May. La desunión entre los laboristas es la nota más destacada por esa banda y en cuanto al brexit, sólo tiene en contra al Partido Liberal, que se contenta con una negociación tranquila con el resultado de unas relaciones suaves.

El paso dado por Theresa May aglutina la política británica de al menos los dos próximos años en un frente sólido de negociación sobre la base de acuerdos entre todos los sectores del país. Se trata de alejar cualquier posibilidad de enfrentamiento interno que debilite su posición ante los negociadores de la UE y es probable que sea Escocia objeto de la atención preferente de May pues los escoceses quieren mayoritariamente continuar en la UE. Por suerte para el Reino Unido, los británicos no son tan rígidos y cortitos como los gobernantes españoles y encontrarán el modo de que Escocia siga perteneciendo al Reino Unido sin abandonar la UE; mientras en Madrid se celebran rogativas para que se mueran los monos que habitan el Peñón de los que dicen que el día en que desaparezcan todos, Gibraltar volverá a ser español

Por cierto, cambiando de tercio sin abandonar el asunto, recuerdo que allá por los años 50 se produjo una de tantas rebelinas patrióticas reclamando la devolución de la colonia. Y dicen que hubo una manifestación en plan “Gibraltar, español” que apedreó las instalaciones de El Corte Inglés, en la calle Preciados, creo. Otra anécdota, no sé si relacionada con esa misma manifestación, que se concentró ante la embajada británica, fue la llamada de Blas Pérez, el palmero que era entonces ministro de la Gobernación, al embajador ofreciendo unos guardias para mayor seguridad. A lo que contestó el diplomático, isleño al fin, que sería suficiente con que no le enviara más manifestantes. No sé si la anécdota es cierta pero, desde luego, da idea del ambiente de la época.

Y dejo para más adelante las elecciones alemanas que serán en septiembre. El riesgo de que la UE estalle es grande y es posible que de aquí a septiembre tengamos un mejor panorama de lo que ocurrirá por último.

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