Bravo de Laguna no parece haber aprendido de tantos y tantos años de política activa, de política en la sombra y de ganas de volver a la política. Reconoce sus errores pero, una vez se ve saboreando de nuevo las mieles del poder, vuelve a cometer algunos que son de verdadero pardillo. El de vender la piel del oso antes de cazarlo es imperdonable en un político tan bregado, y ese error es el que ha cometido ?o está cometiendo- con la previsible inversión del grupo Loro Parque en el sur de Gran Canaria. Siendo como es un proyecto muy atractivo que debería concitar todos los esfuerzos de todas las administraciones, la prudencia y la discreción juegan un papel determinante. No se puede lanzar desde Berlín lo que el Cabildo lanzó por el mero hecho de que el presidente Bravo de Laguna se tropezara allí, en plena feria turística, con el propietario de esa empresa, Wolfang Kiessling, y comentaran someramente el proyecto. Aquella nota de prensa fue clamorosa y dio pie a que los periódicos se lanzaran a publicar titulares tan optimistas (vamos a dejarlo ahí, en optimistas) como que todo está listo “para convertir 'Loro Park' en uno de los mayores recintos de ocio de Europa” o “El parque acuático, más cerca” o este otro ya definitivo, “El Loro Parque desembarca en el Sur”. Porque lo único que había entonces es lo único que hay ahora y lo único que viene habiendo desde hace unos cuantos años: el interés de esa importante empresa por invertir en el Sur de Gran Canaria pero apretando tanto a los propietarios de los suelos como a las instituciones públicas que se hace muy difícil complacerle.