Una locura de campaña, la verdad. Hacía muchos años que no veíamos cosa similar, con unos responsables de publicidad, agitación y propaganda que no saben qué inventar para conseguir llamar la atención y miccionar medio metro más lejos que el adversario. Quizá no caigan en la cuenta de que de tanto inventar están incordiando al respetable ciudadano, votante al fin y al cabo, hasta límites insospechados. Varios lectores de Las Palmas nos reclaman que publiquemos que los carteles electorales de algunos partidos, especialmente los de Coalición Canaria, están tan bajos que se convierten inmediatamente en armas de destrucción masiva, es decir, en segadores de coronillas, frentes y quijadas del personal transeúnte. A ver.