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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Piruetas Brufau (y lo que falta por ver)

José Miguel Pérez e Isabel Guerra.

¿Acaso creían que con lo de Coalición Canaria y con lo del PSOE íbamos a olvidarnos del petróleo? ¿Pensaron que Brufau y sus mariachis estaban pendientes de los cónclaves orgánicos para decidir qué hacer con sus prospecciones en Canarias? Pues no. Nada ha cambiado –al menos de modo oficial- respecto a las pretensiones de Repsol, que sigue adelante con sus planes como si nada hubiera pasado. Del mismo modo que los colectivos sociales que los rechazan preparan sus estrategias para las próximas semanas y el Gobierno de Paulino Rivero no da un respiro a la niña mimada de Soria. Tampoco afloja un punto Antonio Brufau, presidente de la petrolera de cabecera del ministro de Industria, que este lunes ha declarado en Murcia que no entiende el empecinamiento de los canarios preservando tanto su turismo cuando en lugares tan similares al nuestro, como Tarragona, “que recibe más turistas que toda Canarias”, la petrolera saca cinco millones de barriles al año sin que pase nada. O casi nada, a tenor de los numerosos accidentes sufridos en la costa catalana. Una pirueta estupenda del señor Brufau que le aplaudirían mucho en ese foro murciano, y seguramente también en el Circo Price, pero que no concuerda en absoluto con la realidad. Primero, porque Tarragona y Canarias son bastante diferentes en aspectos turísticos y ambientales, con sus correspondientes sensibilidades incorporadas, y en segundo lugar porque es falso que esa provincia catalana reciba el mismo turismo “que toda Canarias”. Hemos acudido al último dato publicado, la encuesta de ocupación en alojamientos turísticos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y nos hemos encontrado con cifras que harían temblar de miedo al colaborador de Brufau que le pasó ese dato falso para hacernos reír.

Canarias triplica a Tarragona

No es por presumir, pero “toda Canarias”, por emplear el mismo ámbito geográfico que el presidente de Repsol, ha recibido en lo que va de año cuatro veces más turistas que “toda Tarragona”, se ponga como se ponga el señor Brufau. La provincia catalana ha sumado estos ocho primeros meses un total de 1.357.222 turistas, frente a los 4.408.108 de Canarias, que se acerca a un nuevo récord este año. Pero, siendo generosos con el atrevimiento del presidente de Repsol, hemos de informarle que, puestos a acercarnos a las cifras de Tarragona, solo la provincia de Santa Cruz de Tenerife le ha superado este 2014 en casi 700.000 turistas (2.025.092). Nada que ver con el repaso que le propina la provincia de Las Palmas, en la que se incluyen, por si no lo saben ni en Murcia ni en las oficinas centrales de la petrolera, las islas de Lanzarote y Fuerteventura, azarosas destinatarias de las prospecciones con las que los señores Soria y Brufau les amenazan. Las Palmas lleva, según el INE, 2.383.016 turistas de enero a agosto, más de un millón por encima de la provincia puesta como referente. Desmontada la primera mentira del señor Brufau, aprovechemos para desmontar esa frase en la que dice que en Tarragona “la seguridad técnica está completamente garantizada”, porque en la zona ha habido varios vertidos que no han tenido consecuencias catastróficas porque la plataforma Casablanca, a 47 kilómetros de las costas tarraconenses, solo extrae unos 2.000 barriles diarios.

“Razones políticas”

Es enternecedor escuchar de boca de un preboste del mundo empresarial español quejarse de que una decisión tomada “por razones políticas” le perturba o, como dice Brufau, le decepciona. No sabe cuánto lo lamentamos. Vaya la del Gobierno de Canarias, de seis de los siete cabildos insulares y de multitud de ayuntamientos canarios de oponerse a las prospecciones por todas las demás que a su favor han tomado las instituciones españolas. Por supuesto que la decisión de apoyar o rechazar la explotación petrolífera en Canarias es una decisión política, no cabría otra. Porque ni puede ser religiosa, ni puede ser gastronómica ni puede ser sexual. Tiene que ser política. Más o menos como la que ha tomado la Consejería de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente de la Comunidad Valenciana, que se ha dirigido al Ministerio de Medio Ambiente para mostrar su rechazo a los sondeos que pretenden la británica Cairn Energy, por su parte, y Repsol por la suya como ampliación precisamente a su plataforma Casablanca. Y, miren ustedes qué cosas, la Generalitat Valenciana alega ante Madrid los mismos argumentos políticos que Canarias: los sondeos “son un ataque contra los intereses turísticos y los valores medioambientales” del litoral valenciano. La noticia es de agosto pasado y quizás les haya pasado desapercibida con tanto calor, pero viene no solo a fortalecer la postura de las instituciones canarias sobre la cuestión, sino también las de las autoridades y el mundo social y empresarial balear, que argumentan lo mismo. Y todas ellas son decisiones políticas, porque es política primar valores económicos y ambientales sobre el riesgo de la extracción de crudo; proteger la pesca y las especies, frente a las ansias ministeriales y empresariales; o preferir el turismo a las plataformas. No puede ser otra cosa que una decisión política, de ésas que se toman sin necesidad de que haya un empresario por detrás untando.

Se anima el cotarro socialista

Se las prometían muy felices algunas viejas glorias del PSOE canario cuando, aplicando las viejas fórmulas de pactar su futuro, olvidaron que algunas cosas están cambiando. Uno de los cambios afecta directamente al compadreo: yo apoyo a tu candidata si me garantizas que no habrá primarias para el Cabildo y que a mí me ponen de número uno al Congreso de los Diputados en 2015. Se selló, todo el mundo lo asegura menos los conjurados, en el pacto de Monteluz, barrio palmense donde está la casa de Augusto Brito y donde un José Miguel Pérez en retirada sólo puso sobre la mesa el nombre de Carolina Darias para sucederla, primarias mediante, al frente de la candidatura presidencial. Paco Spínola lo vio bien porque entonces se daba por hecho que los alcaldes del Sur, es decir, los verdaderos poderes del PSOE tinerfeño, apoyarían a la actual portavoz socialista en el Cabildo de Gran Canaria; y lo bendijeron Ángel Víctor Torres, alcalde de Arucas, que veía en esa reunión que le garantizaban el camino expedito para candidatarse a presidente del Cabildo, y Chano Franquis, que quiere seguir en la Carrera de San Jerónimo. No contaban con los movimientos que se sucedieron casi inmediatamente después de que se conociera que Pérez declinaba presentarse y surgieran los nombres de Patricia Hernández y de Paquita Luengo, unidos al ya postulado de Gustavo Matos. Carolina Darias dejaba de contar con los apoyos prometidos de los alcaldes del sur de Tenerife, y por lo tanto de la dirección insular, a la que se debe Paco Spínola, que habrá de unirse a ellos para garantizarse un puesto de salida en la lista al Parlamento. Por eso este lunes, in extremis, Franquis y Torres cancelaban su viaje a Tenerife, donde se iban a encontrar con una oposición cerrada a la candidata del aparato, nominada por un José Miguel Pérez al que nunca quisieron.

Isabel Guerra pugnará por el Cabildo

Pero no iba a ser ese el único (y grave) contratiempo con el que se iban a tropezar casi de inmediato los comensales de Monteluz. Este lunes ya se supo que a Ángel Víctor Torres le ha salido una oponente al Cabildo de Gran Canaria, lo que le obligará a remangarse y presentarse a unas primarias que ni deseaba ni estaban en lo acordado. Guerra se ha significado estos últimos años por su oposición al aparato del partido y puede plantear una batalla interesante. El aparato en Gran Canaria está seriamente dañado ante su militancia por haber pactado que no habría primarias a la primera Corporación insular y por haber lanzado el nombre de Augusto Hidalgo, actual consejero en esa misma institución, a la alcaldía de Las Palmas sin pasar el trámite de la Ejecutiva Local. Habrá por tanto primarias a las tres circunscripciones en Gran Canaria, porque al pulso Guerra-Torres hay que sumar que Hidalgo tendrá que enfrentarse con el joven Gabriel Corujo, el militante que puso en un aprieto a Chano Franquis en la última elección de secretario general de la capital, ganada por este último tan solo por cuatro votos.

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