Los errores de protocolo comenzaron en la sede de Casa África, en la calle Alfonso XIII, quizás porque había demasiados enterados sueltos opinando a la vez. Oficialmente, el protocolo correspondía aplicarlo al alimón al Gobierno de Canarias y al Ministerio de Asuntos Exteriores, pero fue más que elocuente la actuación de los jefes de protocolo de Pepa Luzardo y José Manuel Soria, fieles a su estilo hasta el final. Tanta orden y contraorden derivó, como primera consecuencia, en que los Reyes y sus invitados estuvieran de espaldas a los fotógrafos cuando se descubría la placa inaugural del edificio de Casa África. Pero donde realmente se armó una pelotera de considerables dimensiones fue en el Paraninfo, donde vimos a un desairado José Carlos Mauricio abandonando la sala al tiempo que mascullaba algo así como que un general le había obligado a desplazarse. Como en los viejos tiempos comunistas, pero sin Brigada Políticosocial.