Prácticamente toda España, o al menos la que mamó transición, recuerda perfectamente aquellas escandalosas declaraciones del dirigente andalucista Pedro Pacheco referidas a la Justicia. Dijo, textualmente, que “la Justicia en España es un cachondeo”. Aquella afirmación hizo correr ríos de tinta, arrugar sedosas togas, ennegrecer almidonados cuellos blancos y poner en entredicho cosas que ningún mortal había pensado hasta entonces que pudieran colocarse en tan mundana posición. Aquellas afirmaciones de Pacheco supusieron un hito porque permitieron abrir algunas ventanas atascadas por la corrupción judicial y poner en valor un sagrado derecho de los ciudadanos, el de la libertad de expresión, el de la capacidad para criticar a los servidores públicos. Jueces y fiscales son servidores públicos, y los que trabajan para todos nosotros en el TSJC firmaron este viernes un nuevo y penoso capítulo de su buena reputación.