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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

De Rita a Mariate

Mariate Lorenzo, inminente consejera de Turismo, Cultura y Deportes (FELIPE DE LA CRUZ)

Carlos Sosa

Rita Martín fue la última consejera de Turismo que tuvo Canarias. Fue designada por ese tremendo irresponsable que es José Manuel Soria en virtud de los conocimientos que la elegida había acumulado como técnica turística del Cabildo de Lanzarote. Fueron, los años de Rita, un periodo para olvidar en la historia turística de Canarias porque esa consejera representaba como nadie el desprecio absoluto de los partidos políticos por la elección de los mejores para cada puesto. Le tocó gestionar los primeros años de la crisis, lo que no fue obstáculo para que dilapidara dinero público en auténticas barrabasadas que hoy serían absolutamente indigeribles. El Partido Popular la presentó en 2011 a la alcaldía de Teguise y, tras desavenencias cuyos orígenes ignoramos (ni nos interesan) recaló por el Centro Canario Nacionalista (2013) y ya este 2015 en Nueva Canarias, en aplicación de la incomprensible estrategia de captación que tiene este partido. Tras el paso de Rita Martín por Turismo la consejería sencillamente desapareció. O, por ser más precisos, fue asumida directamente en 2011 por Presidencia del Gobierno, bajo el control directo de Paulino Rivero, que delegó en un diligente viceconsejero, Ricardo Fernández de la Puente, que regresa ahora al sector privado tras dejar un buen recuerdo de gestión a su paso. Con la llegada de Fernando Clavijo y su equipo, la Consejería de Turismo vuelve a tener vida propia, reforzada por dos áreas muy importantes, Cultura y Deportes, que por segunda legislatura consecutiva se desgajan de su anterior departamento. Si Rivero separó Cultura y Deportes en 2011 de Educación, esta vez se separan de Políticas Sociales y Vivienda, una experiencia que ha resultado sencillamente catastrófica. Y para dirigir un departamento tan potente, uno de los que va a contar con mayores partidas presupuestarias, Coalición Canaria ha designado a una mujer con un perfil muy prometedor a priori. Se llama María Teresa Lorenzo Rodríguez, aunque todo el mundo en Lanzarote la conoce como Mariate. Es economista, y como tal es propietaria de una asesoría fiscal, MTL Asesores, aunque es conocida en la isla por haber sido la concejala de Hacienda que puso orden en el caos del Ayuntamiento de Arrecife. Por lo tanto, y como punto de partida, estamos ante una gestora nata, lo que en su detrimento podría llamarse una burócrata.

 

 

 

Antecedentes así, así

Pero a Mariate Lorenzo le adornan otras cualidades. Habla inglés y alemán, dos idiomas fundamentales para quien habrá de hacerse cargo en cuestión de una semana de la promoción turística de Canarias. Porque del Reino Unido y de Alemania son la inmensa mayoría de turistas que nos visitan. Y tiene don de gentes, capacidad para las relaciones, lo que tampoco es abundante en ese gremio en el que se ha metido. Nada dice su currículo de conocimientos en la gestión cultural, uno de los grandes agujeros negros de Canarias, para lo que habrá de rodearse de personas expertas, pero sí de la pasión por el deporte, algo que parece innegable en quien ha sido capaz de terminar un Ironman, una de las pruebas atléticas cumbre que tiene en Lanzarote una de sus expresiones más conocidas mundialmente. Los que defienden su candidatura a consejera resaltan de ella su cada vez más curtida cintura política, probablemente heredada de una amplia tradición familiar en la que aparece el que fuera presidente del Cabildo y hoy cronista oficial de Arrecife, Antonio Lorenzo, padre a su vez de Antonio y Augusto Lorenzo, director general y consejero de Política Territorial que fueron (dos calamidades para olvidar) del Gobierno de Canarias. Su hermano es Eugenio Lorenzo, consejero delegado de los centros de arte y cultura del Cabildo de Lanzarote, y por lo tanto, persona de la máxima confianza de Pedro San Ginés, presidente de la institución. Marite Lorenzo será clave en el deseo de San Ginés de renovar precisamente esas joyas de la isla. Por la vertiente empresarial, la consejera de Turismo en ciernes es sobrina política del empresario local Rafael Lasso, propietario de Marina Rubicón y socio del poderoso Juan Francisco Rosa en algunos negocios más o menos afortunados, como la bodega Stratvs y el conglomerado mediático local Lancelot. Nadie está en condiciones de elegir a su familia, pero sí de quedarse con lo mejor que cada uno de sus familiares pueda aportarle.

 

Tres diputados más

Pero antes de que puedan ser designados los miembros del nuevo Gobierno de Canarias habrá de tomar posesión su presidente y publicar en el Boletín Oficial el decreto de organigrama y asignación de consejerías, lo que podría estar finiquitado entre este próximo viernes y el lunes de la semana que viene. Como ya sabrán a estas alturas (y si no, no se pierdan las crónicas de nuestro compañero Salvador Lachica) el Parlamento otorgó este martes la confianza a Fernando Clavijo para formar ese gobierno, que será fruto del acuerdo de su partido, CC, con el PSOE de Patricia Hernández. De manera sorpresiva, a última hora sumó sus tres votos a los 33 que ambas fuerzas acumulaban la Agrupación Socialista Gomera (ASG) de Casimiro Curbelo, que de esta forma queda muy bien situado como primer interlocutor del consenso tantas veces pregonado en estas dos sesiones parlamentarias por el presidente electo Fernando Clavijo. Esos tres votos podrían ser cruciales, sobre todo, para Patricia Hernández teniendo en cuenta que proceden de una rama desgajada del árbol socialista gomero, tres votos que sumados a sus quince arrojan la mágica cantidad de 18, los mismos que tiene su socio Fernando Clavijo. Curbelo advirtió, no obstante, que se trata de un apoyo condicional y temporal, con una vigencia que seguramente habrá de tener que ver con el tiempo que se tome la Cámara en designar senadores en representación de la Comunidad Autónoma. Parece hecho que por parte del PP la elegida será Mercedes Roldós, que compatibilizará ese nuevo puesto en la Cámara Alta con el de portavoz en el Cabildo de Gran Canaria, sin que hasta ahora haya trascendido con qué salario y, subsidiariamente, con qué dietas se quedará. Pero si el otro senador autonómico resulta ser Julio Cruz, enemigo íntimo de Casimiro Curbelo, el apoyo de los socialistas gomeros podría sufrir una transformación para convertirse en prácticamente uno y trino.

Buen rollito y 100 días

Fernando Clavijo parece haberse propuesto un comienzo manso de legislatura. El tono de todas sus intervenciones en este debate de investidura fue de lo monótono a lo conciliador, por lo tanto instalado permanentemente en la planicie. Eso que es malo para la animación parlamentaria y para las crónicas periodísticas puede resultar muy bueno para apaciguar ciertas expectativas, como ocurrió, por ejemplo, con las de Román Rodríguez. El líder de Nueva Canarias pareció algo sobreactuado al utilizar para su alegato un tono dos octavas por encima de lo que era recomendable en el momento en el que le tocó el turno. En el fondo fue implacable e impecable, lo que de él se esperaba, pero le perdió el exceso de ímpetu en medio de la planicie en que el contrincante aspirante había convertido el territorio, incluso tras la incómoda intervención de un Asier Antona que pide paso a gritos para poder dejar de imitar a quien no debe. El rifirrafe entre el líder de Nueva Canarias y el portavoz de CC, José Miguel Ruano, en torno a la paternidad, propiedad y explotación del nacionalismo canario, particularmente el de izquierdas, permite atisbar una legislatura movidita. En cada discusión que pueda tener trasfondo ideológico veremos contraponerse esas dos concepciones nacidas de una misma concepción. Porque por mucho que a Clavijo le cueste digerirlo, no se es más nacionalista canario por sostener que la gastronomía canaria es mejor que la vasca. Eso es bobería paleta (o maga). Ni se es más nacionalista por sostener contra viento y marea una Policía Canaria, o Guanchancha, que no sirve absolutamente para nada, salvo para dilapidar más de una decena de millones de euros en edificios, uniformes, vehículos, salarios y revista de tropas. Tienen mil y pico días para demostrar las demás cosas que se esperan de todos ellos. Para empezar, cien de gracia.

 

Salvando cómodas y divanes

Con su envite conciliador, incluso con el Gobierno del Estado, Clavijo rompía radicalmente con el pasado más inmediato, pero hay que elogiar su gesto en los minutos de descuento de agradecer a Paulino Rivero y a su Gobierno los servicios prestados en época tan agreste. Bueno el gesto del aspirante, repetido en estas dos jornadas, de acudir raudo a saludar a cada uno de los portavoces parlamentarios (más los espontáneos que lo asaltaron) al término de las sesiones. Como es de agradecer que Patricia Hernández se detuviera a elogiar concienzudamente lo hecho por sus compañeros del PSOE en la Consejería de Educación. Se echaba de menos esa batería de piropos a la que sucedieron, como era menester, sus motivos para cargar con la Consejería de Sanidad: por sus santos “retos”, nos pareció entenderle en medio de una balacera de lenguaje igualitario que le condujo a afirmar que los socialistas no estaban allí para sentirse “cómodos o cómodas”. Ni galanes de noche, le faltó decir. Como muy bien recordó a todos los presentes (y presentas) Román Rodríguez, esto de la política no la acaban de invitar los que están llegando ahora. Durante décadas, un buen puñado de mujeres y hombres llevan intentando mejorar este tinglado con mayor o menor fortuna, con un montón de aciertos y unas cuantas toneladas de errores. Con mucha planificación de gabinete que se ha quedado en no se sabe qué cajones, y demasiados borrones y cuentas nuevas cada cuatro años. La oportunidad que presenta una Cámara más variopinta y rejuvenecida, con amplia presencia de mujeres, hay que aprovecharla para recomponer desafueros y enfocar el futuro de buena manera. Clavijo llegó a sostener que el poder volverá a estar en ella tras un periodo que residenció en el Ejecutivo. Que Carolina Darias la presida es un buen síntoma (aunque hay que discrepar de la colocación de sus señorías en la sesión de investidura), pero del respeto que el presidente y de la vicepresidenta profesen al Parlamento va a depender mucho que sea verdad lo que han dicho estos dos días.

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