Claro que es políticamente incorrecto decir que un voluntario (o dos) te salen un poco revoltosos, pero como nos encanta lo políticamente incorrecto, les contamos que hubo exactamente dos con esa cualidad adornándoles. El primero, procedente de San Bartolomé de Tirajana, ya demostró durante la ida cierta predisposición a la exaltación y la hiperactividad. Así que, nada, salió una noche de copas, le dio en exceso al Alvariño sin apenas un bocata de calamares en el cuerpo, y le sentó mal la bebida. Tanto, que se lió a cachetones con un gallego. Dos días después estaba pidiendo la baja voluntaria y el regreso, según la versión oficial, de la que nos fiamos, faltaría más.