Están que se salen. Los dirigentes del PP canario buscan un lugar en el paraíso, unos minutos en los informativos, una butaca en la tertulia de Intereconomía, unos centímetros cuadraros en la prensa, algo que les permita hablar de otra cosa distinta al argumentario de defensa de lo que ellos llaman reformas y los demás llamamos recortes salvajes. Si Manuel Fernández, secretario general, se cubrió de gloria proponiendo la amortización de los cabildos de Gran Canaria y de Tenerife y la implantación de delegaciones insulares de las consejerías de la Comunidad Autónoma en las islas menores, la presidenta del PP tinerfeño, Cristina Tavío, ha ido todavía más lejos. Se trataría, a juicio de esta cabal teórica de la organización político-administrativa, de suprimir la Comunidad Autónoma y, en su lugar, crear una especie de consejo de administración formado por los siete presidentes de los cabildos insulares, un remedo algo extemporáneo de las desaparecidas Mancomunidades, que fenecieron cuando estrenamos autonomía, pero en versión tecnócrata, cada uno con su Ipad y por tres años, qué casualidad, los que le faltan a esta legislatura en la que el PP está descabalgado del machito.