José Manuel Soria y su escudero, Larry Álvarez, ordenaron el jueves que las banderas que luce el Cabildo de Gran Canaria en su fachada principal ondearan a media asta. Bueno, las banderas no, la bandera, porque aprovechando la coyuntura, aprovechando que el PP se quiere apropiar nuevamente de los símbolos nacionales, ordenaron quitar las banderas que siempre flanquean a la española: la de Canarias y la de Gran Canaria. En el límite del nacionalismo más españolista, en el trance mismo de la españolidad más exacerbada y excluyente, Soria mandó quitar la bandera que da carta de naturaleza a la institución que preside, el Cabildo de una isla que no puso su bandera a rendir tributo a las víctimas del terror.