No estuvo mal la petición del subdirector general de que el asuntillo quedara en un buen acuerdo antes que en un buen pleito. Salvo por el nada despreciable dato de que la pasta gansa que va a costar este despido improcedente la paga La Caja, cuyos directivos hicieron de este asunto cuestión principal y hasta dio lugar a una huelga en la entidad como medida de protesta de los trabajadores. Y ahora, reconociendo que el despido fue improcedente, ¿qué debemos pensar? ¿Por qué La Caja ha preferido el acuerdo? ¿Por qué el comité de empresa se ha dado por satisfecho? No debemos olvidar, porque la cuestión no es baladí, que Santana era miembro del comité de empresa y fue despedido por petición expresa del ex director general de la entidad, Juan Francisco García, a los mandamases talicánicos, peperos y sociatas a cambio de tregua mediática (y tragaron). García nunca perdonará a Santana haber sido el que redactó los informes que dieron lugar a la famosa querella que aún anda pendiente de ser archivada en los tribunales de justicia. Pero esta millonada no la pagará García, sino La Caja. Es una alegría vivir en isla Mauricio.