Estas salidas de tono de Pepa Luzardo han hecho recordar a muchos su paso por la Facultad de Derecho de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue en las asambleas de estudiantes, a las que nunca faltaba, donde se le empezaron a apreciar esas maneras de política que luego podría llevar a la práctica con tanto éxito. No era una agitadora, la verdad, ni se recuerda de ella propuesta alguna digna de aplicar para mejorar las cosas o hacer más felices a los alumnos, a los profesores o al personal administrativo y de servicios. Pero siempre intervenía cuando el gracioso de turno, ineludible en cualquier asamblea estudiantil que se precie, le gritaba aquello de “a ver Pepa, di una tontería”. Y Pepa hablaba. Y todos reían. Y luego fue alcaldesa.