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Grecia contra la Troika: Los dados están en el aire

Julián Ayala.

Julián Ayala

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Hay una gran campaña de falsedades sobre las causas de la elevada deuda pública de Grecia (como también de la española). Según esta campaña, que tiene por voceros a los economistas más vinculados al sistema y a los medios de comunicación más importantes del mismo, los griegos han estado viviendo (ya se ha convertido en tópico) “por encima de sus posibilidades”. Sus salarios y pensiones eran muy elevados; sus servicios públicos (sanidad, educación, ayudas sociales, etc.) constituían un gasto imposible de sostener; su estructura laboral era muy “rígida”; los griegos (y los españoles) trabajamos poco o casi nada, en comparación con los trabajadores de los países ricos; los funcionarios (profesores, médicos, bomberos, administrativos) son una especie de casta privilegiada, chupópteros del presupuesto público…

En fin, que había que cortar este “derroche” que, según la campaña de marras, era la causa primera y última de la crisis económica, pues el Estado griego para poder pagar la juerga se endeudaba, también por encima de sus posibilidades, con la banca privada (especialmente la alemana y francesa, pero también la española), que le compraba ingentes cantidades de bonos públicos, muy rentables por sus elevados intereses.

Pero en mayo de 2010 el FMI y el BCE, así como los gobiernos alemán y francés, cayeron en la cuenta de que el Estado griego no podría pagar nunca su enorme deuda, lo que causaría gravísimos perjuicios a los bancos que la habían comprado. Entonces decidieron salvar de la ruina no a Grecia, sino a esos bancos que habían especulado con las necesidades del país. Así, el FMI, el BCE y los gobiernos de los estados más ricos de la Eurozona compraron a precios altísimos a los bancos la mayor parte (casi el 80%) de la deuda pública que habían adquirido al Estado griego.

La pregunta del millón es por qué el BCE no compró la deuda griega directamente, mucho más barata de lo que le costó comprarla a la banca privada. Se lo impiden sus normas de funcionamiento: el BCE no es un banco central público, sino un lobby de la banca privada y no puede dar dinero a los Estados, pero sí a esa banca, a un interés muy bajo, para que ésta luego lo invierta en bonos de los Estados, a un interés muy alto. Un negocio redondo sobre la base de un enorme ladronicio.

En resumen, lo que se está vendiendo como “rescate de Grecia” ha sido en realidad un rescate de la gran banca privada europea.

La segunda parte es que una vez dueña de la mayoría de la deuda pública griega, la Troika (FMI, BCE y CE) impuso a Grecia unas condiciones draconianas para cobrarse: grandes recortes de gasto público a la población, bajada de salarios, pensiones, servicios sociales, etc., con el consiguiente aumento de la pobreza y de la exclusión social, la caída del consumo interno, la quiebra encadenada de empresas y el aumento del paro hasta los niveles más altos de Europa. El FMI había previsto un descenso del PIB griego del 5 %, pero en realidad ha sido superior al 25 %. También se preveía que los recortes en el gasto público traerían consigo el descenso de la deuda; pero ha ocurrido todo lo contrario: en 2013 ésta aumentó hasta el 150 % del PIB y en la actualidad supera el 185 %, lo que equivale a unos 317.000 millones de euros, cantidad imposible de pagar y que aboca al Estado griego a la bancarrota.

En medio de este panorama, en febrero de este año la coalición de izquierdas Syriza ganó las elecciones con un programa radicalmente opuesto a las medidas de la Troika. Lo primero que planteó es una reestructuración de la deuda impagable, con una quita de la misma, y el fin de las políticas de austeridad, combatir el fraude fiscal que cometen sobre todo los más pudientes, estimular la actividad económica, e ir pagando la deuda (nunca se ha negado a hacerlo) a medida que dicha actividad vaya generando crecimiento y riqueza. La Troika, sin embargo, sigue erre que erre con sus exigencias austericidas. El pensamiento único (y dogmático) no tolera disidencias. Pueden contagiarse y son el mayor peligro para el sistema. El Gobierno griego responde: contra chantaje democracia, y convoca el referéndum del domingo. Los dados están en alto.

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