Los castillos de Teruel, abocados a la desaparición por el abandono de sus propietarios

Isabel Traver

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Como ya adelanta su propio nombre, la localidad de Fortanete (Fort de fortaleza y anete, una deformación de Aneto, altura máxima) estuvo en tiempos custodiado no por uno, sino por dos castillos: el de Fortaner, cuyos restos todavía son visibles en lo alto de la colina que preside el casco urbano de este municipio de la Comarca del Maestrazgo; y el conocido como Castillo del Cid, situado en un paraje natural de difícil acceso, seis 6 kilómetros al norte de la localidad. En común tienen la escasa documentación que existe sobre su origen, su historia o sus usos, pero también el estado de progresiva ruina que presentan. Tanto es así, que el Castillo del Cid, ha sido incluido recientemente en la lista roja de patrimonio de Hispania Nostra, pero su posible rehabilitación se ve frenada al tratarse de una propiedad privada.

APUDEPA, la Asociación Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés, fue quien presentó un informe al comité científico de Hispania Nostra solicitando la inclusión de esta fortaleza en su lista. En él hace alusión al abandono y al mal estado del castillo, pero también a la amenaza de los parques eólicos que se pretenden construir en el entorno, uno de ellos, Cabecero I, a menos de dos kilómetros de distancia. Algo que, según recogen en el escrito, supondría un fuerte impacto visual, pero además invadiría el acceso a la fortaleza impidiendo que en un futuro se puedan acometer intervenciones arqueológicas o de consolidación sobre este monumento. 

La asociación recuerda también en el texto que los castillos de Aragón están declarados Bienes de Interés Cultural desde abril de 2006, por lo que exige a las administraciones públicas y muy especialmente al Gobierno de Aragón “que cumplan sus propias leyes, ya que la protección de los BICs no consiste solamente en la defensa frente al perjuicio activo de los bienes (en este caso materializado en un parque eólico), sino también del perjuicio por pasiva como es el abandono”, y propone “que se fijen y consoliden las ruinas a través de una rehabilitación respetuosa” a fin de que la fortaleza no desaparezca.

Sin embargo, el Castillo del Cid, como ocurre con tantos otros en la provincia de Teruel, es de titularidad privada, lo que dificulta cualquier intervención o estudio. Así lo explica Rubén Sáez, presidente de Arcatur, la Asociación por la recuperación de los castillos turolenses ,y añade que, en muchos casos, “resulta fundamental, más allá de la documentación, llevar a cabo trabajos arqueológicos que son los que dan una información más completa del origen de esas fortificaciones”.

Desde el Ayuntamiento de Fortanete dicen estar interesados en actuar tanto en el Castillo del Cid como en el de Fortaner para evitar un mayor deterioro, pero lamentan que de momento se encuentran atados de pies y manos –también ante la imposibilidad de afrontar económicamente las actuaciones necesarias. “Lo ideal sería que los propietarios y las instituciones públicas llegasen a un acuerdo de venta o de cesión y que los bienes pasasen a titularidad municipal, después nosotros trataríamos de pedir financiación a la DGA para empezar a intervenir en ellas”, explica Ángel Zaera, teniente de alcalde de Fortanete. 

La localidad no es la primera que se encuentra ante una situación como esta. En el municipio vecino de Aliaga, el ayuntamiento se propuso localizar al propietario perdido de su castillo dada la progresiva degradación del mismo. Resultó que la fortaleza fue comprada por 120.000 pesetas en 1972 por una familia de Cataluña, después de que el Estado la sacara a subasta con un precio inicial de 1.500 pesetas. El consistorio ha logrado recientemente una permuta del castillo a cambio de una finca rústica para el dueño. El próximo paso será tratar de rehabilitar esta pieza clave en la historia del pueblo y darle una salida turística.

“Estas fortificaciones son la identidad de nuestros pueblos, constituyen un patrimonio muy valioso porque forman parte de su historia y también de cara al turismo son un gran aliciente”, apunta Zaera. En el caso del Castillo del Cid, consideran que su ubicación en medio de bosques y a 1.600 metros de altitud podría ser un buen reclamo para el turismo de naturaleza y aventura.

La provincia de Teruel cuenta actualmente con nueve bienes patrimoniales en la lista roja de Hispania Nostra, entre los que figura otro castillo, el de los Ares, en Pozondón. Desde el comité científico señalan que no es una cifra alarmante en comparación con otras provincias españolas, sin embargo, recuerdan que en esta lista se encuentran únicamente aquellos elementos que han sido reportados por la sociedad dado su mal estado de conservación. 

Apuntan, además, que en términos generales existe una mayor rapidez a la hora de actuar en bienes patrimoniales cuando estos son de propiedad pública. “Uno de los problemas principales que aquejan a nuestro patrimonio es la titularidad privada porque hay particulares que no tienen capacidad para asumir restauraciones del calibre que se requieren, sin embargo en los de titularidad pública sí que estamos viendo como las administraciones se han volcado más en los últimos años, gracias también a la presión que ejerce la sociedad”, señala Víctor Antona, coordinador del comité científico de la lista roja.

Fortanete y la posible relación con el Cid 

Del Castillo del Cid de Fortanete apenas se conocen unos pocos datos. Cronológicamente es anterior a 1194, ya que aparece citado en la donación de Villarluengo y aunque no está probado documentalmente se cree que puede estar vinculado a las conquistas que el Cid llevó a cabo por estas tierra en el siglo XI. Para Sáez, otra pista que lo vincula a esta época es la mampostería utilizada en su construcción, en la que se aprecia el opus spicatum en muros y torreones, una técnica que en Aragón es de raíz musulmana.

Teniendo en cuenta el devenir histórico de las fortalezas de la zona, y a pesar de no conocerse con certeza, se piensa que este inmueble estuvo bajo el poder de la Orden de San Juan del Hospital hasta el siglo XIX, algo que sí se ha constatado en el caso del otro castillo de la localidad, el de Fortaner. La planta es aproximadamente trapezoidal, con dos lados en ángulo recto y la superficie total del recinto fortificado apenas sobrepasa los 500 metros cuadrados. También se puede afirmar que el castillo carecía de las condiciones de habitabilidad necesarias, por lo que se trataba de una fortificación meramente táctica.

La de Teruel es una de las provincias más ricas en cuanto a fortificaciones dada su importancia estratégica. Muchas de ellas son de origen islámico ya que los enfrentamientos entre los reinos hispano–cristianos y Al–Ándalus se dilataron durante más de un siglo en este territorio. También la Guerra de los Pedros o las contiendas durante las Guerras Carlistas contribuyeron a fortificar aun más la zona. Desde Arcatur calculan que existen más de 500 castillos en la provincia, a pesar de que el número de municipios apenas supera los 200.