LOS 32 FUTBOLISTAS CANARIOS DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

Yeyo Santos: El magnífico (1968)

Los cinco magníficos, la delantera del mejor Real Zaragoza de todos los tiempos. De izquierda a derecha: Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.

Canarias Ahora Deportes

Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaEleuterio Santos Brito (1940-2008) nació en Santa Cruz de Tenerife y se formó en el Prosperidad, Tarrasa y Real Unión, para fichar por el CD Tenerife mediado el curso 59/60. La temporada siguiente fue pieza básica en el ascenso blanquiazul a Primera División, donde apenas juega al cumplir el servicio militar. Traspasado al Zaragoza en la recta final de la campaña 62/63, permaneció una década en el conjunto maño, con el que conquistó dos Copas del Generalísimo y una Copa de Ferias, formando parte de Los cinco magníficos. Terminó su carrera en el Tudelano con 35 años y fue entrenador del juvenil Tenerife en la era Javier Pérez.

El mariscal amarillo

El mariscal amarilloCanario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. Esos son Los cinco magníficos. Palabras mayores en el fútbol español y divinidades eternas en la memoria de los aficionados más veteranos del Real Zaragoza. Con ellos, a principios de los años sesenta, el equipo aragonés disputó cuatro finales consecutivas de la Copa del Generalísimo (de las que ganó dos) y otras dos de la Copa de Ferias, antecedente de la Copa de la UEFA, de las que llevó una a sus vitrinas. Además, durante ocho temporadas seguidas no bajó del quinto puesto en la Liga y firmó las páginas más brillantes de sus casi ochenta años de historia. El interior derecho de esa delantera era Eleuterio Santos Brito, nacido en Santa Cruz de Tenerife el 9 de noviembre de 1940 y que dio sus primeras patadas a un balón en el Prosperidad, club del barrio de Salamanca.

Yeyo Santos militó en el juvenil Tarrasa y a los 18 años firmó por el Real Unión. Con los de El Cabo se proclamó campeón insular y regional, acompañado de otros notables futbolistas como José Juan, Colo y Santi. Mediado el curso 59/60 dio el salto al CD Tenerife de la mano de José Ignacio Urbieta, para debutar como blanquiazul el 13 de diciembre de 1959 frente al Córdoba (4-3), estrenándose ese día como goleador. Cinco jornadas después, ya con Vicente Gimeno en el banquillo, marcó un tanto de récord: batió la portería del Cádiz en el Heliodoro a los 15 segundos de juego. Una semana más tarde sería destituido Gimeno y se haría cargo del equipo Heriberto Herrera, que lo convirtió en titular indiscutible del equipo que el curso siguiente obtendría el primer ascenso blanquiazul a la máxima categoría.

Alineado como interior diestro, esa campaña 60/61 fue el máximo realizador del equipo con 14 tantos en 30 partidos. Suyo fue, además, el gol que significó la primera victoria liguera (1-0) ante Las Palmas. Dotado de una calidad exquisita, su compañero José Juan Gutiérrez lo define como “uno de esos jugadores canarios eminentemente técnicos, pero que además era incansable, de los que no paraba de correr. En realidad lo tenía todo, pues también poseía un buen disparo, visión de juego, inteligencia táctica y hacía goles. El año del ascenso firmó 14 tantos pese a no ser un delantero puro”. Y pasó a la memoria colectiva de los viejos aficionados blanquiazules formando parte de un once que medio siglo después muchos recitan de memoria: Ñito; Colo, Correa, Álvaro; Villar, Borredá; Zubillaga, Santos, José Juan, Padrón y Domínguez.

Otro compañero de aquella época, Juan Padrón, hoy en día vicepresidente de la Federación Española de Fútbol, lo recuerda como “un todocampista que hoy valdría millones de euros. Recuerdo que Heriberto Herrera le dijo una vez que su regate y su cambio de juego no los había visto nunca. Y además de clase, también tenía una condición física tremenda y mucho gol, pues llegaba desde atrás y tenía un golpeo extraordinario. El año del ascenso fue decisivo”. Con Padrón y José Juan, entre otros, iniciaría Santos la primera aventura del CD Tenerife en la élite, en la que tuvo un protagonismo destacado hasta que así lo quiso el teniente general Gotarredona. Tres victorias en las ocho jornadas iniciales permitían concebir esperanzas, pero un relevo en la Capitanía General dejó a Ñito, José Juan y Santos sin posibilidad de competir a partir de noviembre.

Con Gotarredona se acabaron las facilidades que concedían a los futbolistas las siempre eficaces gestiones de Luis Guiance (alma mater del Real Unión y un poder fáctico en Capitanía) y Santos no volvió a jugar en lo que quedaba de campeonato. Pese a ello, su primer paso por la élite se saldó con cuatro goles en 12 partidos. Incorporado de nuevo al Tenerife 62/63, ya en Segunda División, sus actuaciones no pasaron desapercibidas. Y en marzo de 1963 el Real Zaragoza pagó 1.700.000 pesetas de la época por sus servicios. Ese mismo mes debuta con los maños en la élite con un empate (0-0) en el Nou Camp en una delantera compuesta por Miguel El palmero (que con 36 años aún ofrecía lecciones magistrales de fútbol), Santos, Marcelino, el peruano Sigi y Lapetra.

Y al domingo siguiente marca su primer gol con el Zaragoza en su estreno en La Romareda, saldado con goleada (4-0) al Málaga. Los aragoneses llegarían ese curso por vez primera a una final de la Copa de España, pero Santos tiene escasa presencia en el torneo del KO. Y además, el Zaragoza pierde (3-1) en la final ante el Barça… disputada en el Nou Camp. En la temporada 63/64 la historia será diferente. Así, con la llegada del brasileño Canario y el afianzamiento en la titularidad de Villa, empieza a forjarse la leyenda de los cinco magníficos. Con ellos, el Zaragoza es cuarto en la Liga, gana la final de Copa al Atlético de Madrid por 2-1 y se impone al Valencia en la final de la Copa de Ferias por idéntico tanteo. Santos está en la primera de las citas, disputada en el Santiago Bernabéu, pero no en final europea celebrada en el Nou Camp.    

Ya entonces el fútbol ofrecía un calendario de locura. Así, tras eliminar a la Juventus de Turín, un 28 de mayo de 1964 Santos marca el definitivo 2-0 ante el Lieja (Bélgica) en el partido de desempate de las semifinales de la Copa de Ferias. Y una semana después participa en el choque de ida de las semifinales de la Copa del Generalísimo, saldado con derrota (3-2) en el Nou Camp ante el Barça. Ambas competiciones se interrumpen para que la selección española (con cuatro jugadores del Zaragoza: Reija, Marcelino, Villa y Lapetra) dispute la fase final de la Eurocopa. Y el 24 de junio, sólo tres días después del histórico triunfo ante Rusia, los maños ganan la Copa de Ferias al Valencia en el Nou Camp sin Santos… que sí participaría cuatro días más tarde en la remontada (2-0) ante el Barça en la Copa del Generalísimo.

Una semana más tarde, en el Bernabéu, el Real Zaragoza, que no había sumado un solo título en su historia, redondea su temporada mágica con la conquista de la Copa del Generalísimo. Además, nace la leyenda de los cinco magníficos, que jugaron juntos por vez primera en la ida de la semifinal de la Copa de Ferias disputada en Lieja el 22 de abril de 1964 con Antonio Ramallets en el banquillo. Eso sí, el título de magníficos lo reciben el curso siguiente, tras una goleada (4-1) al Athletic de Iríbar con tantos de Santos, Canario, Lapetra y Villa. Juan José Navarro, periodista de Amanecer, es el autor de ese mote colectivo, en alusión a Los siete magníficos, película de John Sturges entonces en cartelera. Las exhibiciones se repitieron en esa temporada 64/65, que se saldó sin títulos… pero con 109 goles en las tres competiciones oficiales.

El Zaragoza no engorda el palmarés, pero sí la épica con un equipo que es tercero en la Liga (con 41 goles repartidos entre los cinco delanteros), finalista en la Copa del Generalísimo (perdiendo la final ante el Atlético de Madrid) y semifinalista de la Recopa, tras caer ante el West Ham United. Por el camino quedan goleadas inolvidables como un 6-4 al Barça en Copa del Generalísimo, en un partido en el que los catalanes se adelantaron hasta en tres ocasiones y Santos hizo el 5-4 que convirtió a La Romareda en un manicomio. Dos semanas después, un 5-0 al Athletic, con otro gol de nuestro protagonista, obliga a los medios a agotar los adjetivos. Además, el interior tinerfeño es convocado por José Villalonga para medirse a Portugal en Oporto. Juegan como titulares Reija, Marcelino, Villa y Lapetra, pero Santos se queda en el banquillo.

La temporada 65/66 agranda la leyenda de los magníficos. El Zaragoza es cuarto en la Liga, se impone (2-0) en la final de la Copa del Generalísimo al Athletic de Bilbao y cae ante el Barcelona en la final de la Copa de Ferias disputada a doble partido… en el mes de septiembre. Un calendario apretado, la presencia de los aragoneses en las finales de todas las competiciones y la disputa del Mundial de Inglaterra obligó a aplazar la final de la Copa de Ferias al inicio del curso siguiente. El Zaragoza ganó (0-1) al Barça en el Nou Camp y se las prometía felices, pero en La Romareda, con un gol en el último minuto de la prórroga, el Barça del tinerfeño Foncho se adjudica el título. Ya no habría más finales para el Zaragoza.

Los cinco magníficos aún brillan y en la Liga 66/67 se combinan para 40 goles en el campeonato, 15 de ellos del interior tinerfeño. Pero la luz se apaga poco a poco. Canario se iría el curso siguiente y Lapetra un año después. Mientras, Santos ejerce de líder de un equipo que se mantiene entre los cinco mejores de España. La recompensa personal le llega el 2 de mayo de 1968 en Malmoe (Suecia), cuando Domingo Balmanya le hace debutar con la selección española en un amistoso en el que la línea media es íntegramente canaria (Santos, Guedes, Germán) y en el que también actúan otros dos jugadores del Archipiélago: Tonono y Castellano. El tinerfeño juega “a buen nivel, especialmente en la segunda mitad”, pero el técnico no contará con él una semana después en el decisivo choque ante Inglaterra.

La derrota ante Inglaterra le cuesta el puesto a Balmanya y el nuevo seleccionador, Eduardo Toba, ya no cuenta con Santos. Además, el Zaragoza 68/69 deja de luchar por los títulos y coquetea con el descenso hasta la última jornada. Un triunfo en Riazor en la penúltima cita y un agónico empate ante el Córdoba en la despedida liguera evitan el drama. Dos cursos después se consuma la tragedia. Una lesión sufrida por Santos ante la Real Sociedad lastra al equipo blanquillo. Pese a jugar sólo la mitad de los partidos, el interior tinerfeño es el máximo goleador del equipo. Y aunque recibe ofertas, se queda con el Zaragoza en Segunda División. Es el único magnífico que jugará en la categoría de plata. Actúa poco, pero festejará el regreso a la élite. Tras una década en el Ebro, se irá del Zaragoza con casi trescientos partidos oficiales y 94 goles.

Pero no se va del fútbol. El palmero Rosendo Hernández, entrenador del Tudelano, le convence para que se vaya con él a Tercera División. Y allí está durante tres temporadas, hasta que se retira en junio de 1975… tras marcar 14 goles en el campeonato (y regalar 16 a Patxi Iriguíbel, delantero que luego haría carrera en Osasuna). De vuelta a Tenerife, Santos se dedica a la formación de jóvenes promesas (seleccionador regional de infantiles y entrenador del juvenil del CD Tenerife por expreso deseo de Javier Pérez) y a su trabajo en la banca. Además, perfeccionó su tenis, una actividad en la que había empezado a despuntar en Zaragoza, y llegó a proclamarse campeón de Canarias de veteranos juniors en las filas del Club de Tenis Tenerife. Falleció en su ciudad natal el 28 de enero de 2008.

 

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