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Siguiendo las huellas del cambio

Plantación de uvas.

Eva González

Las Palmas de Gran Canaria —

Son muchas las áreas en las que se tambalean las bases que nos han traído hasta aquí. La lectura puede ser optimista, para quien lo lee como parte necesaria de la evolución, o derrotista para los que se agarran a presupuestos que, y a la vista está para quien quiera mirar, quedan obsoletos. Los cambios no son fáciles ni todos estamos preparados para avanzar al mismo ritmo, pero la buena noticia es que cada vez son más quienes se suman al carro. Y, con emoción, al menos por mi parte, la imagen de cabezas cortadas y gritos al vacío va siendo relegada por las iniciativas a las que cada vez se suman más personas y empresas. No hablamos de un simple cambio de camisa, hablamos de cambios de paradigma que se están dando en nuestros días, como por ejemplo en el mundo de la psiquiatría, de la enseñanza, y en el que nos ocupa hoy en concreto en este reportaje, el de la ecología o medio ambiente. Todos ellos tienen en común la evidencia empírica de que hay bastante que modificar y actualizar, es un cambio bárbaro el que hace falta, pero como podemos ver, ya hemos echado a andar.

En las tres áreas señaladas son graves las consecuencias que estamos pagando, pacientes diagnosticados con patologías y medicados, hasta el punto de llegar a ser enfermos crónicos, cuando muchas veces son estados naturales y humanos, cierto que complejos, de los que se están beneficiando sólo las farmacéuticas, puesto que ya se sabe que podrían tratarse desde otra perspectiva. Más y más alumnos que amplían los índices de fracaso escolar por no entrar en los estrechos márgenes que impone el sistema o la irresponsabilidad social que supone, tanto a nivel particular como corporativo, las conductas comerciales y empresariales a las que nos hemos acostumbrado, dañinas y agresivas, tanto para el medio ambiente como para nosotros.

A este panorama, no demasiado alentador, llegan como agua fresca noticias como las que hemos registrado en este mes y otras que están por llegar. En mayo se celebraba la Feria de Ecología y Sostenibilidad en el espacio del Cabildo La Granja, en el municipio de Arucas. Por allí pasaron miles de personas que conocieron, participaron, compraron o al menos vieron y disfrutaron los más de noventa puestos destinados a promocionar sus productos. La variedad de manufacturas naturales, biológicas o ecológicas allí presentes abarcó desde la alimentación, el vestido, los cosméticos, las terapias alternativas e incluso se expusieron coches eléctricos y distintos proyectos que no asumen el fomento de la economía separado de la responsabilidad social y el bienestar de las personas. Todos ellos con un fin común, contribuir a una mejor calidad de vida y proporcionar bien estar. Tratan de abrirse paso en el mercado y compiten con productos a los que ya estamos acostumbrados pero que, más veces de las que nos gustaría, esconden una parte que muchos de nosotros preferiríamos casi ni saber.

Buscando la manera de sumar

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, visitó la feria y declaró que cada vez hay más personas, cooperativas, grupos de consumo y vías de comercialización. Llamaron la atención los talleres de terapias alternativas y, además de los stands, las personas que asistieron buscando contactos y colaboración o información. Macu Aguilera gestiona la marca de productos ecológicos Poppy Olé, centrada hasta el momento en la producción de moringa, una planta poco conocida y tan útil en alimentación, agricultura y medicina que la han denominado como la planta de la vida. “Este año no me dio tiempo a preparar el stand y apuntarme, pero el año que viene aquí estaremos”.

Paula Díaz es una de las responsables de la empresa Eco Touristing, organizadores de Verode (Ver- Oir-Debatir), nombre del I Foro de Turismo Sostenible de Canarias. Un evento que tendrá lugar durante los días diez y once de octubre en el municipio de Agüimes. “Pretende ser un espacio de debate y reflexión sobre el modelo turístico de Canarias, ofrecer visibilidad a casos de éxito en las islas y fomentar la transferencia de buenas prácticas en el sector. Todo desde una perspectiva integral de la sostenibilidad, atendiendo a criterios medioambientales, socioculturales y económicos.” Así nos lo presenta Paula que, como Macu, también asiste a la feria con la intención de generar vínculos.

Hablamos con Alicia Mir, responsable del Trade Project en cuyo stand nos explica cómo surgió y en qué consiste su empresa. “Yo me dedico al marketing y lo que hice fue pensar en cómo, desde mi lado creativo, podía ayudar a los sectores más vulnerables. Decidí crear un proyecto de responsabilidad social empresarial y organizo actividades de voluntariados con las multinacionales. Un día al mes, llevamos a un grupo de trabajadores de estas grandes empresas a trabajar en huertos sociales y ecológicos, parcelas que dan los ayuntamientos a organizaciones o grupos en riesgo de exclusión social, además las empresas donan material necesario. Es evidente que hay personas que quieren ayudar y no saben cómo, entonces yo les pongo en contacto, les invito a que lo hagan. No sólo están ayudando a personas sino que están cuidando el medio ambiente”. Alicia lleva dos años de andadura con este proyecto y está encantada, pero reconoce que aún no se explica cómo, pese a que hay financiación, manos para ayudar por un lado y gente que necesita ayuda por otro, por temas administrativos y burocráticos muchas veces no se puede dar ese intercambio.

Entre los productos de la feria todos de comercio justo o ecológicos, también presenciamos productos de importación, sobre lo que nos explica Alicia: “Ahora mismo no hay un nivel de negocio que permita generar empresas que se dediquen a la fabricación y distribución de productos 100% ecológicos, salvando el sector agrario que ya está en marcha, por eso seguimos encontrando productos importados y seguimos en la evolución de lograr acercarnos cada vez más al concepto kilómetro 0 en el resto de productos. Pero si es cierto que nos permite ampliar la variedad y concienciar y educar para que haya más interés en general”.

Alicia se alegra de que empiecen a generarse este tipo de actividades y espera que el pulmón que están significando en la sociedad nos llene de aires nuevos y vitalice la circulación de este tipo de comercio más consciente y saludable. “El público canario está cada vez más abierto a lo ecológico y lo natural, en Barcelona, Madrid, Valencia y Sevilla se hacen ferias como esta y los que estamos interesados en cambiar hábitos de vida y hemos asistido, estamos muy contentos de que por fin se hagan aquí”.

Entre los asistentes se comenta que los precios de los productos que se ofertan no son precisamente baratos. Alicia explica que, al ser aún minoría y el trato diferente que requieren este tipo de productos comparados con los de gran producción hace difícil bajar los precios, pero asegura que ahorramos en enfermedades, gastos derivados y preocupaciones.

La psicóloga Inmaculada Jáuregui, que asistió a la Feria, nos ofrece un breve análisis. “A pesar de haber miles de personas, encuentro que en una ciudad como la de Las Palmas, a estas alturas podrían ser muchos más los interesados. Falta difusión mediática. Variedad si hay, aunque no son todos los que están, ni están todos los que son, considero que es positivo mostrar el auge de este tipo de productos pertenecientes a un mercado que pretende crear conciencia. Los talleres, las conferencias pretenden hacer ver al ciudadano la importancia de lo ecológico y de mirar el panorama de forma cíclica, de ahí la presencia de los productos de temporada. También hemos visto en los stands, que sí hay productos que cumplen con la teoría y otros que son importados, por lo que tienen que seguir vías de comercialización no alternativas. Esto ocurre también con productos que son manufacturados aquí pero los elementos con los que se hacen vienen de fuera. Hemos visto desde placas solares a ropa reciclada o hecha con textiles naturales, en general una comercialización de productos orientada a la salud, al autocuidado. Los talleres de bioenergética y los masajes estaban a tope, paradójicamente ha faltado quorum en las conferencias. Es un muestrario de un tipo de vida que se querría, orientado a lo lento, a la tranquilidad que ha surgido en respuesta al sistema fagotizador y destructivo que conocemos. La edad de los que estamos aquí es entre los cuarenta y sesenta años más o menos, y algunos pequeños que van con sus padres. El factor generacional está claro”.

Ahora falta saber si las administraciones están por la labor de apoyar estas iniciativas y facilitar, visibilizar y apoyar un sector en auge, que, por lo menos apunta a fomentar otro tipo de valores. Como decíamos antes, iniciativas no faltan, como la Semana Internacional de la Energía, cuya cita en Las Palmas de Gran Caria también ha sido este mes de junio. Organizado por el periódico digital energyHub.es y la asociación Fodes por la Semana han pasado más de cien ponentes abordando temas energéticos, posibilidades de autoconsumo, la energía fotovoltaica, maremotriz y demás aplicables en Canarias, la aplicación de energía sostenible en proyectos arquitectónicos, etc. Por primera vez, estas jornadas se han celebrado en cinco escenarios diferentes con conferencias y encuentros entorno a la energía sostenible. Además de en las dos islas capitalinas, Gran Canaria y Tenerife, también en La Palma, Fuerteventura y Lanzarote. Y ya en el mes de octubre, como citaba antes, el I Foro de Turismo Sostenible Verode en el auditorio de Agüímes. Por allí nos vemos, si comparten la idea de desarrollo sostenible; aquél que se logra sin perjudicar al medio ambiente y sin poner en riesgo las posibilidades de desarrollo de las generaciones futuras.

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