Conviene señalar que ese extraño país – Rumanía – forma parte de la Unión Europea desde el pasado día 1 de enero. Que su Presidente, Traian Basescu, antiguo capitán de la marina mercante, lleva más de un año enfrentado al Primer Ministro, Calin Popescu Tariceanu, un político de centro derecha que recorre Europa tanteando el nivel de religiosidad de sus compatriotas en la diáspora y prometiéndoles ¿por qué no? regalos que consisten en la edificación de nuevos… lugares de culto. El envite entre ambos políticos culminará con la celebración, el 19 de mayo próximo, de un referéndum que desembocará, con toda probabilidad, en la vuelta triunfal del timonel Basescu al palacio presidencial. Porque curiosamente, el dignatario acusado por la mayoría de la clase política de ineficacia, corrupción y excesivo autoritarismo cuenta con el apoyo de un elevado porcentaje del electorado. Basescu logró imponerse en 2004 a su rival socialdemócrata (léase ex comunista) utilizando un slogan populista: (Haré todo para) “Que vivan ustedes bien”. La incipiente clase media, defraudada por la lentitud de las ansiadas reformas sociales, apostó por el marino convertido a político, que logró cambiar – durante su paso por la Alcaldía de Bucarest – la fisionomía de la decrépita urbe balcánica, conocida en los años 20 y 30 del siglo pasado como el “pequeño París de Oriente”. El alcalde – milagro se convirtió, pues, en un líder populista dispuesto a reclamar un mayor protagonismo para su país en la región del Mar Negro, y tratando de emular, sin éxito, la Iniciativa Euromediterránea de la UE. Y si en Barcelona se optó por apartar a los Estados Unidos del complejo escenario del Mare Nostrum, Traian Basescu trató de hacer lo mismo con Rusia, la gran potencia regional en el Mar Negro. Pero su proyecto, que debía contar con el visto bueno de Bruselas, fue rechazado por la Comisión, cuyos miembros establecieron reglas de juego diametralmente opuestas a las del dignatario rumano. La oposición interna no tardó en sumarse al “niet” comunitario. La clase política barajaba seriamente la alternativa de unas elecciones presidenciales anticipadas, que debían garantizar una tregua entre la Presidencia y el Ejecutivo, facilitando al mismo tiempo la reanudación del diálogo entre los Jefes de Estado y de Gobierno. Pero Basescu decidió, por razones aún desconocidas, permanecer en funciones. Desde el parado día 20, Rumanía tiene dos Presidentes: uno electo y otro, nombrado por el Parlamento.En los mentideros bucarestinos se rumorea que la crisis obedece a un maquiavélico plan diseñado por los actuales dueños del Kremlin con miras a desestabilizar el país vecino, que se apresta en acoger nuevas bases militares… norteamericanas. Aunque la llamada “amenaza transatlántica” sea, de momento, más ficticia que real, el peligro de erosión de la frágil democracia rumana se perfila estos días en las calles y plazas de Bucarest, donde los partidarios del timonel corean el inquietante slogan: “¡Abajo el Parlamento!” Algunos politólogos balcánicos especializados en asuntos iberoamericanos creen haber detectado algún que otro indicio de tentaciones pinochetistas. Algo que la UE no puede ni debe tolerar. (*) Escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París) Adrián Mac Liman (*)