Aeropuertos de todos

El Gobierno del PP no deja de sorprendernos. Hace unas pocas semanas anunciaba una nueva privatización: la de la empresa pública Aeropuertos Nacionales y Navegación Aérea, AENA. Esta empresa es la propietaria de todos los aeródromos de Canarias y de la práctica totalidad de los de España. Se da la circunstancia de que es una empresa que tiene beneficios. El alto número de viajeros (tanto los turistas que vienen como los nacionales que nos desplazamos por negocios o placer) unido a el progresivo aumento de las tasas aeroportuarias ha conseguido que la empresa que construyó las faraónicas terminales de Madrid y de Barcelona deje atrás las pérdidas provocadas por estas obras.

Sin embargo, el PP vuelve a quitarse esa careta de buenos gestores que les gusta ponerse y con la que pretenden hacer creer a la ciudadanía que son capaces de solucionar los problemas. Ahora dejan claro, una vez mas, que su único interés es hacer negocio con lo público. Usar lo de todos para enriquecer a unos pocos. No es la primera vez que lo hacen. Los gobiernos de la derecha se dedicaron a privatizar empresas públicas, que pertenecían a todos, para dejarlas en unas pocas manos. Ahí está el ejemplo de Telefónica, donde habían puesto a un amigo de Aznar presidiendo la compañía para luego quedarse al mando tras la privatización.

Habrá quien piense que la gestión privada es mejor. Pero eso es sencillamente falso, al menos desde el punto de vista de las necesidades de un servicio público. Un gestor privado sólo mirará por los beneficios que tiene que generar una empresa, mientras que la gestión pública tiene en cuenta la calidad del servicio que se presta y que éste llegue a todos. No olvidemos el caso que nos ocupa. AENA se encarga de todos los vuelos que despegan, pasan o aterrizan en España y eso incluye también a Canarias. Aquí volar no es un capricho, ni siquiera una mera cuestión de negocios, es una necesidad. El aislamiento de los canarios sólo puede solucionarse volando y, por ello, los aeropuertos son un servicio público.

Sin embargo, si se aplica un criterio exclusivamente económico, no contaría la importancia de un aeropuerto ni su necesidad, sólo el beneficio que dé. Así, con la privatización de AENA, podrían cerrar los aeropuertos de La Gomera y El Hierro (que tienen muy pocos pasajeros, pero que prestan un servicio fundamental) y, casi con toda seguridad, el de La Palma quedará reducido a la mínima expresión. Tal vez alguien diga que ahora sólo se propone privatizar el 49% de la compañía y que la mayoría para decidir quedará en poder del Estado. Sin embargo, nada impedirá que en un futuro se privatice el resto, poniendo en riesgo la conectividad de las Islas y aislando un poco más a los canarios. Los aeropuertos, pues, deben seguir siendo de todos y para todos, no sólo para quienes quieran que den beneficios y así cobrar dividendos.