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Agua: un derecho vital
El pasado día 22 de marzo, se celebró el Día Mundial del Agua. Esta no puede ser una frívola y anecdótica conmemoración más, dentro de las muchas que se celebran a lo largo de cada año. Esta evocación tiene que ser una toma de concienciación para todos los que habitamos este solar llamado Tierra ?que no podemos olvidar que en precariedad eventual, y que todos los seres vivos tenemos los mismos derechos?. Y por ser el líquido elemento más importante para la vida de todos los seres vivos, tiene una importancia trascendental. Sin ella no podemos subsistir, como primitiva y biológicamente sabemos. Tanto: ingerida, de riego y de higiene.
En el mundo, 785 millones de personas malviven sin la imprescindible agua potable. Todas estas personas son víctimas de su vital carencia y están al borde de la defunción. La ONU data, que la segunda causa de mortandad que se produce en el universo, en los niños menores de cinco años, es por una diarrea infantil. Ello es, por la consecuencia de beber aguas contaminadas o no potables. Esta atrocidad hace que se produzcan 5.000 muertes diarias de estos infantes, en el mundo. La falta de agua potable en los niños le genera irremediable desnutrición, morbilidad y mortalidad, y escaso desarrollo físico e intelectual.
Por la carencia de agua potable, se toman aguas insalúbricas, uniéndose a ello, la lógica ausencia de la básica higiene corporal, lo que contribuye al desarrollo de bacterias y virus de todo tipo. La parca les acecha, de una manera u otra, a la gran masa mundial de 2.500 millones de personas, que no pueden disponer de aguas potables ni saneamientos básicos. A ello se agregan las hambrunas, por la falta de riegos para la agricultura alimentaria. En paradójica cifra, a esta privación de aguas en grandes superficies del mundo, se derrocha, por persona y año, un total de 2.325 litros, entre 200 o 300 litros diarios, en casi todos los países que tienen la suerte (y la irracionalidad) de tenerla en abundancia, como en Europa. En contra de los 10 litros, de uso diario, en países como Mozambique.
El agua está directamente relacionada con la vida: salud, alimentación, medio ambiente; además, de contribuir al desarrollo socio-económico de un país; y su carencia genera pobreza, enfermedad y muerte. Donde no existe, tiene presencia la inanición y la muerte. El agua tiene que ser considerada un Derecho Humano, y por ello, ya está recogida en la Carta Internacional de los Derechos Humanos de la ONU (del 28 de julio de 2010, que establece el derecho al agua y al saneamiento); y en la Organización Mundial de la Salud, y en la Unicef. De prioritaria importancia en beneficio de la colectividad. En contra de la idea privatizadora de las administraciones de nuestro país, entre otros, con las patológicas decisiones para rentabilizar el servicio de abasto general.
El agua potable es un derecho de toda la humanidad que puebla el planeta. Y de todos los seres vivos, que de ella dependemos para la existencia vital y en los equilibrios naturales de todos los ecosistemas. La Coordinadora de ONG para el Desarrollo, describe este elemental fundamento: “Bien público de calidad. Que garantice su universalidad y la participación ciudadana en su gestión; y no como una mercancía a través del cual obtener beneficios”.
El futuro de la humanidad depende de la regulación y protección del agua potable, máxime por el imparable aumento poblacional y la drástica disminución de aguas pluviales, por los perniciosos efectos que por el cambio climático estamos padeciendo en el globo, en el uso vital corporal, en los regadíos y en los de saneamientos e higienes, que será la más urgente de las necesidades primarias a las que se enfrente la humanidad próximamente. Se producirán muchos conflictos bélicos ?de hecho ya se generan?, por los dominios acuíferos, entre las naciones. Disputas, que en nuestro país han emanado, para la desviación del cauce de los ríos hacia otras regiones anexas, por donde transcurren. Otro ejemplo, ha sido el último enfrentamiento bélico entre Israel y Líbano, por este fundamental asunto acuífero, en la potestad de las aguas del río, que por sus fronteras atraviesa.
Ya ha comenzado la lucha social, con la creación de plataformas, contra la privatización del agua, la contaminación de los ríos, lagos y mareas (porque de ella se producirá agua desalada). La Marea Azul ha nacido en España contra la privatización de las aguas de todos los cauces y embalsadas. El agua tendrá que ser confiscada por los Estados, donde su escasez sea de interés público, como un bien común de extrema y urgentísima necesidad, para los seres vivos y el medio ambiente. No puede dejarse al albur de los desalmados especuladores y de los mercachifles, de un elemento tan primariamente vital.
Tanto en el consumo humano (bebibles, cocinas, domésticos, higienes) y otros menesteres sociales; y regadíos en agricultura, ya se deben regular, antes que nos lamentemos amargamente, de poner coto a su manirroto malgasto y en la educación consciente de su uso. El derroche de aguas de consumo, debe ser penalizado y controlado por leyes. En agricultura, donde todavía se riega 'a manta', debe atenerse a nuevas fórmulas de riego; por goteo, aspersión, drenajes, canales, etc., donde el consumo sea eficaz, eficiente y responsable, en un uso mínimo para el regadío de las plantas alimenticias y de ornato. Solo en nuestro país, que no posee agua en abundancia, la agricultura consume la desmesurada cifra del 60% del agua disponible. La depuración de las aguas y su reciclado, para usos de jardinerías y agriculturas serán otro de los imprescindibles asuntos a abordar.
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