Arrecife vale la pena
En primer lugar, quiero presentarme para aquellos que no me conocen. Me llamo Sheila Guillén Duarte, tengo 32 años, y mis orígenes familiares, de crianza y juventud están ligados al barrio de Maneje. Estudié en el Colegio Santa María de los Volcanes y tuve a mis hijas en el Hospital Dr. Molina Orosa. Como ven, mi camino vital empieza, siempre, en Arrecife.
Porque Arrecife es más que un entorno urbano de 64.000 habitantes. Es más que sus barrios, que sus calles o que su litoral. Arrecife es el inicio y el final de la vida de la mayoría de los ciudadanos de esta isla de Lanzarote. El círculo que se cierra. Los puntos que se tocan. Un entorno vital. Arrecife, en definitiva, es Lanzarote y Lanzarote no se entiende sin Arrecife.
La mayoría de los y las lanzaroteñas hemos nacido en Arrecife. Nos hemos desarrollado gracias a su actividad económica; hemos utilizado sus servicios públicos; hemos conocido a gente diversa de otros lugares del mundo. Arrecife nos ha unido como pueblo insular, pero también nos ha conectado con el mundo.
Es por ello, que desde el recién constituido Comité Local de Nueva Canarias-Bloque Canarista en Arrecife creemos que vale la pena poner las bases para diseñar y construir una ciudad amable que cuide de sus residentes y visitantes. Diseñar el cuarto de estar de esa isla-hogar que todos imaginamos y da vida al proyecto de Nueva Canarias en Lanzarote y La Graciosa.
No hablamos de obras faraónicas. Hablamos de habilitar las infraestructuras urbanas mínimas para una sociedad que ya no es la del siglo pasado, sino que se enfrenta a retos climáticos y de justicia social importantes. Lo vivimos hace unos días con las lluvias o hace unos años con la pandemia.
Infraestructuras urbanas como la movilidad universal. Una ciudad que no sea un obstáculo para los peatones. Hoy día Arrecife no cuida a los viandantes, sino que los desplaza a favor de los cada vez más innumerables coches. Una movilidad universal con aceras amplias, con biocalles peatonales y perspectiva inclusiva.
Arrecife vale la pena porque es urgente la adaptación al cambio climático. Hace escasamente dos meses vivimos una intensa ola de calor. Se cancelaron las clases escolares y los y las niñas no pudieron ir a los colegios e institutos porque estos no estaban acondicionados para las altas temperaturas. Pero es que Arrecife tampoco lo está. Debemos dirigirnos a una ciudad que proteja a los que viven aquí de las extremas climatologías. Árboles, zonas de sombra, refugios climáticos como los Centros Socio Culturales o las bibliotecas. En definitiva, hablamos de diseñar infraestructuras no solo urbanas sino sociales.
Vale la pena planificar de otra manera. Llevamos décadas hablando del Plan General. Y todos sabemos por qué no sale adelante. Intereses empresariales y políticos que dejan paralizada a la ciudad, y una administración sin capacidad de gestión. Debemos despojarnos de la visión burocrática del siglo pasado donde la planificación se elaboraba en base a un documento que lleva una carga de tiempo y de burocracia tremenda, y que no se adapta a las necesidades de una sociedad cambiante como la actual.
Debemos ir a un modelo abierto, participativo y dinámico. Arrecife necesita instrumentos de planificación que verdaderamente resuelvan los problemas y necesidades de los ciudadanos en cada momento. Modelos como los Planes Estratégicos o las Agendas Urbanas que ya son modelos establecidos en Europa pueden resolver el enquistado y obsoleto modelo de los planes urbanísticos actuales. Desde Nueva Canarias Arrecife insistiremos mucho en esto a lo largo de esta legislatura.
Arrecife y Lanzarote tienen un reto que afrontar. El acceso a la vivienda se está convirtiendo en una angustia cada vez mayor, especialmente, entre los jóvenes que nos queremos emancipar. La falta de vivienda, el poco poder adquisitivo y los altos costes de los alquileres, hacen imposible el acceso a la vivienda y a la creación de un hogar para los que queremos seguir viviendo aquí.
Arrecife debe no sólo facilitar suelo para la construcción de vivienda pública como las que se están construyendo en Maneje, sino declarar la ciudad “zona tensionada” para que así se pueda poner freno a la especulación y los altos precios. Se debe ser valiente también en la posibilidad de frenar la compra de viviendas por parte de extranjeros no residentes en Lanzarote, porque lo que está provocando es que los precios suban y las pocas casas se queden en manos de gente que la mayoría del año no reside en la isla. Para construir un hogar, debemos tener una vivienda. Nos va la vida en ello.
Vale la pena construir identidad arrecifeña. Y no se trata de buscar en el pasado el sentimiento porteño. Se trata de que Arrecife es otra Arrecife, y debemos adaptarnos y evolucionar a una identidad diversa, múltiple e integradora. En Arrecife viven la mayor diversidad de nacionalidades extranjeras de Lanzarote. Y digo viven, no conviven. Porque por parte de los poderes públicos se ha renunciado a la integración multinacional. No ha interesado la participación en los asuntos públicos de las diversas nacionalidades.
Esta falta de integración en la ciudad, en lo común, crean comunidades cerradas que se autogestionan al margen de lo político. Debemos construir pueblo. La identidad arrecifeña del S.XXI está por construir. Es responsabilidad de todos y todas que hagamos de la integración multinacional el motor de la nueva convivencia cívica y cultural de Arrecife. Con ello vendrá la ejemplaridad pública y el cuidado de nuestro entorno entre todos. Y la participación política. Un persona colombiana, venezolana, mahuritana o hindú deben participar en política y deben también representar a esa parte de un todo llamado Arrecife.
Y vale la pena participar en política. La política es la herramienta que tiene esta sociedad para participar de forma democrática. Aunque estemos cabreados y frustrados. Aunque pensemos que no vale la pena. Aunque sea duro y trabajoso, la política siempre será la mejor forma para transformar la vida de nuestra gente.
Nueva Canarias-Arrecife comienza su andadura aprendiendo del pasado, pero con una idea clara de ciudad que cuide, igualitaria, segura, equitativa, limpia, con justicia social, amable, sostenible, respirable, integradora. En definitiva, una capital para la isla-hogar que soñamos.
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