Espacio de opinión de Canarias Ahora
Asustadísima
La experiencia experiencia por la que acabo de pasar- de convertirse uno, aunque sea durante un rato, durante unas horas o durante unos días, en confidente y protector de una mujer amenazada, de la protagonista auténtica de un caso común de violencia doméstica, es traumática, aleccionadora y frustrante. Al menos, así me lo ha parecido a mí. Traumática, porque la tragedia es mucho más compleja y dolorosa de lo que se puede imaginar a través de las noticias y de los reportajes sobre este tipo de situaciones. Aleccionadora, porque verdaderamente aprendes mucho de la condición y de la contradicción humana, tanto por lo que acabas conociendo de la víctima propiciatoria como por lo que terminas descubriendo del acosador, del tremendo machista que, en definitiva e increíblemente, se cree dueño absoluto de otra persona y de su destino. Frustrante, porque asistes al miserable desenlace de algo tan bonito como una historia de amor y porque percibes que tanto tus consejos como los de los expertos que tratan de poner fin al angustioso trance, chocan con las barreras de unos sentimientos todavía no muertos del todo y contra las baldías esperanzas de un reencuentro feliz con la normalidad. Cuando tú mismo y la agente policial que sabe de estas cosas aconsejan a la amiga del alma a la que hace tanto no veías que el único camino para cortar con sus cuitas es la denuncia formal en busca de una orden judicial de alejamiento, te encuentras -me encuentro, nos encontramos- con esa indecisión que se alimenta únicamente de perspectivas vanas, de cambios imposibles, y de sentimientos que un pasado de pesadillas es incapaz de borrar. Y, entonces, presientes que la historia de amor que fue puede desembocar en un final irreparable y sangriento. Pero que ni tú puedes, ni nadie puede, hacer nada por evitarlo.
José H. Chela
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