Espacio de opinión de Canarias Ahora
La COPE y 'El Mundo' por EDITORIAL
Resulta baladí decir que España ha tenido un gran Rey y que la opinión pública ahora se divide en dos partes: de una, los que con frivolidad cuestionan la monarquía por razones de antipatía o acaso porque de eso y de fútbol puede hablar cualquiera. Y de otra parte, los que por estar mejor informados, saben que cuestionar la monarquía es impugnar el orden constitucional existente: el pacto constitucional o la forma como tenemos organizada la convivencia en España. Y por ello eso no lo cuestiona casi nadie.
Cualquier biennacido y biempensante sabe que en España ese debate no existe. Se organiza crispación desde el periódico El Mundo y desde la emisora de los obispos, la COPE. Que unas decenas de frikis quemen fotos del Rey sólo debiera hacernos sonreír como las gamberradas infantiles. Pero dos periodistas en esos dos medios se encargan de elevar a la categoría de crisis y de crispación lo que no tiene relevancia alguna. Es, al parecer, su trabajo. Y he aquí el asunto.
Luis del Olmo los denunció este domingo en una televisión de alcance nacional. Y llamó cínicos a los obispos Cañizares y Rouco, que espolean al pequeñajo locutor de la COPE y al videomediático director de El Mundo. Si estos días se quemaran fotos de los obispos tampoco debiéramos buscar crispación. Después de todo, eso de quemar lo lleva en la genética parte de esa jerarquía.
Por ello, y sin que neguemos la libertad de expresión que asiste a cualquier medio y también a los dos referidos, sí es preciso desenmascarar a personajillos que, amparados en la mentira, crean enfrentamientos más allá de lo que acontece en el devenir cotidiano en España.
La libertad de información, inmarcesible en la libertad de empresa, podría amparar a El Mundo, pero lo de la COPE no es de recibo. Que una concesión otorgada para transmitir valores cristianos se utilice para todo lo contrario, para la mentira, para el enfrentamiento, es de un nivel de golferío superior a lo que el español medio puede soportar.
Los españoles tienen la oportunidad de discernir y reprobar esa estrategia de mecheros y banderitas que esos medios proclaman ante la aparente aquiescencia de los rectores del Partido Popular. Si Batasuna no condena la violencia y Rajoy no condena el comportamiento de Losantos, en ambos casos es por temor o por complicidad. Por cobardía.
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