En efecto, el tratamiento dado durante más de una década a una amplia extensión del litoral del municipio, precisamente la más próxima a una de sus principales concentraciones alojativas, representa una singular concepción de instalaciones que ha significado un núcleo esencial en la oferta turística.Hay aportaciones valiosísimas de entidades, personas y profesionales que volcaron imaginación y energías en la materialización de una actuación sin precedentes en Canarias. Valga resumir el conjunto de las mismas en la figura de César Manrique, genio universal e inspirador de una realización emblemática así como director de un extraordinario grupo de profesionales y técnicos.Hoy en día, el complejo engloba desde las antiguas piscinas del desaparecido Lido San Telmo hasta el Monumento al mar que limita con la escollera de protección de la playa Martiánez. Comprende una superficie de 46.000 metros cuadrados. Se halla dividida en tres zonas: una primera conformada por las citadas piscinas de San Telmo; la segunda, parte central, configurada en Los Alisios, donde figuran un original grupo escultórico móvil y La Jibia, que imita con suaves ondulaciones la morbidez de un enorme cefalópodo; y una tercera, en el Levante, que constituye el Lago, con cinco islotes de forma asimétrica, expresión o vocablo coloquial con el que se identifica la gran obra y el complejo en sí mismo considerado. El mayor de esos islotes cuenta con una estructura cimentada bajo el nivel del mar y varias esculturas entre las que destacan los monumentos Homenaje al mar, Barlovento, Las raíces al cielo y Homenaje a William Reich. Forma parte del conjunto un paseo que discurre junto a la avenida de Colón, dotado de parterres, jardines, pérgolas, bancadas y superficies blanqueadas.La Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias aprobó, en junio de 2005 (Boletín Oficial de Canarias, número 108, del viernes 3 de junio) la declaración del Lago de la Costa de Martiánez como Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de Jardín Histórico.En el año 2006, por cierto, culminaron las obras de reacondicionamiento convenidas con el Cabildo Insular de Tenerife durante el mandato 1999-2003 así como el traslado de las instalaciones y dependencias del antiguo Casino Taoro, respondiendo así a la visión de futuro que derivaba de la voluntad de la revitalización del acuñado corazón turístico de la ciudad que incluía, dicho sea de paso, actuaciones en la línea de dominio marítimo-terrestre que próximamente serán ejecutadas. Todo hecho con dinero público. La inversión total se acerca a 50 millones de euros.A propósito: las obras a que se hace referencia en el párrafo anterior fueron dirigidas y supervisadas por los mismos ingenieros, arquitectos y profesionales técnicos que décadas anteriores habían trabajado con el sin par artista lanzaroteño. El proyecto contó con la aprobación de la Comisión Insular de Patrimonio y de la Fundación César Manrique que llegó a introducir correcciones para preservar aspectos originales de su diseño.No se entiende el desarrollo del Puerto de la Cruz sin el haber del complejo Costa Martiánez. Significó un cambio extraordinario en la evolución de la oferta del municipio hasta resultar determinante para erigirse en un destino turístico diferenciado.Convertir aquella amplia extensión de bajío y playa, ganando superficie al mar, protegiéndola adecuadamente y dotándola a posteriori, en distintas etapas, de atracciones y llamativos reclamos, fue una obra de colosal dimensión en la que hay que consignar, por derecho propio, la generosidad del pueblo portuense que supo entender cómo su “playa natural de toda la vida” se convertía en moderna instalación acuática, recreativa y de ocio para cuyo disfrute contó siempre con precios ventajosos. Era, en el fondo, todo un derecho.El complejo Costa Martiánez debe seguir siendo un recurso primordial de la oferta turística del municipio. Los antecedentes y las características del espacio aconsejan que éste siga siendo de titularidad pública y que su gestión continúe bajo el control de la institución municipal, máxime cuando desde su construcción inicial hasta el remozamiento último (30 millones de euros), pasando por sucesivas reformas, han significado inversiones públicas hechas por distintas administraciones. Todo lo señalado reafirma la vocación de bien público con la que fue concebida el complejo. Se trata de una infraestructura no para hacer negocio sino para ser disfrutada y proyectada convenientemente. Es una instalación modélica a los ojos del turismo que nos visita, cuya titularidad, cuyo cuidado y mantenimiento forman parte de las obligaciones que asume la administración local para cualificar la oferta turística del municipio. Es un patrimonio de todos, el patrimonio con el que se identifica todo un pueblo que interpreta cómo descansa o reside allí la inmensa obra de transformación de la naturaleza hecha por la mano del hombre.Es el complejo por antonomasia, el que hemos enseñado con orgullo a miles de visitantes, el que ha inspirado actuaciones similares en modelos de arquitectura e infraestructuras de ocio, el que permitió contrastar la validez de experiencias de economía productiva como las cooperativas de trabajo asociado y el que merece ser completado con un museo específico dedicado a César Manrique.Un complejo, en fin, que, en nuestra opinión, debe seguir siendo gestionado desde el Ayuntamiento y contar, antes de que sea tarde si algunos se empeñan y ocurre lo contrario, con una historia atractivamente editada.Eso es lo que promovemos.