Espacio de opinión de Canarias Ahora
La extraña pareja
Al cliente político de estos peñascos ?al votante digo, aunque sea potencial? ya no le asombra nada. Y se encoge de hombros ante una simple novedad más: la noticia de que Nacho y Román, es decir que el CCN y Nueva Canarias, irán de la manita a las elecciones de marzo.
Rara alianza, porque, aunque ninguno de sus dos protagonistas son nacionalistas más que de boquilla, uno ha tendido siempre y cucamente hacia la izquierda (el PSOE se lo ha agradecido), mientras que el otro no ha abandonado jamás sus derechosas querencias y un cierto voluntarismo obsequioso hacia concretos dirigentes áticos, por si se olvidan agravios algún día. Los dos tienen poco tirón en las urnas, aunque aquilatando lo que gasta cada uno en las campañas, Román casi podría considerarse un líder, en tanto que Nacho no llegaría más que a hijo pródigo abocado a la derrota. Une históricamente a los componentes este singular tándem haber sido muy importantes en el seno de CC y en sus gobiernos (RR llegó incluso a presidente por olartianos y cómicos designios). Mientras estuvieron en el machito, la coalición a la que pertenecían y bajo cuyas siglas alcanzaron sus cargos, era una opción ejemplar que defendían con uñas y dientes.
En cuanto, por causas distintas, polémicas en el caso del doctor, dejaron el edén del poder, lo primero que hicieron fue demonizar su antiguo partido y poner a caldo de potas a sus recientes compañeros. Nada de lo que denunciaban entonces lo habían denunciado antes, aunque nadie les habría impedido ni hacerlo ni dimitir honrosamente. Ambos buscaron luego sus personales salidas políticas por donde mejor pudieron. Nacho, que no necesita para nada la política -es rico de familia, pero tiene mono de protagonismo- se hizo con el control de un partido en rebajas, el CCN. Román, que de no obtener algún cargo público, tendría que ponerse a trabajar y ejercer la medicina, algo que no ha hecho jamás y seguro que la perspectiva le horroriza, fundó otro, teóricamente nacionalista, pero profundamente insularista en la práctica. Y como no son cola de león, tan contentos, oye. Lo que uno se pregunta ahora es qué programa conjunto, qué ideas, qué credibilidad y proyectos va a ofrecer al electorado una extraña pareja que sólo tiene en común el deseo de estar ahí, de no desaparecer en la vorágine de cualquier votación, de medrar y ocupar poltrona como sea, aunque por motivos diferentes. Ni idea, tíos, la verdad.
José H. Chela
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