Este es el contexto de lo ocurrido en la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Mayoral devolvió al Consejo del organismo las competencias para el nombramiento de cargos que copaba el presidente y dispuso que el Ayuntamiento corte el bacalao del Frente Marítimo de la ciudad, no circunscrito ya a la franja que el macho Soria quería (y quiere) granmarinar. Y la armó.Mayoral, sin duda, le hizo la puñeta a Soria que quiere recuperar poder; y que se note al punto de ser él, no Paulino, quien comunicó a Mayoral el cese, permitiéndole, magnánimo, ir a China, oye. La obsesión por la imagen personal indujo la torpeza de desvelar que para el pacto CC-PP, Gran Canaria es territorio soriásico; o jurásico, porque su idea es devolver los puertos a la nefasta etapa Arnaiz.Cabrea a Soria que el próximo presidente portuario, que será de su escudería, no pueda “dedignar” cargos sin el Consejo, lo que dificultará la resurrección de la Gran Marina y otras cosillas. Si quiere lapas, deberá ahora mojarse el culo y dar pública batalla a las decisiones de Mayoral hasta anularlas. Quiso mover los hilos en los despachos y lo han obligado a hacerlo a la vista de todos. Políticamente tiene menos fondo que una lata de anchoas.Han tenido su coña las reacciones de los socios de Soria. Paso de Berriel, del tercio majorero de ATI, por irrecuperable; no de Carolina Déniz, portavoz gubernamental, que habló de deslealtad con la ciudad al actuar Mayoral, dice, en ausencia del alcalde y del presidente del Cabildo. Olvida que tales ausencias las determinó el propio Gobierno; quizá para dejarlos de canchanchanes frente al Soria rutilante. Ignora que seguramente Saavedra y Pérez estaban en el ajo a fin de impedir la vuelta del Puerto al dicho jurásico. Así es si así les parece.Igual inexperiencia o desconocimiento mostró el consejero de Obras Públicas, Juan Ramón Hernández. Denunció los esfuerzos psocialistas para ocultar la “deslealtad” de Mayoral: no sabe cuánto interesa a los psocialistas que se sepan estas cosas como muestra de su capacidad para desbaratar las trapisondas de un Ejecutivo con el que poco tienen que ver las urnas grancanarias.